Si toca oponerse
Conocer la forma de las palabras nos ayuda a dominar su escritura. La morfología, la parte de la gramática que estudia la forma de las palabras, analiza los mecanismos para crear nuevas palabras que nos permitan decir lo que queremos decir, que no es otra la razón de ser de la lengua.
Entre estos mecanismos, la lengua ha desarrollado el que permite formar nuevos adjetivos a partir de la suma de un prefijo y un sustantivo. Si queremos un adjetivo que nos ayude a describir aquello que se opone al lavado de dinero, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo lavado: operación antilavado, ley antilavado. Si queremos un adjetivo que describa el efecto de un producto sobre la caída del pelo, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo caída: champú anticaída. Si queremos describir aquello que se opone a la corrupción, nos basta sumarle al sustantivo el prefijo anti-: movimiento anticorrupción. El adjetivo que resulta es invariable cuando lo usamos aplicado a un sustantivo en plural: operativos antilavado, leyes anticorrupción, lociones anticaída.
Cuando el adjetivo se forma sobre la base de un sustantivo que ya está en plural, la ese final se mantiene en el adjetivo resultante, ya sea este singular o plural. Si queremos calificar el «supuesto» efecto de un cosmético facial sobre nuestras arrugas, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo arrugas: crema antiarrugas, tratamientos antiarrugas. Desde luego, desde el punto de vista de la lengua, mucho mejor este antiarrugas que el engañoso antiedad, formado por el mismo procedimiento.
Casi sin quererlo el prefijo de origen griego anti- ha protagonizado todos nuestros ejemplos. Nos gusta ser positivos, pero hay ocasiones en la vida en las que nos toca oponernos, y la lengua tiene que servirnos también para ello.