¿Por qué repites los mismos errores en tus relaciones de pareja?
La elección de tu pareja está muy relacionada con el tipo de apego que tuviste en tu infancia con tus padres o cuidadores primarios.
¿Repites los mismos errores en tu relación de pareja una y otra vez? ¿Atraes siempre al mismo tipo de persona en tus relaciones amorosas? ¿Tiene un prototipo de chico o chica? Los seres humanos aprenden a relacionarse en pareja en la práctica, pero cada persona es el producto de su familia y el ambiente.
En este sentido, la psicóloga Nancy Patricia Canó, creadora del espacio (@eduaccion), asegura que la elección de tu pareja está muy relacionada con el tipo de apego que tuviste en tu infancia con tus padres o cuidadores primarios.
Para la especialista, cuando en la infancia nuestros cuidadores no nos brindaron un apego seguro y nuestras necesidades emocionales no estuvieron satisfechas, crecemos con una pobre estima y con carencias emocionales que nos hacen buscar parejas que no nos aportan y con las que repetimos el mismo tipo de relación que tuvimos con nuestros padres o cuidadores.
“Y es así como siempre terminamos con parejas que nos marcan aún más y que erróneamente nos ratifican que valemos poco”, agrega.
Estas carencias de nuestra infancia son las que hacen que nuestras relaciones afectivas terminan siendo una y otra vez igual a la anterior.
Si atraes al mismo tipo de pareja, es el momento de que:
Reflexiones y analices que este no es el amor que mereces.
Te convenzas de que vales mucho.
Entiendas que el respeto no es negociable.
Las relaciones son para crecer juntos y generar un proyecto de vida en común.
Las relaciones se basan en el amor y el respeto.
El que ama, no daña.
Heridas de la infancia
A continuación, te compartimos las heridas de la infancia, sus características y cómo enfrentar la situación:
1. El ego es una máscara
Todas las heridas de la infancia son el producto de situaciones vividas que nos marcaron y el ego llega para ignorar la existencia de estas heridas y evitarnos sanar.
Cuando no “reconocemos”, “enfrentamos” ni “trabajamos” terapéuticamente las heridas, estas no sanan, permitiendo que las experiencias que en la infancia fueron negativa continúen en la vida adulta ocasionando sufrimiento.
De lo contrario, si gestionamos nuestras emociones con ayuda de un profesional esta situación que nos marcó en un momento de nuestra infancia se convierte en una herramienta para edificar la vida.
En este parte, el ego juega una mala pasada cuando ignoramos estas heridas y permitimos que estas se apoderen de nuestro comportamiento y rijan el mismo.
“Terminamos repitiendo los mismos patrones que tanto daño nos ocasionaron en la infancia y que siguen lacerando nuestro ser”, según comenta la psicóloga a Diario Libre.
A veces las escondemos en nuestro inconsciente.
Otras veces sabemos que están ahí, pero las ignoramos y no queremos enfrentarlas.
Y en ocasiones queremos taparlas haciendo creer que nunca existieron
La especialista de la conducta, enfatiza que nuestro ego enmascara la herida y trata de ocultarla cada vez que se activa. “Nos paraliza, nos hace creer que la herida no existió y nos hace entender que los demás no se dan cuenta de las mismas. Pero, ojo, es todo lo contrario”.
Además, sostiene que: “Constantemente atraemos comportamientos y actitudes, o repetimos patrones de relaciones dañinas que responden a esas heridas de la infancia que aún no hemos sanado”.
“Siempre se puede sanar, si tú decides hacerlo”.
Hablar con tu niño o niña interior
Reconocer, aceptar, enfrentar y trabajar terapéuticamente para sanar.
2. El miedo al abandono paraliza
La también educadora comenta que algunas heridas producto de situaciones difíciles que vivimos en nuestra infancia provocan en nosotros un miedo aterrador de estar solos.
Llevándonos a una búsqueda constante de estar en una relación sentimental. Y no nos damos cuenta que permanecemos en esa relación por el simple miedo a la soledad.
“Cuando tenemos heridas de infancia que nos someten al miedo por abandono, dependemos de personas o somos incapaces de terminar relaciones dañinas, porque no tenemos las herramientas para ser feliz estando solos”, afirma.
El temor a la soledad hace que:
- Constantemente busquemos estar en relaciones por el simple hecho de tener a alguien a nuestro lado.
- Llamemos la atención de los demás.
- Necesitemos la presencia de otros.
- Demandemos el apoyo de otros.
Las personas con heridas de infancia que les ocasionan este miedo al abandono viven una vida de sufrimiento y de tristeza. Son personas que sienten que siempre les “falta algo”, según explica la especialista.
Sin embargo, asegura que no tenemos que vivir así, porque a pesar de vivir en la infancia una o varias situaciones que me marcaron. Podemos sanar esas heridas si trabajamos terapéuticamente este miedo.
En situaciones personales o profesionales, el miedo al abandono:
- Nos hacer buscar constantemente la opinión de los demás.
- Nos incapacita de tomar decisiones pensadas y desde la óptica de lo que nos conviene porque es parte de nuestro proyecto de vida.
- Expone nuestras inseguridades frente a los demás.
- Nos somete a pedir consejos constantemente.
- La opinión de los demás adquiere más peso que la nuestra.
3. El miedo al rechazo te anula
Otra de las heridas de la infancia que marca la forma en que nos relacionamos con nuestras parejas es la del miedo al rechazo. Esta situación provoca en nosotros sentimientos que nos llevan a entender que los demás rechazan nuestras acciones y evitan compartir con nosotros.
“Esta herida de infancia nos hace sentir que valemos poco, que somos incapaces y que no tenemos mucho que “dar” a los demás”, dice Nancy.
Esto sumado a que llegamos a creer que no tenemos herramientas para contribuir y para aportar en las interacciones.
El miedo al rechazo promueve que nos aislemos y, por tanto, que nuestros apegos y redes de amigos sean escasos o nulos.
Detrás de este miedo está esa herida de infancia y es aquí donde el ego juega el papel de “enmascarar” la misma y nos expone a dar por sentado que valemos poco. No tenemos que vivir así. Podemos sanar esas heridas si trabajamos terapéuticamente este miedo.
Enamórate de tí
La especialista manifiesta que para que los demás te amen, primero debes amarte tú. “Para poder desarrollar relaciones armoniosas, que estén basadas en el respeto, primero debes amarte a ti de forma incondicional, estar consciente de cuánto vales y reconocer el ser humano tan especial que eres”.
Admirar el gran ser humano que eres.
Mirarte al espejo y decirte cuánto te amas.
Reconocer lo que eres capaz de hacer por ti mismo(a) para ser feliz.
Reconocer tus fortalezas y tus áreas en crecimiento.
Dedicar tiempo para tus actividades placenteras.
Decir "no" cuando no puedes comprometerte en algo.
Salir de esas situaciones o relaciones difíciles porque reconoces que no te convienen y que vales mucho.
Saber con cuáles personas compartes tus días.
Saber elegir a quién le abres tu corazón.
Saber cuánto vales.
Exigir respeto y respetar a los demás.
Celebrar tus habilidades y logros.
Aprender de todo lo que no salió como esperabas.
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