El cambio de saberse padre
Cuando llegan los hijos al seno de una pareja, las hormonas no sólo revolucionan el organismo de la madre, sino también el del padre
Las secreciones de las glándulas endocrinas no sólo modifican el funcionamiento biológico de las mujeres cuando son madres, sino que también pueden alterar a los hombres en momentos inesperados como el de la paternidad. Entonces se elevan sus niveles de oxitocina y de prolactina, facilitándoles las relaciones afectivas.
“Tiene las hormonas alteradas”. Esta frase, a menudo cargada de connotaciones machistas y de incomprensión, y detrás de la cual se esconde la proverbial incapacidad masculina de entender el universo femenino, no puede aplicarse exclusivamente a la mujer como sucede hasta ahora. Es un prejuicio con los días contados.
Ni siquiera cuando están en una de las etapas más bellas y plenas de la existencia femenina, es decir, en el transcurso del embarazo, después de dar a luz y durante la lactancia, pueden las mujeres librarse de las alusiones a sus alteraciones hormonales, utilizadas por los hombres para “explicar” algunas de sus conductas.
Pero ahora se ha descubierto que cuando llegan los hijos al seno de una pareja, las hormonas no sólo revolucionan el organismo de la madre, sino también el del padre, aunque no haya llevado en su vientre al recién nacido.
Cambios en los estados de ánimo, que pueden oscilar entre la tristeza, la apatía y la euforia. Alteraciones en el sueño y los hábitos alimenticios. Aumento del peso, retención de líquidos y vaivenes en la temperatura y sudoración corporal.
“Son algunos de los síntomas más habituales, caracterizados sobre todo por las fluctuaciones de diverso grado y duración en el funcionamiento del organismo y de la mente, que sufren las mujeres durante la gestación y después del parto, debido a que sus glándulas endocrinas liberan una cascada de sustancias hormonales en su torrente sanguíneo”, explica la doctora María Esther de la Paz, medica experta en medicina naturista.
Según la doctora De la Paz, durante la gestación y la etapa inmediatamente posterior, la mujer también sufre oscilaciones en los ritmos biológicos y funciones fisiológicas, como la digestión y la actividad intestinal, debido a sus fluctuaciones hormonales.
Pero las hormonas pueden jugar buenas y malas pasadas no sólo a la flamante madre, sino también al padre, según muestra una investigación de las universidades de Yale (EEUU) y de Bar-Ilan (Israel), coordinada por la neuróloga Ruth Feldman, que revela que en el cerebro de los hombres ocurre algo muy similar a lo que sucede en el de la mujer cuando viene un hijo al mundo.
Las hormonas que inundan al hombre
Al nacer un hijo, en el cerebro de los progenitores aumentan los niveles de hormonas, sobre todo la oxitocina, la hormona que ayuda a la mujer durante el parto a contraer el útero y responder a las exigencias del recién nacido, y la prolactina, fundamental para estimular la lactancia materna, de acuerdo al estudio de Feldman, que ha recogido el diario italiano ‘La Repubblica’.
Cuando los padres tienen a su pequeño en brazos aumenta en su organismo la producción de oxitocina y prolactina, las cuales actúan sobre la amígdala cerebral, relacionada con las emociones, y contribuyen a la establecer las relaciones afectivas, lo cual influye en sus sentimientos y pensamientos respecto del bebé.
Para su investigación, la neuróloga comprobó el nivel hormonal de 43 padres durante los seis meses siguientes al nacimiento de los hijos, lapso durante el cual estudió su capacidad para tranquilizarlos, jugar con ellos y entender sus necesidades, la cual fue mayor en aquellos con sus niveles hormonales más elevados.
Según Feldman, muchos padres se muestran desinteresados en la paternidad hasta que tienen al bebé en sus brazos y sufren un cambio en los sentimientos, una inesperada tempestad emocional.
El aumento de la oxitocina, cuando los padres y madres viven el primer nacimiento es incluso superior, aunque ambos progenitores reaccionan de modo diferente frente a estos impulsos hormonales: las madres desarrollan un mayor sentido de la protección, en tanto que los varones se muestran más predispuestos a jugar con el nuevo hijo.
Para la doctora Feldman, es probable que a medida que aumenta el tiempo que los padres pasan con su hijo y progresa la capacidad del niño para interactuar con ellos, la prolactina y la oxitocina aumenten en la mujer y el hombre para dar respuesta a las necesidades del recién venido al mundo.
por Daniel Galilea
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