¿Sabes qué tipo de padre eres?
Los expertos de la conducta han definido cuatro estilos de crianza generales que los padres tienden a llevar a cabo con sus hijos
Muchas personas apuestan por la construcción de un nuevo modelo de paternidad, más consciente de su participación en la crianza, más presente y de mayor compromiso, es por eso que algunos se preguntan: ¿qué tipo de hijos estaré criando según como soy? La fecha conmemorativa del Día del Padre en la República Dominicana pone aún más al descubierto esta interrogante.
Ante este particular, puedo decir que los expertos de la conducta han definido cuatro estilos de crianza generales que los padres tienden a llevar a cabo con sus hijos:
- • Estilo dominante o disciplinario.
- • Estilo permisivo o complaciente.
- • Estilo negligente o desinteresado.
- • Estilo de autoridad democrática.
Los padres con un estilo de crianza dominante o disciplinario tienden a hacer énfasis en el cumplimiento de reglas. No se muestran inclinados a negociar, si no más bien a ser obedecidos. Ponen reglas y consecuencias sin tener en consideración las emociones y opiniones de los hijos. Les importa mucho el sentirse respetados más que queridos por los niños; y fácilmente usan frases como “porque yo lo dije”.
Este estilo de crianza puede contribuir a que los hijos sean disciplinados, organizados y cumplidores de las reglas; pero también dependientes de que otros decidan por ellos, cohibidos e inseguros. Tienden a presentar problemas de autoestima porque sus opiniones no son valoradas. Pueden convertirse en mentirosos para evitar ser castigados o sermoneados. Y con cierta frecuencia albergan ira y resentimiento hacia sus padres.
Los padres con un estilo de crianza permisivo o complaciente tienden a permitir que sus hijos hagan lo que deseen, cede con frecuencia a los reclamos y rabietas de los niños, los complacen en casi todo, y se le dificulta poner reglas. Estos padres quieren ser querido por sus hijos más que respetados; y por eso a veces no ejercen la autoridad requerida con el objetivo no sentir que pierden el cariño del hijo. Son padres que con frecuencia intentan poner consecuencias, pero no las cumplen.
Este estilo de crianza puede tener como consecuencia niños que creen merecerlo todo, y que pueden conseguir lo que quieran cuando quieran. Los hijos pueden terminar siendo impacientes, no saber postergar la gratificación, presentar pobre control de los impulsos, dificultades para organizarse y adaptarse a las reglas y estructuras. Incluso tienen mayores riesgos de presentar dificultades de salud dada la poca disciplina en el hogar alrededor de los patrones de alimentación y sueño.
Los padres con un estilo de crianza negligente o desinteresado tienden a ser poco involucrados y distantes emocionalmente. Hacen énfasis en que los hijos “se críen solos” y “aprendan de las experiencias”. Dejan que los chicos decidan por sí mismos casi todo, y que se tropiecen y paguen consecuencias, pero desde un extremo que llega al desinterés.
Este estilo de crianza puede generar chicos independientes y que “se las arreglen por sí solos”, pero con un profundo sentimiento de abandono. Dada la falta de orientación y supervisión, son más propensos a involucrarse en conductas de alto riesgo como el abuso de sustancias y el sexo irresponsable. Pueden buscar la atención que no reciben en el hogar en personas y actividades que no necesariamente sean saludables para ellos.
Por último, el estilo de crianza con autoridad democrática es considerado el más saludable y efectivo de todos los estilos. Estos padres ponen reglas y consecuencias claras en el hogar, ponen límites y saben decir que no, pero mantienen una comunicación abierta con los hijos. Tienden a involucrar a los hijos en la toma de decisiones, escuchando sus opiniones y emociones, pero dejando claro que la autoridad máxima en el hogar son los padres. Están abiertos a negociar y ceder cuando la ocasión lo amerita. Y si deben tomar una decisión que al hijo no le agrada, lo hacen con calma y seguridad, y lo expresan con amor.
Este estilo de crianza contribuye a que los niños desarrollen una buena autoestima, tengan confianza en sí mismos, se comuniquen adecuadamente, y sientan que sus opiniones y emociones son importantes. Los niños criados bajo este estilo tienden a tener mejor desempeño académico, mayor estabilidad emocional y menos dificultades de conducta. Además, reportan ser más felices y muestran mejor manejo en el proceso de toma de decisiones.
Antes de concluir, es importante resaltar que, aunque en sentido general existan estos estilos de crianza, muchos padres podrían terminar adoptando un estilo híbrido; y aunque implementarlos en la dinámica con sus hijos podría incidir en las conductas futuras cuando estos sean adultos, no se traducen en un factor determinante de los hábitos y la personalidad del individuo, ya que en la transición a la adultez hay muchas variables intrínsecas y extrínsecas que confluyen para la consolidación psicoemocional.
El autor, César Fernández, M.A, es cofundador de Praxis Psicología Integral (@praxisdom)
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