Necrosis avascular, la condición que preocupa a los expertos tras el COVID-19
El cirujano ortopedista Luis Alcántara Abreu hace un llamado de alerta a la población ante el aumento de casos de necrosis avascular en personas jóvenes sin comorbilidades en los últimos tres años
Ya pasó la emergencia, pero los estragos causados por el COVID-19 siguen aflorando. Problemas relacionados con el sistema muscoesquelético, como debilidad, dolores musculares y calambres, son algunos de esos a los que ahora se suma la necrosis avascular.
La advertencia viene de manos del doctor Luis Alcántara Abreu, cirujano ortopedista, quien hace un llamado de alerta a la población ante el aumento de casos de esta condición en personas jóvenes sin comorbilidades en los últimos tres años.
La necrosis avascular es la muerte del tejido óseo debido a la falta de suministro de sangre. Suele afectar las articulaciones de las caderas, que es la que actualmente preocupa a los especialistas, aunque también se presenta en los hombros, las rodillas, las manos y los tobillos.
En los últimos dos meses, Alcántara recibió siete personas con esta condición en etapa avanzada. Entre ellas se encuentran jóvenes entre 20 y 30 años. “Es de alarmar, porque en un mes aparecen seis y siete pacientes con necrosis avascular de cadera cuando antes era uno o dos al año”, señala, agregando que es una situación que también se presenta en el consultorio de sus colegas.
“Como secuela o como resultado del COVID, nos hemos empezado a dar cuenta en los últimos tres años que la necrosis avascular se disparó. A nosotros nos empezó a llamar la atención que llegaran muchachos de 30 años, 20 años, con infartos de la cadera”. El galeno explica que un infarto es la muerte de un tejido: así como se infarta el corazón, se infartan los huesos.
Lo que se sabe hasta ahora
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el coronavirus una emergencia de salud pública de importancia internacional el 30 de enero de 2020. Han pasado tres años, poco tiempo para que haya suficientes estudios científicos que avalen la relación del virus con la presencia de la necrosis avascular.
De acuerdo con un informe publicado a principios de este año en la Revista Cubana de Ortopedia y Traumatología, la afección se asocia con el uso prolongado de esteroides, en estadios de COVID-19 moderado a severo, que repercuten en la densidad ósea.
“A todo el que le dio COVID que hizo una crisis respiratoria, que tuvo problemas hormonales, que tuvieron que ingresarlo, lo manejaron con esteroides en cantidades que van muy por encima de las que se utilizan comúnmente para una crisis asmática u otra condición”, explica el doctor Alcántara.
Y agrega: “Lo que se ha colegido de eso es que la cantidad tan grande de esteroides a personas que tenían problemas respiratorios, con tal de salvarlos de problemas respiratorios, ha traído como consecuencia necrosis vascular de cadera”.
Las investigaciones también hablan de que el COVID-19 produce coagulopatías, específicamente hipercoagulabilidad, que pueden contribuir a la trombosis venosa, lo que puede servir como desencadenante de necrosis avascular, así como de la influencia de algunas vacunas contra el virus.
Si lo diagnosticamos a tiempo, podemos hacer un gesto quirúrgico mucho menos traumático y tener mayor esperanza de conservar la articulación biológicaCirujano ortopedista
Signo de advertencia
Algunas personas no presentan síntomas en las primeras etapas de la necrosis avascular. Alcántara indica que el único signo de advertencia es el dolor, que puede concentrarse en la ingle, el muslo o el glúteo, en el caso de la necrosis avascular de cadera, y dificultad para levantar los brazos, cuando se trata del hombro.
“Es un dolor sin aparente explicación. Por ejemplo, un joven con 20 años, que no aguanta el dolor de cadera, que no se ha caído ni es falcémico, no es normal”, asevera.
Cuando las personas llegan a consulta, por lo regular, ya se encuentran en una etapa avanzada. Esto, según el profesional, porque tienden a justificar la aparición del dolor y recurrir a la automedicación.
“Como es un dolor que va de poquito a poquito, la gente suele tomar analgésicos, que hacen que se quite el dolor, pero no que deje de avanzar el proceso”, advierte. “El dolor es causado cuando se reblandece la articulación, y cuando está así, ya estamos lejos”.
¿Cómo se trata?
En la fase inicial de la necrosis avascular, las radiografías suelen verse normales. Es a través de imágenes por resonancia magnética y por tomografía computarizada que se pueden obtener imágenes detalladas de los cambios en el hueso en las primeras etapas.
Hay dos formas de tratar la afección: la técnica de Ficat, una cirugía menor que se realiza con el fin de mover la medula ósea para ver si se reanima, y que tiene una tasa de falla de 60-70 %. Una segunda opción es la intervención quirúrgica para colocar una prótesis.
“La técnica de Ficat se puede hacer en la primera etapa, cuando es bien temprano. Y es más fácil tratar de rescatar que tener que llegar a poner un implante, porque ya no se aguanta más y no hay más remedio”, explica.
Es por esta razón que sugiere a las personas que se hayan contagiado de COVID-19 o vacunado acudir a un ortopeda ante cualquier dolor sin explicación, en especial a los jóvenes. La intención es evitar tener que colocar implantes a temprana edad, tomando en cuenta que estos necesitan ser cambiados con el tiempo.
“No queremos tener que estar poniendo un implante a personas que tienen 20, 25, 30 años. La verdad que esa no es la misión. A mí no me preocupa decir que una persona de 60 años necesita una prótesis porque podrá durar con ella hasta 25 años. ¿Pero a los 20 años? Eso sí nos preocupa”, concluye.
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