Balones y femeninos
El Mundial de fútbol nos mantuvo un mes atentos a veinticinco hombres en calzones corriendo detrás de un balón. A simple vista un deporte sencillo que logra suscitar pasiones en todo el planeta.
La imagen de la presidenta croata apoyando a su selección, que llegó a ser subcampeona del mundo, revivió las dudas acerca del femenino del sustantivo presidente. Nada resulta más refrescante y alentador que tener la oportunidad de resolver dudas sobre la formación y el uso del género femenino en la lengua. Significa que las mujeres adquieren protagonismo y visibilidad por sus acciones y que la lengua debe poder expresarlo; expresarlo correctamente, por supuesto.
El sustantivo presidente, como muchos de los terminados en -nte, procede de un participio activo latino (praesidens, -entis). La mayoría de estos sustantivos funcionan normalmente como comunes en cuanto al género. Designan a personas de uno u otro sexo y solo podemos distinguir a qué sexo se refieren gracias a la concordancia con los determinantes o los adjetivos que los acompañan en la frase: el presidente electo/la presidente electa.
Sin embargo, el uso ha generalizado, incluso entre los buenos hablantes, la alternancia de género mediante el cambio de desinencias: presidente/presidenta. La utilización del femenino presidenta es mayoritaria. Y no crean que es una cosa de ahora: la forma ya está registrada en la edición de 1803 del Diccionario de la lengua española de la RAE. La misma regla, por supuesto, siguen las palabras que se forman a partir de presidenta: vicepresidenta, expresidenta, copresidenta.
No hay por qué alarmarse. Algo similar sucedió con infanta, clienta o tunanta. Los hablantes las asumieron hace tanto tiempo que ya no nos sorprenden. Uso, tiempo, norma, todo tiene su punto de protagonismo en la lengua.
@Letra_zeta
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