El síndrome del corazón roto sí existe y puede presentarse como un infarto

Especialistas en cardiología y psicología de Cemdoe explican en qué consiste este síndrome y cuáles son las señales de alerta

Es desencadenado por la presencia de una situación de estrés emocional o físico altamente significativo. (Freepik)

¿Has escuchado hablar sobre el síndrome del corazón roto? Cuando utilizamos la frase “me rompió el corazón”, lo hacemos en sentido figurado para expresar dolor por un impacto emocional. Sin embargo, la realidad es que el corazón sí puede verse afectado por situaciones estresantes y emociones extremas.

Así lo explica la cardióloga Claudia Almonte. “No es un mito, el síndrome del corazón roto sí existe y tiende a caracterizarse por presentarse como si fuera un infarto, con dolor de pecho, dificultad respiratoria, cambios en el electrocardiograma, en el ecocardiograma y trastorno en la contractilidad”, refiere la especialista del Centro Médico de Diabetes, Obesidad y Especialidades (Cemdoe).

Ella indica que, dado que este síndrome es parecido a un infarto, también lleva al paciente a cateterismo, resultando coronarias normales, aunque puede presentar, posteriormente, falla cardíaca o arritmias. “Cuando se le realiza la ventriculografía o el cateterismo cardíaco, las coronarias están normales, mientras que en un infarto hay coronarias obstruidas que hay que abrir para que vaya mejor la circulación”.

¿Qué lo causa?

La afección conocida como síndrome del corazón roto, abombamiento apical o miocardiopatía por estrés, fue descrito por primera vez en los años 1990 en Japón y se nombró síndrome del Tako-Tsubo en honor a la vasija abombada y con cuello estrecho que utilizan en dicho país para la pesca de pulpos, guardando un estrecho parecido con el ventrículo izquierdo del corazón humano cuando se dilata por esta afección.

Ana Cabrera, psicóloga clínica y de la salud de Cemdoe, resalta que es desencadenado por la presencia de una situación de estrés emocional o físico altamente significativo, que provoca en el paciente un nivel de dolor en el pecho descrito como “si algo estuviera hueco o roto” o que “se están muriendo de pena”.

El aumento de los latidos del corazón, altos niveles de ansiedad y sensaciones de malestar en general, son algunos de los síntomas que experimenta la persona, siendo la pérdida o el fallecimiento de un ser muy querido uno de los factores más frecuentes que lo causa.

“Al tener cierta similitud al infarto, algunas de las secuelas psicológicas que se suelen ver es que la persona se mantiene con síntomas frecuentes e intensos de estrés, dolor o tensión en el pecho, ansiedad, problemas de insomnio, dificultad para relajarse y concentrarse en sus funciones del hogar, trabajo, etc., necesidad de chequear con el médico todo lo que siente, visitas a emergencias por dolores agudos en el pecho sin resultados claros, muchos pensamientos catastróficos alrededor de la enfermedad”, dice Cabrera.

El síndrome afecta en su mayoría a las mujeres, sobre todo aquellas que han llegado a la etapa post menopáusica o que han sufrido algún trauma o pérdida importante. Las especialistas explican que una persona con esta afección tiende a reponerse en aproximadamente dos o tres semanas con el tratamiento adecuado de un cardiólogo.

Es por ello que una persona que haya sido diagnosticada con él, debe acudir periódicamente al médico. Por lo menos una vez al año, la persona debe hacerse una evaluación cardiovascular y, si está en medicación, cada cuatro o seis meses debe ser reevaluado por su médico de cabecera debido a que, a pesar de que el síndrome es transitorio, pueden quedar secuelas.

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