El movimiento #MeToo cinco años después
Las denuncias contra el productor de cine Harvey Weinstein lo llevaron a la corte y terminó su carrera en Hollywood
Una vez más el exproductor de cine Harvey Weinstein está en una corte siendo enjuiciado, esta vez en Los Ángeles mientras que la reflexión que desataron las acusaciones en su contra llegaron a una importante fecha este mes: Han pasado cinco años desde que un breve hashtag — #MeToo — revolucionó un movimiento social más amplio.
The Associated Press regresó con Louisette Geiss y Andrea Constand, acusadoras de dos de los casos más prominentes de la era del #MeToo: Weinstein, quien ya fue declarado culpable en un caso por abuso sexual en Nueva York, y Bill Cosby, quien había sido declarado culpable, pero ahora está libre, para saber cómo cambiaron sus vidas, si tienen algún arrepentimiento y si se sienten esperanzadas después de una serie de resultados muy mixtos.
También hablamos con la mujer que creó esa frase que identifica a las víctimas de abuso sexual, Tarana Burke, quien por años ha sido activista por los sobrevivientes de violencia sexual y es ella misma una sobreviviente, sobre su propia travesía, la fortaleza del movimiento y los retos a futuro.
LOUISETTE GEISS: UNA DEMANDA Y UN MUSICAL
Después de todo, Louisette Geiss se considera una de las afortunadas: Cuando trató de correr de una habitación de hotel para escapar de los supuestos avances de Harvey Weinstein, la puerta se abrió y pudo huir.
Geiss, quien se ha desempeñado como actriz y guionista, acusó a Weinstein en 2017 de intentar obligarla a verlo masturbarse en un baño de hotel en 2008, y fue la acusadora principal en una demanda colectiva contra el antiguo estudio de Weinstein.
Pero pelear en el sistema judicial, una experiencia que la ha frustrado profundamente, no es la única manera en la que ha tratado de lidiar con ello. Geiss tambíen escribió un musical.
“The Right Girl” se retrasó por la pandemia, pero será producido en algún momento de 2023. El show, que tiene un prominente equipo de producción que incluye a la compositora Diane Warren, cuenta la historia de tres mujeres en varios niveles de poder en un sitio de trabajo donde hay un empedernido depredador sexual.
“Al final ves que el sistema judicial todavía no está en el lugar correcto para derribarlo”, dijo Geiss. “Es realmente la sociedad la que lo derriba”.
Es un reflejo del punto de vista de Geiss sobre que lo segundo ha avanzado más pronto que lo primero para absorber las lecciones del #MeToo, aunque sea de forma imperfecta.
“Creo que definitivamente el MeToo le dio a los predadores una pausa antes de seguir con sus inclinaciones”, dijo. “Creo que todos han sido advertidos. Así que son menos proclives a hacerlo, pero creo que lo siguen haciendo”.
Por momentos tuvo arrepentimientos sobre denunciar. Temía los efectos que podría tener sobre sus hijas de ahora 7 y 5 años; su hija menor tenía apenas semanas de nacida cuando el caso explotó. Pero también sus hijas le hicieron darse cuenta que tenía que pelear.
“Al final de cuentas haces un cambio mayor para mujeres y niños, por tu hijo y por mis hijas, era importante que me levantara y lo hiciera”, dijo.
También por eso Geiss, de 48 años, sigue alentando a jóvenes sobrevivientes a denunciar, a pesar de que comprende por qué no quisieran hacerlo.
“No quieres que tu nombre sea sinónimo de Weinstein. Tampoco yo”, dijo sobre cómo se presentaba ante los sobrevivientes. “Pero adivina qué, ellos no se irán a menos que gritemos sobre esto”.
ANDREA CONSTAND: “ERA LO CORRECTO”
Para Andrea Constand, la principal acusadora en el caso penal de Cosby, los últimos cinco años han sido turbulentos y ni qué decir de la década anterior.
Los abogados de Cosby la menospreciaron como una “artista del engaño” durante el primer juicio a un famoso en la era del #MeToo, en 2018. El jurado declaró culpable al comediante de drogarla y abusar sexualmente de ella en 2005 y un juez lo envió a prisión. Pero la acorte de apelación de Pensilvania liberó a Cosby el año pasado.
Constand fue a la policía un año después del encuentro con Cosby, que él calificó como consensuado. Un fiscal rechazó presentar cargos, argumentando después que había prometido en secreto a Cosby que no entablaría cargos, una afirmación muy debatida que al final de cuentas anuló la sentencia. El primer jurado que escuchó el caso en 2017 no pudo llegar a un veredicto.
En la tormenta que se ha prolongado por años, Constand se ha mantenido serena. Ella cree que estos son sólo los primeros días del movimiento.
“Creo que era un momento muy necesitado para poder hablar del asunto de lo profunda que es la violencia sexual, en las salas de juntas, en las corporaciones, en la industria de los espectáculos, y en general”, dijo Constand, de 49 años, este mes desde su casa cerca de Toronto, donde vive en una zona rural que dice que le da soledad y paz.
“Mucho trauma fue liberado”, agregó. “Mantener secretos realmente te puede enfermar”.
La AP no suele nombrar a la gente que afirma haber sido víctima de abuso sexual, a menos de que denuncien públicamente como lo hizo Constand.
Ella continúa trabajando como terapeuta de masajes, al tiempo que presiona a los legisladores para adoptar una definición legal de consentimiento. El jurado en el juicio de Cosby en Pensilvania y en el de Weinstein en Nueva York preguntaron por la definición de consentimiento en sus deliberaciones, pero la ley no aborda nada al respecto en ambos estados.
Constand escribió un libro de memorias y comenzó una fundación para ayudar a las víctimas de ataques sexuales a través de su recuperación física, espiritual y emocional. También creó una aplicación móvil en la que los sobrevivientes pueden buscar servicios para lidiar con el trauma.
“Tenía todo que perder y nada que ganar. Era una perdedora, sabes, al comienzo”, dijo Constand sobre su denuncia ante la policía en 2006.
Pero a pesar de todos los giros y cambios, “fue lo correcto”, concluyó, citando los movimientos #MeToo en el mundo.
“Todos están saliendo de esa vergüenza y de ese silencio”, dijo.
TARANA BURKE: MANTENER EL IMPULSO
Harvey Weinstein. R. Kelly. Bill Cosby. Dos están en prisión, uno ha sido liberado.
Y así no es exactamente como se mide el éxito del movimiento #MeToo, dice Tarana Burke, como si fuera un marcador de “triunfos” y “derrotas”, y a través del lente de la fama.
En vez de eso, dice la activista por los sobrevivientes del abuso sexual, el cambio social debería ser la principal medida. Y siguiendo ese estándar, el movimiento ha logrado “una inspiración asombrosa” en cinco años.
“Hace cinco años y medio no habríamos podido tener una conversación mundial sobre violencia sexual que estuviera enmarcada dentro de la justicia social. Siempre estaba enmarcado dentro del crimen y el castigo, y el chisme de celebridades”, dijo.
Burke, de 49 años, creó la frase “Me Too” como parte de su trabajo como activista más de una década antes de que su forma en hashtag en un tuit de la actriz Alyssa Milano, al comienzo de las acusaciones contra Weinstein, hiciera que la frase explotara.
Apenas seis meses antes, recuerda Burke, estaba en un retiro de organización en California, entregando camisetas y soñando sobre cómo podría revitalizar su trabajo y recaudar suficiente dinero para universidades negras y universidades en general para crear conciencia. Cuando la atención cambió al #MeToo en 2017, su primer temor era que el trabajo detrás de su frase fuera apropiado. Pero pronto se dio cuenta de que tenía una enorme oportunidad.
“El tipo de cambio que necesitamos para ver un cambio sostenible, todavía estamos trabajando en ello. Pero el cambio que tuvimos en los últimos cinco años habría necesitado 20 años para ocurrir (sin el #MeToo), y eso es increíble”, agregó.
Burke ha pasado los últimos años construyendo una organización para promover el movimiento, y publicó un crudo libro de memorias, “Unbound”, que incluye su relato sobre cómo fue violada a los siete años.
Burke señaló orgullosamente que un nuevo estudio de Pew muestra que más del doble de estadounidenses apoya el #MeToo en vez de oponerse. Pero dijo que las luchas continúan, especialmente en términos de incluir a mujeres negras, indígenas, trans y discapacitadas, y para recaudar fondos.
La meta ahora es mantener el impulso y restaurar el entusiasmo del comienzo.
A Burke le gusta recordarle a la gente que en el primer año unos 19 millones de personas recurrieron a Twitter para decir “me too”, compartiendo sus propias experiencias en una poderosa reflexión colectiva.
“Por eso tenemos un movimiento que no puede ser ignorado”, dijo Burke.
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