Trastornos alimenticios: cómo identificarlos en jóvenes
Se estima que los trastornos de la conducta alimentaria afectan al 20 % de la población adolescente en el ámbito mundial
En la actualidad, es muy probable que un adolescente ni siquiera se imagine el mundo sin las redes sociales. Muchos de los jóvenes de hoy en día crecieron en la era digital, lo que quiere decir que estos medios ya forman parte de su vida, así sea para socializar o simplemente recrearse.
Sin embargo, ese mundo digital en el que navegan a diario cada vez impone más presión sobre ellos, como la de tener un cuerpo tan esbelto o fitness como los que allí abundan. Ese deseo, en muchos casos, lleva a los jóvenes a caer en trastornos de la alimentación, un mal que se estima que afecta el 20 % de la población adolescente en el ámbito mundial.
“Muchas de las mujeres y hombres que vemos en las redes sociales, anuncios, videos musicales, películas, etc. muestran un ideal de cuerpos irreales y modificados. Esto puede conducir a que las personas desarrollen insatisfacción corporal, intentando compararse y moldearse de acuerdo a estos estándares de belleza”, explica la psicóloga clínica Paola Flaquer.
A su consideración, los medios sociales han sido uno de los principales vehículos de transmisión de los ideales de belleza inalcanzables a los que muchos jóvenes aspiran. “Incluso, algunos influencers u otras figuras venden un estilo de vida imposible de alcanzar, con dietas restrictivas, ejercicio en exceso, etc.”, sostiene.
Según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos. Esto causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial. Tal y como explica Flaquer, los TCA están influenciados por factores genéticos, socioculturales, psicológicos y cognitivos. Entre los más comunes se encuentran:
-Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos: como su nombre lo indica, consiste en evitar o restringir el consumo de alimentos, lo que deriva en una pérdida de peso significativa o fracaso para alcanzar el aumento de peso esperado, así como deficiencia nutritiva significativa e interferencia importante en el funcionamiento psicosocial.
-Anorexia nerviosa: es posiblemente el más conocido. Se caracteriza por la restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce a un peso corporal significativamente bajo, miedo intenso a ganar peso o a engordar o comportamiento persistente que interfiere en el aumento de peso. Por otro lado está la anorexia nerviosa atípica, que se presenta cuando se cumplen todos los criterios para la anorexia nerviosa, excepto que el peso del individuo, a pesar de la pérdida de peso significativa, está dentro o por encima del intervalo normal.
-Bulimia nerviosa: esta presenta atracones en los que predomina una gran cantidad de comida o calorías en un corto espacio de tiempo o la sensación de descontrol sobre la ingesta. El tipo de alimento que se consume en un atracón es considerado ‘prohibido’ por la persona en la dieta restrictiva que está intentando llevar a cabo. Luego hay presencia de conductas compensatorias (vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros medicamentos, así como el ayuno o el ejercicio excesivo).
Aunque se sobreentienda que se trata de un mal que solo afecta a mujeres, por el hecho de ser a quienes se les juzga por sobrepeso, las cifras confirman que los casos en hombres van en aumento. De acuerdo a la Asociación Española de Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (AEETCA), entre un 5 y 10 % de diagnósticos de anorexia y entre un 0.4 y un 10 % de los diagnósticos de bulimia corresponden al sexo masculino.
Estar atento a las señales
¿Cuáles son los signos que alertan sobre un trastorno de la conducta alimentaria? Hay señales físicas, conductuales y cognitivas así como emocionales y sociales. La experta en conducta humana las lista:
Señales físicas:
-Pérdida de peso
-Cambios en la piel
-Edemas
-Manifestaciones cardiovasculares, gastrointestinales, renales, hematológicas
-Dilatación del estómago
-Aumento de la glándula salival
-Erosión del esmalte dental
-Ronquera crónica de la voz
Señales conductuales:
-Cambios en la forma de alimentarse
-Cambios en la manipulación de alimentos
-Uso excesivo de la báscula para comprobar el peso o la cinta para medir
-Disminución de las actividades cotidianas
-Descontrol con la comida
-Cambios importantes en la actividad física
Señales a nivel emocional:
-Cambios en el carácter; cambios de humor, mayor irritabilidad, menor tolerancia a situaciones o emociones desagradables, aumento de la impulsividad y la agresividad
-Dificultad en el manejo de las emociones
-Mentiras frecuentes
Señales cognitivas:
-Pensamiento distorsionado en relación con el cuerpo y el peso
-Alteración de la percepción interoceptiva de hambre y saciedad
-Excesiva preocupación en torno a la comida y a la silueta
-Disminución de la atención, la concentración y la memoria
Señales a nivel social:
-Déficit de las habilidades sociales
-Reducción de las actividades de interés
-Sentimiento de ser diferente
-Aumento en los conflictos con la familia
-Aislamiento
¿Qué debe hacer una madre o un padre que identifica estas señales en su hijo? “Buscar ayuda de profesionales especializados en Trastornos de la Conducta Alimentaria lo antes posible e informarse y participar activamente en el proceso de recuperación”, enfatiza Flaquer. En terapia, explica, el profesional se encargará de abordar los estados biológico, psicológico y social del paciente desde un modelo de atención interdisciplinar para definir la estrategia terapéutica idónea.
Aunque destaca que hay diferentes criterios para el tratamiento, dependiendo de la gravedad y características del caso, generalmente incluye una rehabilitación nutricional, un tratamiento psicológico cognitivo-conductual que conlleva un proceso de psicoeducación, tanto al paciente como a la familia, y trabajar la conducta alimentaria y la alteración de la imagen corporal, entre otras cosas.
La psicóloga ofrece algunas recomendaciones a los padres para evitar que sus hijos caigan en algún trastorno de la conducta alimentaria:
-Tener conversaciones sobre los trastornos de la conducta alimentaria, donde se promuevan los buenos hábitos alimenticios y se expliquen los peligros de las dietas restrictivas y el comer emocional, y cómo esto puede afectarlos en diferentes aspectos.
-Predicar con el ejemplo. Evitar comentarios negativos sobre la imagen corporal propia, de ellos o de los demás.
-Hablar con los hijos acerca de la imagen que tiene de sí mismo y dejarle claro que las formas de cuerpos saludables varían.
-Fomentar la autoestima en base a su esfuerzo y otras cualidades y recordarles que su amor es incondicional sin importar cómo se vean.
-Discutir sobre los mensajes de los medios de comunicación y cómo elegir qué consumir y qué no.
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