Cómo ser un buen samaritano
Actuar y pensar como un buen samaritano, siguiendo el ejemplo de la famosa parábola de Jesús narrada en los Evangelios, no solo es beneficioso para la persona que presta su cooperación a otra desinteresadamente, sino también para la que recibe dicha ayuda, aseguran los especialistas en la psique y las emociones humanas
La parábola del buen samaritano, relatada en el Evangelio de Lucas, no solo es una de las parábolas más conocidas de Jesús, sino que además está considerada como uno de los ejemplos más reveladores de las narraciones dichas por El Nazareno y que contienen enseñanzas morales y verdades importantes, siendo su método característico de educación espiritual.
La Real Academia Española define al samaritano "como una persona que ayuda a otra desinteresadamente”.
Y según diversas fuentes y autoridades de la Iglesia Católica, “ser un buen samaritano consiste en cuidar, ayudar, acompañar, prestar asistencia, atender las necesidades de aquellas personas que sufren o necesitan ayuda”.
“Consiste también en tratarlas con compasión, solidaridad, amor. Todo ello, sin hacer distinciones, comenzando por aquellas personas cercanas a nosotros”, según estas fuentes religiosas.
Desde el ámbito de la psicología, actuar como un buen samaritano produce beneficios psicológicos y emocionales “cuando el emisor actúa en base a sus valores y el receptor muestra agradecimiento”, explica Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen (www.clinicasorigen.es).
Para que estos beneficios se produzcan “es importante que el emisor no transgreda sus propios limites generando un problema de autocuidado, ni que invada los derechos de los demás a decidir si quieren ser ayudados”, puntualiza esta psicóloga.
Para cultivar e interiorizar una actitud de buen samaritano, Conde recomienda que nos autopreguntemos: ¿Qué me gustaría que hicieran por mí si estuviera en el lugar de esa persona?.
También necesitamos “aprender a preguntar a los demás si quieren ser ayudados y, en caso afirmativo, cómo podríamos ayudarles”, para lo cual es importante potenciar nuestra empatía, ejercitar una escucha activa y tener en cuenta y respetar los derechos personales de los demás”, según añade.
“Ser un buen samaritano o practicar la ayuda desinteresada al otro siempre nos va a generar sentimientos positivos”, señala por su parte María González, psicóloga y especialista en MBSR (método de reducción del estrés basada en la atención plena), del Instituto Centta (www.centta.es).
Beneficios de ayudar al prójimo
Por un lado, el “buen samaritanismo”, estimula nuestra mente y las diferentes funciones cognitivas de nuestro cerebro, para idear y planificar posibles soluciones ante la problemática de la persona que queremos ayudar, según González.
Por otra parte, brindar ayuda desinteresada a otra persona “potencia nuestras sensaciones de autoeficacia (creencia de una persona en sus propias capacidades) y de valía personal, al sentir que nuestras acciones o palabras tienen un propósito y una consecuencia positiva en el otro”, destaca.
“La ayuda desinteresada aporta un sentido a nuestra vida. Es un objetivo que podemos cumplir fácilmente en nuestro día a día, teniendo la certeza de su impacto positivo en la sociedad”, apunta.
“Por su parte, la persona que recibe la ayuda se siente vista y escuchada por el otro, lo que le recuerda su importancia como individuo y mitiga la sensación de soledad y angustia que puede estar sintiendo ante un problema”, señala González..
“Al sentir que no está sola ante las dificultades y que su situación o sufrimiento también son los de otras personas, eso la conmueve y le genera emociones de amor, gratificación, satisfacción y agradecimiento”, puntualiza.
“Sonreír con la mirada al cruzar con un desconocido; ceder el paso a otra persona; pararnos a ayudar a alguien que está perdido o no encuentra una dirección; o dar los buenos días o buenas tardes cuando llegamos a una sala de espera” son acciones de “buen samaritano”, que evitan que otros seres humanos que no conocemos se vuelvan invisible a nuestros ojos, ejemplifica.
Dar sin esperar nada a cambio
La psicóloga de Centta ofrece algunas recomendaciones y claves para cultivar una actitud de buen samaritano hacia los demás y convertirla en un hábito positivo en nuestra vida:
- Tener siempre claro que la ayuda que ofrecemos debe ser dada sin esperar nada a cambio, ni con la expectativa de que sea aplaudida o devuelta por medio de un “favor” en el futuro.
- Comenzar el día con la firme intención de tener una actitud amable con los seres humanos, conocidos o desconocidos, con los que nos relacionemos hoy, mirándolos a los ojos y diciéndoles “buenos días”, “gracias”, “que tenga un buen día”.
- Pararnos y dedicar cinco o diez minutos a escuchar a esa persona que normalmente queremos “evitar” porque nuestra mente la juzga como ‘pesado’ o ‘pesada’.
- Vencer la pereza que nos hace retrasar la llamada a un familiar o amigo, del que hace tiempo no sabemos y tenemos en la lista de “asuntos pendientes” o la consulta de las conversaciones que permanecen sin abrir en nuestro móvil.
- Preguntarnos cada noche, antes de irnos a dormir, cuáles de nuestras acciones de ese día han podido tener un impacto positivo en la vida de personas desconocidas, para terminar la jornada con una sensación positiva de propósito y satisfacción.
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