¿Cuál es el menú digital de su familia?
Al igual que una alimentación equilibrada beneficia nuestra salud, llevar una buena ‘dieta digital’ es una pieza de nuestra vida que debemos cuidar y tener en cuenta para alcanzar un bienestar
Los especialistas en seguridad en línea y bienestar digital han acuñado un nuevo término para describir el uso de la tecnología dentro del núcleo familiar y el contenido preponderante de las actividades e interacciones en internet que efectúan sus integrantes con mayor frecuencia: la dieta digital familiar (DDF).
“A día de hoy casi todo el mundo conoce los beneficios de seguir una dieta alimenticia equilibrada y saludable”, señala Eduardo Cruz, director ejecutivo (CEO) de la plataforma Qustodio.
“De la misma manera tenemos que trabajar y colaborar para que la sociedad en general también entienda que una `dieta digital´ equilibrada es una pieza más que debemos cuidar y tener en cuenta para poder alcanzar un bienestar personal pleno y en convivencia con los demás”, propone Cruz.
Para Cruz es recomendable que la DDF incluya “momentos para compartir nuestro mundo digital en familia. Todo ello, en un balance que nos permita conseguir nuestros objetivos personales en la vida y que apoye los objetivos de los demás”, según Cruz.
Describe a la DDF ideal como “el modo perfecto de hacer uso de la tecnología en el núcleo familiar y también fuera de ese entorno”.
Admite que esto es algo realmente complicado, ya que “vivimos en una sociedad en la que tenemos la constante necesidad de estar conectados para sentir que estamos en contacto con el mundo, con la realidad, y a menudo nos perdemos lo que está pasando realmente a nuestro alrededor”.
Lo digital abarca gran parte de nuestras vidas, desde el colegio o el trabajo, hasta el ocio y el entretenimiento, pasando por la necesidad de comunicarnos con el resto de las personas, con la comodidad añadida de poder hacerlo desde casa, explica Cruz
Pero al mismo tiempo, lo digital “nos aleja más del contacto directo o de las actividades al aire libre y eso es lo que hay que evitar. Hay que encontrar un equilibrio entre ambas facetas: la vida virtual y la vida real”, asegura.
Para Cruz “lograr ese equilibrio es un trabajo conjunto de todos los miembros de la familia, pero debe empezar por los padres, ya que los adultos tienen mejores capacidades de gestión y autocontrol y son quienes deben encargarse de educar a los niños en lo digital como lo hacen en su día a día” con otras cuestiones.
“Hay que marcar pautas, horarios y crear rutinas que cumpla toda la familia para que el uso saludable de la tecnología se establezca de forma natural y se asimile como algo normal”, recomienda.
Juntos pero distanciados
Además, la mayor parte de las veces, la tecnología se utiliza de modo individual, lo que puede llevar a que la familia esté distanciada, aunque comparta el mismo entorno, reflexiona.
Para evitar que la interacción con internet sea un momento de aislamiento, Cruz considera importante que las familias “hagan también un uso conjunto de la tecnología, es decir, que utilicen las herramientas digitales para realizar actividades en familia, jugar a juegos o ver películas, mejorando y reforzando así la relación”.
Este experto ha observado que hay muchas personas que deciden eliminar por completo, durante un tiempo, todo contacto con lo digital, pero no es una buena solución ya que, una vez acabado ese corto periodo de tiempo, suelen volver a su dinámica normal de hiperconectividad y exceso en el uso de pantallas.
Para Cruz este es un proceso similar al de las ‘dietas milagro’ de la alimentación, las cuales “no funcionan a largo plazo”.
Según el CEO de la plataforma de control parental y bienestar digital Qustodio “lo ideal es encontrar un equilibrio entre las horas que pasamos conectados frente a las pantallas y las horas que disfrutamos alejados de ellas y convertir ese equilibrio en una rutina saludable que perdure a lo largo del tiempo”.
“Buscar momentos de desconexión, marcarse horarios y no centrar el ocio o entretenimiento exclusivamente en las pantallas puede ayudarnos a mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con la tecnología y, así, evitar los problemas que puede causarnos un mal uso de lo digital”, puntualiza.
Una rutina digital descontrolada, excesiva y continuada que no respete horarios para dormir, absorba casi todo nuestro tiempo y esté incluida en todos los aspectos de nuestra vida (entretenimiento, ocio, sociales, trabajo, formación) puede tener consecuencias como la adicción a las pantallas, la dependencia, la ansiedad, los trastornos del sueño o el aislamiento, advierte.
Eduardo Cruz ofrece tres recomendaciones prácticas para mejorar la dieta digital en el ámbito familiar, aconsejando a los padres…
Predicar con el ejemplo
“Los niños y niñas son como esponjas y sus familias son sus primeros referentes de comportamiento en todos los campos que conforman su vida”, explica.
“A los menores les influye más el comportamiento que observan en los adultos, que aquello que se les pueda recomendar verbalmente, por lo que es importante ser consecuentes con lo que se les dice y lo que se hace y enseñarles una rutina saludable desde la acción”, sugiere.
Crear comunicación y confianza
Muchas veces olvidamos que es importante tratar a los pequeños de la misma forma en la que queremos que nos respondan, según Cruz. “Si esperamos cierta madurez por su parte, debemos hablarles de manera abierta, cercana y sin ocultar u obviar temas que pueden llegar a incomodarnos”, recomienda.
“Darle naturalidad a la conversación y exponer todos los riesgos y ventajas de una situación, puede ayudarnos a que todo funcione de manera fluida y con mayor confianza y respeto por ambas partes”, indica.
Marcar tiempos y rutinas
Al igual que nuestros hijos tienen un horario de colegio, unas horas establecidas para comer, para el baño o para encontrarse con sus amigos o salir a jugar, deben tener un horario destinado a los momentos más tecnológicos, según Cruz.
Este experto recomienda por ejemplo “restringir el uso de pantallas antes de acostarse, al menos una hora antes de irse a la cama, lo que ayudará a mejorar la conciliación y calidad del sueño, tanto de adultos como de menores”.
por Ricardo Segura
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