¿Solo un juego?

Después de todas estas «Eñes» creo que ya empiezan a conocerme y saben que me encanta jugar con el diccionario. Han leído bien: jugar con el diccionario; no solo consultarlo y sacarle provecho, como la autoridad lingüística y la herramienta de trabajo insustituible que es, sino también disfrutar de su componente lúdico, que todo lo relacionado con las palabras lo tiene. Espero que no me tachen de irreverente después de esta confesión. Al fin y al cabo, los académicos tenemos imagen de serios, aunque no siempre sea merecida.

¿Han probado a retozar con el Diccionario académico en línea? Donde un diccionario tradicional solo nos permite el orden alfabético o la búsqueda al azar, el DLE digital nos brinda más posibilidades. Prueben a extraer, por ejemplo, las palabras terminadas en –uir y se toparán, entre otras, con el verbo capitidisminuir. Sé que nos recuerda al inmortal Cantinflas, pero existir, existe, y la RAE lo define como ‘reducir la capacidad o las posibilidades de alguien o de algo’. Verbo útil donde los haya en estos tiempos que corren. Lo echo a mis árganas léxicas de inmediato. Vuelvo al buscador y le pido que indague si hay más palabras que empiecen por capiti–; y las hay: capitidisminuido y capitidisminución. Claro, la familia de mi reciente adquisición.

Pero la conciencia empieza a remorderme. ¿Es lícito este entretenimiento con una obra que, me consta, es fruto de un trabajo y un conocimiento ingentes? Vuelvo al diccionario y busco, ahora sí, de la forma habitual el significado de jugar: ‘hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades’. Uf, me vuelve el alma al cuerpo: jugando con el diccionario, sin duda, estoy desarrollando una capacidad extraordinaria, la de aprender sobre las palabras.

@Letra_zeta

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