Manos a la obra Manos a la obra

En las actividades académicas de divulgación en las que participo siempre surge alguien que se pregunta por la existencia, o inexistencia, de una palabra. El interesado afirma que ha buscado la palabra en «el» diccionario (aunque no especifica en cuál) y que no la ha encontrado. De aquí deduce que la palabra en cuestiónano existe. Recuerdo entonces a don Miguel de Unamuno quien, cuando alguien le hacía notar que alguna de las voces que usaba no constaba en el diccionario académico, sentenciaba: «Ya la pondrán».

Para muchas personas la inclusión en cualquier diccionario es la prueba irrefutable de la existencia de una voz, pero no siempre es así. Una palabra puede existir y no estar registrada en ningún diccionario; y también hay casos de palabras que no existen y que de una forma u otra aparecen en los diccionarios: son las llamadas palabras fantasma.

Una palabra existe cuando los hablantes la usamos; y es que somos los hablantes los dueños de la lengua. El que ese término aparezca o no en un diccionario dependerá del tipo de diccionario, de su calidad, o de los criterios que se han aplicado para seleccionar sus entradas.

Otra cuestión distinta es si la palabra es considerada correcta o si los hablantes sabemos emplearla bien. ¿Quién decide lo que es o no correcto en la lengua? Para el criterio de corrección en el español tienen mucho peso nuestras academias de la lengua, por tradición y por trayectoria. En cualquier caso, los buenos hablantes son los que marcan la pauta. Un buen hablante conoce y respeta las normas ortográficas y gramaticales y se preocupa por ampliar su vocabulario y por usar apropiadamente el que conoce. ¿Nos ponemos manos a la obra?

@Letra_zeta

Envíe sus preguntas y/o comentarios a la Academia Dominicana de la Lengua consultas@academia.org.do

En las actividades académicas de divulgación en las que participo siempre surge alguien que se pregunta por la existencia, o inexistencia, de una palabra. El interesado afirma que ha buscado la palabra en «el» diccionario (aunque no especifica en cuál) y que no la ha encontrado. De aquí deduce que la palabra en cuestión no existe. Recuerdo entonces a don Miguel de Unamuno quien, cuando alguien le hacía notar que alguna de las voces que usaba no constaba en el diccionario académico, sentenciaba: «Ya la pondrán».

Para muchas personas la inclusión en cualquier diccionario es la prueba irrefutable de la existencia de una voz, pero no siempre es así. Una palabra puede existir y no estar registrada en ningún diccionario; y también hay casos de palabras que no existen y que de una forma u otra aparecen en los diccionarios: son las llamadas palabras fantasma.

Una palabra existe cuando los hablantes la usamos; y es que somos los hablantes los dueños de la lengua. El que ese término aparezca o no en un diccionario dependerá del tipo de diccionario, de su calidad, o de los criterios que se han aplicado para seleccionar sus entradas.

Otra cuestión distinta es si la palabra es considerada correcta o si los hablantes sabemos emplearla bien. ¿Quién decide lo que es o no correcto en la lengua? Para el criterio de corrección en el español tienen mucho peso nuestras academias de la lengua, por tradición y por trayectoria. En cualquier caso, los buenos hablantes son los que marcan la pauta. Un buen hablante conoce y respeta las normas ortográficas y gramaticales y se preocupa por ampliar su vocabulario y por usar apropiadamente el que conoce. ¿Nos ponemos manos a la obra?

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