Más del 50% de mujeres y niñas sufren violencia digital en el mundo
La ciberviolencia de género, que creció con la pandemia, es la consecuencia del desarrollo de las nuevas tecnologías
A nivel mundial el 52 % de las mujeres jóvenes y niñas han sufrido abusos en línea. Lo asegura la encuesta World Wide Web Foundation, que destaca el envío de imágenes, videos o mensajes privados sin consentimiento, mensajes de odio y humillantes, o acoso sexual, entre los ciberdelitos más frecuentes. Un tipo de violencia que creció durante la pandemia y que se ha convertido en una de las consecuencias de la violencia de género contra las mujeres y niñas con el desarrollo de las nuevas tecnologías, donde “cada vez encuentra más formas para silenciar y excluir a las mujeres del espacio digital”, confirma un informe de ONU Mujeres.
Nuestro país no es ajeno a esta forma de violencia, que, sigue explicando este informe de ONU Mujeres, suele atacar y amenazar perfiles muy concretos: “defensoras de los derechos humanos, periodistas, activistas y mujeres que participan en actividades públicas”.
Es el caso de Gabi Desangles, comunicadora y actriz, que en los últimos años ha sido vulnerable a mensajes de violencia que le llegan a través de las redes sociales y que califica de “desacertados y bastante crueles”. “Para mí la experiencia ha sido dura, pero entiendo que no soy la única y que mi trabajo me permite entenderlo mejor, aunque no deja de ser difícil”, confiesa la comunicadora.
No es la única. La directora de Plan Internacional en la República Dominicana, Virginia Sáiz, destacó en 2021 que, de acuerdo a un estudio reciente que publicó esa entidad, el 94% de los adolescentes (mujeres y varones) del país reportaron que habían sufrido algún tipo de abuso virtual, uno de los indicadores más altos que existen con respecto a otras naciones.
Qué es la violencia digital de género
La violencia digital hacia la mujer se caracteriza por la vulneración de derechos a través de los servicios digitales o telemáticos. En palabras del neuropsicólogo Oom Blanco, es la exposición como objeto de goce o instrumento de placer y representa un obstáculo para el acceso seguro a las comunicaciones e información digital, generando consecuencias psicológicas, emocionales y sociales.
Este tipo de violencia incluye diferentes formas de abuso que van desde el ciberacoso, la incitación al odio, la revelación de información personal a través de internet, el abuso sexual hasta la explotación, el chantaje, la desinformación de género y los ataques a la libertad de expresión.
A las mujeres jóvenes les afecta la violencia sexual digital, en especial la difusión sin su consentimiento de audios, imágenes o videos íntimos. De acuerdo con la ONG Taller de Comunicación Mujer, estos abusos están relacionados con la falta de comprensión de las dimensiones del consentimiento sexual, así como con el ejercicio de dominación sobre las víctimas que transgrede los límites sobre sus identidades y decisiones íntimas y cotidianas.
Uno de los obstáculos de la violencia digital es que es menos visible que la física. Sin embargo, Blanco aclara que el punto clave para identificarla es que en ella generalmente hay intencionalidad. “No es posible siempre controlar cómo el otro pueda reaccionar y es una línea muy gris, porque cualquier puede interpretar como violencia un comentario que, aunque le afecta, no necesariamente le agrede”, explica.
Las repercusiones psicológicas y emocionales del abuso digital pueden ser muy variadas, dependiendo de la forma de la que sea víctima la mujer. “Por ejemplo: sentimientos de depresión, ansiedad, estrés, miedo o ataques de pánico en casos de ciberacoso, intentos de suicidio por parte de mujeres afectadas por la distribución no consensuada de imágenes sexuales”, refiere Blanco.
La manera en la que se relaciona también puede verse afectada, ya que quienes sufren este tipo de maltrato son personas que tienen dificultades para socializar, se aíslan, se les dificulta la comunicación familiar y presentan constante sensación de paranoia y soledad. Asimismo, esa mujer puede sentirse culpable de la situación por pensar que de alguna manera la ha provocado, razón por la que muchas veces no denuncian el abuso.
Al final, una consecuencia propia de la violencia de género contra las mujeres y las niñas en la Tecnología de la Información y la Comunicación, es que cada vez encuentra más formas para silenciar y excluir a las mujeres del espacio digital”, señala el informa ONU Mujeres.
No es el caso de Gabi, quien considera que “la experiencia le ha dado la fuerza y el entendimiento para comprender que no vale la pena prestar atención a comentarios llenos de odio y frustración”. Para la comunicadora, las redes sociales llegan a tener el poder de desorientar acerca de los propósitos de las personas, olvidando, en ocasiones, lo que en verdad importa, solo por darle satisfacción a los demás, se llega a perder momentos valiosos por poner la atención en las redes sociales.
“Las redes sociales llegan a tener el poder desorientar acerca de los propósitos de las personas, olvidando, en ocasiones, lo que en verdad importa, solo por darle satisfacción a los demás, se llega a perder momentos valiosos por poner la atención en ellas. Llegamos a poner en las manos de los demás nuestra autoestima, la felicidad y hasta lo que queremos para nosotros. El gran reto de todos, hoy en día, es ver las redes sociales como lo que es: un juego, una plataforma para compartir, pero no para definirnos”, dice.
Cómo luchar contra la ciberviolencia de género
Para luchar contra la violencia digital hacia las mujeres no hay una fórmula, considera el neuropsicólogo Blanco. Lo que se puede hacer es empezar a educar desde el respeto y la tolerancia en las diferencias, así como darle visibilidad a esta problemática y perseguir el delito. Tal y como refieren desde Taller de Comunicación Mujer, hay que romper con la idea de que la violencia de género digital por ser virtual no es real y, por ende, no genera afecciones en la vida de las personas y sus entornos.
Así lo siente también Gabi Desangles: “El sentimiento que causa la violencia en las redes sociales no se diferencia al que genera la violencia en la vida física: deja a la persona vulnerable y agredida, pero con la agravante de no saber a quién responsabilizar, lo cual es frustrante”.
Y para actuar contra la ciberviolencia de género, en nuestro país algunas voces ya se alzan para pedir la aprobación de una legislación o acciones ejecutivas que, de la mano del Congreso Nacional o el Gobierno Central, elaboren políticas públicas que protejan a las mujeres en las redes sociales y otras plataformas tecnológicas. “Pensar que sólo en el hogar las mujeres pueden sufrir violencia de género es una forma arcaica de pensar”, dice Ángel García Collantes, experto en criminología del CEF Santo Domingo. Y es que, según estima el especialista, “sirve de poco que un fiscal genere una orden de alejamiento, cuando el victimario tiene la facultad de acceder a su objetivo por medio de sus diversos perfiles de redes sociales, las plataformas de mensajes instantáneos como WhatsApp o incluso los canales digitales de sus seres queridos o allegados. Es necesario que los mecanismos de protección contra las abusadas estén instalados, sean accesibles y brinden un servicio eficiente”.
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