Mi esposa me contagió una enfermedad y me culpa

Crisis en el matrimonio: hay decisiones difíciles de tomar después de una confesión de infidelidad

El dolor de descubrir una infidelidad en el matrimonio. (Shutterstock)

Pregunta: Hola Dra. Simó, gracias a Dios que existe este canal para conversar con usted. Soy un hombre joven de 33 años, casado desde hace 5 años y 3 de amores, donde pensaba que tenía una relación maravillosa.

Aunque usted no lo crea me case virgen, siempre he pertenecido a una comunidad católica, donde entendí que era necesario llegar puro a mi matrimonio y no me arrepiento. Mi esposa también pertenecía a la misma comunidad y, al igual que yo, ambos éramos vírgenes.

Como sea, antes de la boda, nos hicimos todos los exámenes pertinentes y todo salió negativo, pues resulta que hace un año ella cambió de trabajo y realmente manifestó unas conductas extrañas, pero yo la justifiqué pensando que era por ser un trabajo nuevo y muy demandante.

Pero resulta que de unos meses para acá ella ha disminuido el deseo de estar conmigo y yo comencé a presentar unas llagas en mi pene. Acudí al médico y, doctora, el mundo se me derrumbó al descubrir que tengo herpes.

Yo no podía creerlo, la confronté y ella me confesó que tenía un romance con su jefe. Me siento humillado, asqueado y no quiero seguir la relación, ella me culpa de lo que pasó, dígame ¿qué hago?

Respuesta:

Lamento muchísimo lo que estás viviendo, pero no eres el culpable, ella debe asumir la responsabilidad de sus actos, pues desde ahí es que inicia realmente la sanación.

Ahora bien, en este momento tienes todo el derecho de no querer seguir en la relación, pues el enojo es una de las principales emociones que sentimos al descubrir un engaño y al pasar los días mengua un poco, pero el amor ya estará muy desgastado.

No me mencionas si hay hijos de por medio, pues si aún no los hay realmente lo que recomiendo es separación, aunque sea por un tiempo.

Las traiciones impactan de tal forma que nos derriban y nos hacen muchas veces perder el norte y hasta dudar de nosotros mismos, a pesar de saber que el otro es el responsable de lo que está ocurriendo.

Refúgiate en Dios, en las personas que te aman, comienza tu tratamiento para tratarte el herpes (que por cierto se controla, pero no se cura) y poco a poco ve aprendiendo a manejar todas esas emociones que sientes.

Ir a terapia también es una de las mejores decisiones que puedes tomar para fortalecerte y saber qué camino será el adecuado para ti. Reconstruir tu bienestar debe ser ahora tu prioridad, no lo olvides.

Psicóloga, terapeuta sexual, familiar y de pareja, PHD en Sexualidad. Directora del Centro Vida y Familia Ana Simó.