Anglicismos

Si ya los que procuramos hacer un buen uso de nuestra lengua huimos del abuso de anglicismos innecesarios, imáginense la urticaria que nos producen los anglicismos inventados. El Diccionario de la lengua española define como anglicismo el ‘vocablo o giro de la lengua inglesa empleado en otra’. Todos los usamos; algunos ocupan un hueco léxico que el español no ha llenado todavía; otros sacan a la luz esa inseguridad lingüística que nos convence de que lo dicho en otro idioma nos hace lucir más listos o más a la moda; otros delatan preocupantes lagunas en el vocabulario.

Los falsos anglicismos solo tienen del inglés la apariencia; las tomamos y las usamos a nuestra forma. Por ejemplo, nos apropiamos del sustantivo inglés fashion ‘moda’ para transformarlo en un adjetivo sui géneris aplicado a lo que está ‘a la moda’ (en inglés se diría fashonable o trendy). Al muy usado feeling le atribuimos el sentido de conexión entre personas cuando en inglés significa ‘sentimiento’. No hace falta insistir en todas las palabras de las que disponemos en español para referirnos a esta compenetración, afinidad, sintonía, entendimiento, cercanía o química que nos une a alguien.

Otras palabras las apañamos tomando una parte de aquí y otra de allá hasta que las convertimos en pequeños Frankenstein. Se trata de formas híbridas como puenting, formada con la raíz léxica de puente a la que se añade la terminación inglesa -ing, inventada para designar la actividad que consiste en precipitarse al vacío desde una gran altura atado a un arnés. El Diccionario panhispánico de dudas recomienda sustituirla por el neologismo puentismo, formada con el muy castellano sufijo -ismo que encontramos también en ciclismo o en piragüismo.

Siempre es aconsejable revisar lo que tenemos en casa antes de salir a buscar a lo loco.

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.