Circunloquios

Decimos de alguien que habla bien o que escribe bien como si fuera un don que le ha caído del cielo. Sin embargo, una expresión correcta, ya sea oral o escrita, tiene mucho que ver con la técnica y la técnica, por suerte para nosotros, puede aprenderse y afianzarse con la práctica.

Las palabras son el componente más numeroso, más rico y más cambiante de una lengua, por eso, enseñar a usarlas apropiadamente parece a veces tarea imposible. Repasando la Guía práctica del español correcto del Instituto Cervantes he seleccionado algunos ejemplos de circunloquios que oímos y leemos con frecuencia y que nos recomiendan evitar.

Para empezar con buen pie no está de más que recordemos que un circunloquio no es más que ‘un rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente’. El Diccionario de la lengua española de la RAE de 1817 lo define como ‘lo que se dice con muchas palabras pudiéndose explicar con menos’.

Estos circunloquios se cuelan hasta en la sopa para sustituir preposiciones, adverbios y verbos hasta hacernos olvidar que, generalmente, el buen estilo prefiere las formas más breves. Sin lugar a dudas mejor dentro que *a lo interno; mucho mejor poder hacer algo que *estar en condiciones de hacer algo; sin duda preferible para que *en aras de o con vistas a; mucho mejor saber que *tener conocimiento de algo.

Con estos circunloquios solo añadimos palabras innecesarias que no aportan contenido, matices ni expresividad a lo que decimos. La buena expresión no es solo cuestión de normas: también tiene mucho que ver el estilo.

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