Una demostración de flexibilidad

La adaptación lingüística: grafía y pronunciación en préstamos entre lenguas

Los préstamos entre lenguas han existido siempre y seguirán haciéndolo. Nuestra vigilancia como buenos hablantes tiene que centrarse en que las palabras que tomemos prestadas sean imprescindibles y se adapten se incorporen sin aspavientos a nosotros. En la última Eñe nos fijamos en palabras que adaptan su grafía para que en español sigamos pronunciándolas como en su idioma original.

Existe también otra modalidad en la que la grafía original se mantiene, o sufre cambios muy pequeños, y lo que se acomoda al español es la pronunciación de la palabra. Las escribimos en su forma de origen, o casi, pero las pronunciamos a nuestra forma, es decir, haciendo corresponder las letras con su sonido.

Un precioso ejemplo de este tipo de adaptación es la de la voz inglesa puzzle, que hemos adoptado para referirnos al rompecabezas de toda la vida. Esta palabra se adapta gráficamente al español simplificando la doble zeta: puzle; en cambio, no la pronunciamos como se haría en inglés (algo así como [pásel]), sino como la leemos en español: [púzle] o [púsle]. Seguro que muchos de ustedes han utilizado la expresión «el quid de la cuestión» para referirse al punto clave o más relevante de un asunto. La palabra quid, que pronunciamos en español [kid], la hemos tomado prestada del latín, lengua en la que se pronunciaba originalmente [kuíd]. Algo similar sucede con el latinismo réquiem, que los latinos pronunciaban [rrékuiem], y que nosotros articulamos como [rrékiem].

La lengua despliega su capacidad camaleónica para asimilar los préstamos de otras lenguas, y nos demuestra así que está a nuestro servicio. No estaría de más que, de vez en cuando, nos preocupemos por respetarla un poco.

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.