Bullying: ¿qué pasa cuando tu hijo es el acosador?
Es importante abordar este problema de manera seria y efectiva, con la finalidad de, primero, entender cuáles han sido las razones para desarrollar estas conductas, y, luego, trabajar para que el menor pueda aprender otras saludables y respetuosas
El bullying tiene dos caras: por un lado, están las víctimas y por el otro, los victimarios. En el ámbito escolar, este fenómeno puede evidenciarse como insultos constantes, burlas por el aspecto físico o la condición socioeconómica y violencia física. Mucho se habla del impacto negativo que tiene sobre los niños sufrir acoso, pero ¿qué pasa cuando tu hijo es el acosador?
Darse cuenta de que su hijo está actuando como acosador es una situación difícil y preocupante para cualquier padre, señala la psicóloga infantojuvenil Naomi Feliz, de @mentalmenterd. Por ello es importante abordar este problema de manera seria y efectiva, con la finalidad de, primero, entender cuáles han sido las razones para desarrollar estas conductas, y, luego, trabajar para que el menor pueda aprender otras saludables y respetuosas.
¿Qué puede llevar a un niño o adolescente a convertirse en acosador?
Las causas del bullying o acoso escolar son múltiples y complejas, refiere la también psicoterapeuta cognitivo-conductual infantojuvenil. Uno de los principales factores de riesgo que propicia que un niño o adolescente se convierta en acosador es el ambiente familiar.
“Vivir en un ambiente familiar de violencia física, verbal o psicológica aumenta la probabilidad de que un niño o adolescente muestre estas conductas”, explica. Otros componentes que contribuyen al desarrollo de conductas agresoras son padres y madres que no establecen límites claros, deficiencias en la enseñanza al respeto de normas y escaso control, y supervisión de los padres hacia los hijos.
La exposición a la tecnología, las redes sociales y todo el contenido violento y explícito que consumen los menores en la actualidad también influye, al igual que la presencia de trastornos de personalidad, del estado de ánimo y los problemas de autoestima.
Estas situaciones se agravan cuando no se reconoce la existencia de un problema, dificultando el desarrollo de medidas útiles y en tiempo real. “En adición, el niño o adolescente que intimida a sus compañeros muestra una necesidad o deseo de tener el control, el poder de infligir daño al que consideran indefenso. Este deseo se materializa en una acción o en un conjunto de acciones que se dan de forma reiterada”, sostiene Feliz.
Señales que advierten:
- Sienten que deben ser la figura dominante frente a sus compañeros.
- Se enojan fácilmente. Tienen poco control de sus emociones.
- Muestran una baja tolerancia a la frustración.
- Muestran agresividad y desafío hacia sus padres y otros adultos.
- Moralmente intolerantes y están en relativo acuerdo en resolver los problemas con violencia antes que el diálogo.
- Impulsividad.
- Escasa empatía con los demás.
- Tendencia a culpar a otros de sus problemas.
¿Qué debe hacer un padre que descubre que su hijo es acosador?
El primer paso es hacer una introspección como padres en relación a las actitudes que le muestran a sus hijos, como las críticas no constructivas en el hogar o hacer comentarios en modo de burla sobre los demás, así como revisar el trato hacia el propio niño o adolescente, la forma de corregirlo o de comunicarse con él.
Es importante mantener la calma y evitar reaccionar con ira o agresión. “Es normal, como padres, que te sientas decepcionado, enojado, pero se debe abordar la situación con serenidad. Castigar física o verbalmente puede sin lugar a dudas empeorar la situación”, advierte la psicóloga.
Ante esta situación ofrece las siguientes recomendaciones:
Hablar abiertamente con tu hijo. Se debe propiciar un momento tranquilo y privado para hablar sobre el comportamiento inadecuado. Hay que facilitarle que pueda compartir sus pensamientos y sentimientos sin juzgar, escuchar su perspectiva, sin dejar de enfatizar que el acoso es inaceptable. Algunas preguntas que ayudan a entender sus razones son:
- ¿Qué hiciste?
- ¿Consideras que fue una decisión inadecuada?
- ¿A quién o quiénes lastimaron tus acciones?
- ¿Qué estabas tratando de lograr o demostrar?
- ¿Cómo crees que podrías lograr tu objetivo sin lastimar a nadie?
- ¿Cómo te sientes al saber que otros se sienten mal con tus acciones?
Analiza las razones detrás del acoso. Hay que examinar factores desencadenantes como problemas de autoestima, dificultades para manejar la ira o la frustración, imitación de modelos negativos o problemas en las interacciones sociales. Conocer estos factores puede ayudar a identificar las áreas en las que su hijo necesita orientación y apoyo.
Establecer límites claros y consecuencias, y que las mismas sean apropiadas y consistentes para su comportamiento. Se sugieren consecuencias educativas.
Enseñar respeto y empatía. Conversar sobre la importancia de entender los sentimientos de los demás, así como respetar las diferencias en general. Igual es importante que entienda las consecuencias negativas que sus acciones tienen en las personas que está acosando.
Buscar apoyo psicológico. Un terapeuta especializado puede ayudar al niño o adolescente a trabajar en sus habilidades sociales, manejo de emociones y a explorar los problemas que subyacen a su comportamiento inadecuado.
Buscar apoyo en su institución educativa. Mantener comunicación cercana con sus profesores y el personal escolar para abordar la situación de manera colaborativa permitirá que juntos puedan desarrollar estrategias para prevenir y evitar el acoso, así como brindarle apoyo integral.
Informarte del comportamiento de tu hijo. ¿Con quién se reúne? ¿Cómo utiliza su tiempo? ¿Qué ve en internet?
Facilitar que tenga oportunidades de ver a las personas cuando son amables. Como padres, hay que procurar siempre dar el ejemplo. Es importante destacar cuando el niño actúa amablemente y controla sus emociones. Una sugerencia puede ser felicitarlo y motivarlo a seguir actuando de esa manera.
¿Cómo se trata a nivel psicológico?
Para abordar casos de niños o adolescentes acosadores, en primer lugar los padres deben reconocer que existe un problema, explica Feliz. Seguido, se procede a la evaluación, en la que se indaga sobre los estilos educativos de los padres y se evalúan las habilidades sociales del menor.
Una vez culminado el proceso de evaluación, se traza un plan de intervención y se procede con el mismo. “Estos programas terapéuticos, por lo regular, buscan eliminar las conductas agresivas, mejorar las habilidades sociales y viabilizar una adecuada regulación emocional, así como proporcionar herramientas para solucionar conflictos”, indica.
Durante el proceso de intervención también se trabajan con los padres y maestros pautas psicoeducativas ante el acoso escolar y se le proporcionan una serie de recomendaciones para seguir en casa y en el aula, a modo de que así puedan reforzarse los objetivos terapéuticos.
“Es importante destacar que cada situación es particular y que puede requerir enfoques específicos, sin embargo, el objetivo principal es ayudar al niño o adolescente a conocer las razones subyacentes, lograr cambios de pensamientos y conductas”, concluye.
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