Mi cartica de Navidad
Aunque caiga en sacos rotos, en oídos sordos o en lectores poco interesados, todos los años hago mi cartica de Navidad
Hace mucho que dejé de creer en Santa, pero sí creo en milagros. Cosas extraordinarias ocurren todos los días a nuestro alrededor, aunque no sean visibles a nuestros ojos o porque la prisa en que vivimos nos impida darnos cuenta de ellos.
Quizás sea un tanto ingenua, pero no pierdo las esperanzas con mi país. A pesar de que las malas noticias inunden los diarios, de que hay un rezago permanente en muchas cosas, a pesar de la política y los políticos, sigo creyendo que va a llegar un día en que despertaremos y echaremos hacia adelante.
Hay demasiado potencial y talento en nuestros jóvenes para que se desperdicie en dembows y hookas. Hay demasiado valor en los profesionales dominicanos que los hacen descollar en todas partes del mundo, para que esa experiencia no sea aprovechada como se debe y que el país se encauce en mejores rumbos.
Por eso, aunque caiga en sacos rotos, en oídos sordos o en lectores poco interesados, todos los años hago mi cartita de Navidad. Dice más o menos así.
Querido Santa: soy yo de nuevo. Sé que tengo casi 50 años escribiéndote y que algunas cosas que te pido no se compran con dinero, pero en un ejercicio de impenitente esperanza te soplo esta carta. No tienes que traérmelo todo, sería un abuso con los renos, pero te agradezco que hagas tu mejor esfuerzo. ¡Gracias!
Primer regalo: quiero que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad. Con ciencias y valores, con ortografía y lectura comprensiva, con arte y deportes. Deseo que todos puedan llegar con libros, zapatos y uniformes y encuentren un aula que les ofrezca confort y seguridad. Que tengan maestros y no profesores. Deseo que la ADP abogue por la calidad del sistema y no solo por aumentos y días libres porque cuando se cumpla lo primero, lo segundo vendrá por añadidura.
Segundo regalo: quiero que todos los dominicanos recibamos un buen servicio de salud. Me da igual quién lo provea pero que sea bueno, sin exclusiones. Que el paciente no sienta que está pidiendo favores o mendigando atención. Que se nos respete nuestra dignidad en nuestras horas más bajas. Que se nos atienda a tiempo si hicimos cita. Que en los hospitales públicos no falte nada y que en los privados no abusen. Que los médicos honren su juramento y que no volvamos a ver otra pandemia nunca jamás.
Tercer regalo: quiero una venda ajustada para que la justicia no sea selectiva. La que nos tocó a nosotros se le cayó la que tenía y tiene sesgo. Es excesivamente dura con los pobres y excesivamente laxa con los ricos. Es tan evidente, querido Santa, que hay que robar muchísimos millones para que te dejen en tu casa para navidad. Como los actores del sistema conocen el sistema, de parte y parte abundan los plazos y los recursos para hacer interminables los procesos hasta que perimen de aburrimiento y mueren sin fallo y sin justicia.
Cuarto regalo: quiero un helicóptero. Uno que me permita volar por encima de los interminables tapones y pasarle por encima a los tres jinetes del apocalipsis responsables del caos del tránsito en nuestro país: los motoristas, los Amets y las guaguas. Mención especial a los del Intrant que no pegan una. Sé que estoy dejando la estupidez y el egoísmo de los conductores, pero con eso no se puede hacer nada.
Quinto regalo: quiero que no falte comida en ninguna mesa. Que las despensas estén llenas y que en los campos llueva café. Que en los ríos corra agua limpia y abundante y que la gente entienda que cuando corta un árbol mata un poco de sí mismo.
La ñapa: llévate a los políticos del patio a un paseo por el Polo Norte y ve a ver si dos o tres miles se quedan por allá. Para todo lo que hay que hacer en este país, no hacen falta.
PD: he dejado unos dulcitos criollos para ti bajos en azúcar y algo de hierba (de la de verdad) para los renos. También te he comprado un detallito para ti y los niños porque sé que muchos te piden, pero pocos te dan. Hice una carta breve para no abusar…
Pido al Señor que esta Navidad nos encuentre reunidos en familia, agradecidos por las innumerables bendiciones recibidas y con un corazón lleno de esperanza y sueños por cumplir. El país nos necesita a todos.
¡Feliz Navidad, dominicanos!
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