La felicidad, un estado que nos hace bien
La psicología y la psiquiatría coinciden en la subjetividad de esta emoción, que cada 20 de marzo celebra su efeméride
En muchas ocasiones nos resulta innecesario definir las cosas grandiosamente buenas que ocurren en nuestras vidas. Suelen ser simples, pero igualmente complejas. Sabemos que nos hacen bien y es suficiente.
Tal es el caso de la felicidad, que hoy es su efeméride. Los profesionales de la conducta coinciden en que es un estado subjetivo, que depende de cada individuo.
Para la mayoría, quizá tan solo sea ese estado de ánimo que todos deseamos tener siempre. Pero, ¿desde cuándo podemos ser felices? ¿Nacemos con la felicidad? ¿Es la felicidad una decisión o un regalo de la vida? Hay muchísimas preguntas cuyas respuestas podrían enloquecernos y complicarlo todo.
Al consultar al psicólogo Oom Blanco, él considera que nadie nace siendo feliz. Para él, la felicidad es el resultado de una construcción individual, que va surgiendo en la medida en la que vamos encontrando nuestro propósito en la vida.
“La felicidad es la disposición de buscar dónde y cómo encajamos en este universo y actuar en consecuencia, disfrutando el proceso con sus momentos tristes, de impotencia y dolor. La felicidad es la constante búsqueda de sentido y la apertura para reconocer y aceptar aquello que aparece, trabajarlo y hacerlo pare nuestra o soltarlo, según sea el caso”, explica este neuropsicólogo.
Blanco dice que fomentar la felicidad depende de cada persona; y que ella se reconoce, se construye y se disfruta a través de actividades placenteras, hacer tareas que nos apasionen, compartir nuestros logros y bienes con otros; celebrar, mantener relaciones positivas, meditar y sobre todo buscar conocerte a ti mismo.
La felicidad desde la mirada psiquiátrica
A pesar de que en la Psiquiatría la felicidad mantiene esa condición subjetiva- con la que comenzamos este artículo- es desde la mirada de esta ciencia en la que le encontramos un mayor sentido, si es lo que se busca. También en ella se evidencia su existencia y el impacto que llega a tener en la mente y el cuerpo.
Entrevistamos a la doctora Xiomary Mercedes, especialista en psiquiatría y sus explicaciones nos dan un sentido de la felicidad, que pocas veces es considerado.
A su criterio “probablemente no exista una definición exacta ni establecida para la felicidad desde el punto de vista de la psiquiatría, lo que sí se conoce es que es una cuestión en donde cada individuo puede colocar sus propios parámetros para definirla. Algunos investigadores han evidenciado la felicidad es una medida de bienestar subjetiva que puede influir en las actitudes y comportamiento del ser humano”.
Explica que, desde el punto de vista bioquímico, en el cerebro humano existen sustancias que se encargan de la alegría, el placer y la felicidad:
La dopamina es la que nos motiva a lograr nuestros objetivos, que una vez alcanzados se produce una emoción placentera de haberlos conquistado, guarda mucha relación con los procesos cognitivos asociados al aprendizaje y la toma de decisiones.
La serotonina se conoce como la hormona de la felicidad. Se activa cuando nos sentimos importantes y valiosos, tiene una notable influencia en el deseo sexual y juega un papel preponderante en la regulación del ciclo sueño-vigilia.
La oxitocina tiene una función importante sobre los vínculos saludables y afectivos y las interrelaciones sociales equilibradas, se relaciona con la confianza y la intimidad, y se ha demostrado su liberación en el orgasmo masculino y femenino.
Las endorfinas es la que provoca que luego de realizar ejercicios físicos nos mostremos más enérgicos y animados, ya que producen una sensación de placer y euforia, promueven la calma, mejoran el humor, reducen el dolor, retrasan el proceso de envejecimiento o potencian las funciones del sistema inmunitario.
- Sus beneficios para la salud mental
Según la especialista Xiomary Mercedes los beneficios de la felicidad para la salud mental son múltiples y nos desglosa algunos:
Mejora el humor.
Disminuye el estrés y síntomas de ansiedad.
Retrasa el envejecimiento.
Mejora la salud física (que al final se traduce en mejora de la salud emocional).
Mayor resiliencia.
Se goza de una relación de pareja satisfactoria y se tiende a ser mejores padres.
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