Actor y director Edward Norton habla para Diario Libre
“Hay talentos que la gente desarrolla y hay otros talentos con los que nacemos”, expresó el actor en la enrevista
Nadie se sorprende hoy al ver actores como George Clooney, Ben Affleck o incluso Bradley Cooper dirigiendo cine, tal cual como Woody Allen o Clint Eastwood. Y Edward Norton forma parte de ese selecto grupo, protagonizando y dirigiendo la nueva ‘Motherless Brooklyn’ que estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto, también como productor y guionista. Solo nos falta anunciarlo ahora como nuestro nuevo entrevistado.
¿Qué tan difícil es cruzar del otro lado de la cámara, como director, cuando además te toca ser la estrella de tu propia película?
Es un constante recuerdo de mantener la mente abierta a la evolución de todos los detalles, en vez de imaginarlo solo en mi cabeza.
¿Es cierto que tardaste 20 años en estrenar ‘Motherless Brooklyn’?
Digamos que tuvo una larga gestación (risas). El libro original lo había leído 20 años atrás, pero en ese entonces yo sabía que no la iba a poder filmar enseguida, porque fue cuando yo estaba filmando ‘Fight Club. Además estaba dirigiendo otra película...y la vida continúa. Para cuándo volví con la idea, hubo un periodo en que sentí una ferviente inspiración aunque después todo quedó trabado, porque la guardé en un cajón. Y por un tiempo la evité. Te diría que hubo unos cinco años entre el momento en que escribí el guion y el momento que conseguimos la financiación. Hubo diferentes fases. Primero fue el lado creativo y después, la lucha por lograr el rodaje de una pelicula interesante.
Aquella película que estabas filmando 20 años atrás fue justamente tu debut como director, en el año 2000, con la película ‘Keeping The Faith’... ¿En el medio no quisiste volver a dirigir para nada?
Después de haber dirigido ‘Keeping the Faith’, ya tenía en mente dirigir ‘Motherless Brooklyn’ y es gracioso porque hay varios aspectos de mi personaje con los que me siento identificado. Pero me tomó mucho más tiempo del que había pensado. Lo bueno es que en el medio trabajé con grandes artistas y aprendí muchísimo. El costo de ciertos efectos visuales y el costo de filmar una película de esta escala en una ciudad como Nueva York, no sé si lo hubiese podido hacer 20 años atrás, ni siquiera 10 años atrás.
¿Qué tan buen director te consideras en la vida real, al momento de dirigir la atención de tu fama en temas que realmente te preocupan más allá del cine?
Yo paso demasiado tiempo de mi vida involucrándome en los cambios climáticos y la conservación del medio ambiente. Es una lástima que la mayor parte de nuestros problemas culturales y geopolíticos sean simplemente la discusión de alguna cena mientras vemos que nuestra casa se está incendiando. Yo siempre tengo esa voz interior que me dice “Esto es algo en que tenemos que involucrarnos todos, de alguna forma”.
¿Y como actor, no buscas aquellos personajes que generen un cambio de mentalidad?
Yo busco buenos personajes (risas). Los personajes que me interesan es gente que nos representa, pero en una forma mucho más acentuada. En el caso de esta película, por ejemplo, no todos tenemos tantos tics como mi personaje de Lionel, pero todos podemos identificarnos con el sentimiento de la aislación y la falta de comprensión de la gente. Si lo analizamos más profundamente, los personajes que atrapan nuestra imaginación a veces son aquellos que tienen sensaciones universales que nosotros también tenemos, aunque ellos lo amplifican en una pantalla de una forma mucho más convincente. Lionel, por supuesto, es único, pero todos tenemos algo personal con lo que luchamos a diario y ese es un desafío que todos tratamos de resolver, buscando el balance entre nuestras limitaciones para aplicar lo bueno desde ese mismo lado.
¿Y como director, qué es lo que hoy destacas más de un actor?
Puede sonar muy pretencioso, pero yo creo que el rostro, el cuerpo y la voz de un actor son verdaderos instrumentos. Por supuesto hay talentos que la gente desarrolla y hay otros talentos con los que nacemos, como nuestra voz o el rostro. Muchas veces yo siento música detrás de la voz de un actor. (Anthony) Tony Hopkins o Ralph Fiennes tienen su forma especial de verse. Hay quienes también están atrapados en esa imagen y son mucho menos versátiles ¿Se entiende lo que digo? Conozco actores que probablemente hubiesen preferido la oportunidad de expandirse mucho más, pero no cuentan con la elasticidad física, en cierta forma. Ser actor es algo muy extraño porque tenemos que trabajar con lo que Dios nos dio, además de otros atributos, más allá del trabajo de buscar como utilizarlos. Es algo tan extraño como misterioso.
Habiendo cumplido los 50 años el 18 de agosto, Edward Harrison Norton nació en la ciudad de Boston, con el mismo nombre que el padre, aunque él era más reconocido como el abogado ecológico que llegó al cargo de fiscal durante la presidencia de Jimmy Carter. Muy lejos de la abogacía, Ed Norton Jr, se interesó por la actuación, desde los seis años, cuando la niñera lo llevó a ver la obra de teatro ‘If I Were A Princess’. Claro que el nivel profesional tardó más tiempo en llegar. Antes vivió en Osaka, Japón, trabajando para la compañía de su abuelo, construyendo casas para familias de bajos recursos. Y recién al volver a Estados Unidos, en Nueva York, aprovechó aquel viaje para cumplir su sueño, cuando intercambió clases de japonés por clases de actuación con el profesor Terry Schreiber. El principio tampoco fue fácil y Ed tuvo que trabajar como mesero durante dos años, hasta que consiguió trabajo en teatro, con la compañía Signature Theatre. La gran oportunidad en cine, llegó cuando Leonardo Di Caprio rechazó el personaje de un jovencito acusado de asesinato. Y habiendo sido seleccionado entre otros 2.000 actores, Edward Norton resultó el elegido para personificar el famoso rol de ‘Primal Fear’ con la prestigiosa compañía de Richard Gere. Como resultado, fue nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto que le abrió las puertas de Hollywood de par en par. Apenas pasaron dos años para la segunda nominación al Oscar, por el neonazi rol de la película ‘American History X’. En el plano personal, también llamó la atención cuando en la entrega de aquella última nominación al Oscar por apareció con Drew Barrymore, el mismo año que se puso de novio con Salma Hayek (la pareja se separó, cuatro años después, en el 2003 y sin figurar en los créditos, Ed se encargó de re-escribir el guión de la película ‘Frida’ que protagonizó Salma). Y tiene sentido que haya elegido el Festival Internacional de Toronto para estrenar su nueva película como director, teniendo en cuenta que está casado con la productora canadiense, Shauna Robertson, la madre de su hijo Atlas (6). Pero tal cual como muestra en cine con ‘Motherless Brooklyn’, la ciudad de Nueva York es también su gran amor.
¿Cuál es tu propia historia con Nueva York, más allá del cine y la historia de ‘Motherless Brooklyn’?
En el verano del 91, yo me había mudado a Nueva York después de la universidad... unos 30 años atrás.
¿Y qué es lo que te gusta tanto de Nueva York?
Hay tantas frases que definen a Nueva York... como esa que dice “Los verdaderos neoyorquinos en su más secreto corazón piensan que la gente que vive en otro lugar deben estar bromeando”. Nueva York es una gran ciudad en Estados Unidos, pero también es una gran ciudad a nivel mundial, en todas las dimensiones. Contiene una increíble densidad por la total diversidad de gente, en todos los niveles. Y si hay algo que siempre me gustó de Nueva York es que la gente persigue sueños diferentes. Los que viven en Nueva York no les impresiona nada. Siempre contó con una competencia de ideas muy saludable, en especial en la década del 50, con todo lo que pasaba. El resto del país la utilizó siempre como modelo.
Con la ciudad de Nueva York como el perfecto escenario y la década del 50 como parte de la historia, Edward Norton es el director y protagonista de ‘Motherless Brooklyn’, la historia de un detective privado con toda clase de tics, por un Sindrome de Tourette, aunque su mente es todavía mucho más complicada al entremezclar palabras y sonidos con los que juega, hasta encontrar la perfección. Es gracias al jefe que interpreta Bruce Willis, que aprende a utilizar aquella debilidad, como habilidad, pero es también por él que tiene que investigar un complicado crimen donde aparecen después otros nombres tan famosos como Alec Baldwin y Willem Dafoe.
La película no especifica nunca que tu personaje tiene Síndrome de Tourette aunque figura en las notas de producción ¿Nunca pensaste en explicar ese comportamiento tan característico detrás de los tics de tu personaje?
- Es algo que figura en la novela original de Jonathan Lethem, con el mismo sentido emocional de una persona solitaria y aislada que trabaja para un detective privado. Ese es el corazón central del libro. Y es una experiencia maravillosa estar dentro y fuera de su cabeza, navegando sus aflicciones. Es lo que más me gustó a mi. Por eso quise mantener ese sentido tan intacto. Para decir la verdad, en mi mente, pensé en películas como ‘Forrest Gump’ o ‘Rainman’ que a mí me gustaron tanto por la simpatía que tenemos por aquel que tiene menos posibilidades de éxito en la vida. Es una forma de sentirnos bien con nosotros mismos, porque nos levan a ser también mucho más empáticos y mejor personas.
En tu caso, como actor, te ganaste la fama por vivir tus personajes del cine durante todo el rodaje, incluso detrás de cámaras ¿Esta vez fue igual? ¿Tuviste que dirigir con los extraños tics de tu personaje?
En la práctica, está vez sentí que no iba a ser un buen director con el resto de los actores, gritando como mi personaje (risas). Desde el principio supe que no iba a poder sostener lo que yo llamo una burbuja total de concentración.
¿Y habiendo trabajado con directores tan famosos, pediste algún consejo?
Me acuerdo que a Francis Ford Coppola hace mucho, mucho tiempo le pedí un consejo, si tenía algo en particular para recomendarme a la hora de dirigir una película y él me dijo “Entra al estudio por la mañana diciendo con seguridad lo que vayas a hacer aunque por dentro no tengas la menor idea”. Sugirió entrar al estudio con un plan, haciendo que la gente se mueva, antes de pensar lo que tenga que hacer, pero siempre con un plan de acción. Y fue un muy buen consejo.
¿En tu rol como director, estuviste involucrado en la selección de todos y cada uno de los actores, incluyendo aquellos que apenas tuvieran solo dos palabras en el cine?
Totalmente. Para cada personaje, siempre tuve cierta idea sobre los actores que podían interpretarlos. El actor que interpreta al socio de Cherry Jones, por ejemplo, literalmente había estudiado en la Universidad de Nueva York con Willem Dafoe. Y el actor que interpreta al intendente es alguien con el que solíamos hacer teatro cuando yo tenía 24 años y es excelente como actor. No creo haber dudado en ninguno de los actores que yo quise para cada personaje.
¿Qué tan difícil te resultó convencer otras estrellas como Bruce Willis, Willem Dafoe y Alec Baldwin, para filmar la historia de un detective privado en la década del 50, en Nueva York?
Bueno, cuando propuse hacer una película a gran escala sobre un detective lleno de tics, hubo mucha gente que salió corriendo (risas). Pero yo soñaba con trabajar con gente del mejor nivel, aunque la gente tiene agendas. Es algo que llevó mucho tiempo, pero valió la pena porque al final del día, cuando todo salió como esperaba, me di cuenta que valió la pena esperar.
¿Ya habías trabajado antes con Willem Dafoe, Bruce Willis y Alec Baldwin?
Con Will (Dafoe) tuvimos una escena muy divertida en ‘Grand Budapest’. A lo mejor soy demasiado sensible, pero analizo demasiado la psicología de los actores. Willem y Alec fueron los primeros que yo también tuve en mente. Y yo además siempre estube muy determinado en llamar a los actores de Nueva York que más admiro. Pero tampoco los llamé, hasta que tuve todo listo para empezar.
¿Alguna vez aprovechaste la amistad de algún famoso para tu trabajo como actor?
Hubo un tiempo en que el mago David Blaine que es muy amigo mío, por ejemplo, me ayudó con el tema de las cartas en las películas ‘Rounders’ y ‘The Illusionist’.
¿Desde el punto de vista del director, encontraste algún factor mucho más interesante en el trabajo como actor?
Con todo lo que pasa en el mundo del cine y la cultura o el lado comercial de las celebridades, para mí, todo eso es puro ruido. Pero si puedo tener éxito empujando hacia ese lado, al menos podré retener la fe o la convicción de que lo importante es realmente contar una historia que juegue cierto rol en la conversación de la gente. Por eso es tan importante para mi, contar historias. Es algo que también tiene que ver con la política, es una forma de entendernos mejor entre nosotros.
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