Matorrales y pastos capturan un 35 % menos de CO2 cuando la sequía es extrema
Un estudio alerta además de que los ecosistemas más vulnerables son los más secos
Las sequías cortas (de un año o menos) y extremas tienen consecuencias más graves de lo que se creía en los prados y matorrales del mundo, entre ellas que las plantas frenan un 60 % su crecimiento y reducen un 35 % su capacidad de almacenar CO2.
Un estudio que publica PNAS, firmado por un amplio grupo de investigadores, entre ellos españoles, alerta además de que los ecosistemas más vulnerables son los más secos y los que contienen menos riqueza de especies vegetales.
El equipo encabezado por Melinda Smith de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.) cuantificó el impacto de la sequía extrema a corto plazo en los pastizales y matorrales de todo el mundo con gran nivel de detalle para lograr un conocimiento básico de las posibles pérdidas de productividad vegetal en estos ecosistemas vitales.
Los resultados indican que la pérdida de crecimiento vegetal por encima del suelo -una medida clave de la función de los ecosistemas- era un 60 % mayor cuando la sequía a corto plazo era extrema, en comparación con las menos graves que se han experimentado históricamente con más frecuencia.
Este índice de crecimiento es “un dato clave que indica el estado de salud de los ecosistemas y que está relacionado precisamente con la capacidad de capturar CO2”, explica Josep Peñuelas, investigador del español CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y firmante del estudio.
La investigación también concluye que la capacidad de los matorrales y prados de almacenar CO2 se reduce un 35 % en el caso de sequía extrema, un porcentaje superior de lo que se había estimado hasta ahora.
Los ecosistemas de pastos y matorrales cubren entre un 30 y 40 % del planeta y acumulan más del 30 % de las reservas mundiales de carbono, por lo que “es crucial calcular con exactitud cómo afectarán las sequías del futuro a estos sumideros de carbono”, destaca Peñuelas.
Las sequías extremas comportan una escasez continuada de lluvia y, aunque suelen durar menos de un año, su impacto puede ser devastador.
A medida que el clima de la Tierra siga cambiando, las sequías de corta duración y de intensidad estadísticamente extrema serán cada vez más frecuentes, y lo que antes se consideraba una sequía de 1 en 100 años puede ocurrir ahora cada dos o cinco años, indica, por su parte Smith.
El equipo creó el llamado Experimento internacional sobre sequía, que se desarrolló en cien lugares con características climáticas, de suelo y de especies diferentes, precisa el CREAF.
En 44 sitios se recreó una sequía extrema durante al menos una estación de crecimiento completa y en 56 aplicaron una sequía menos severa. Tras un año, analizaron la pérdida del índice de crecimiento denominado ‘producción primaria neta aérea (PPNA)’.
Los resultados demostraron que, con un solo año de sequía extrema, se superaba con creces las pérdidas registradas anteriormente en pastizales y matorrales.
En concreto, detectó que era 1,8 veces mayor en el caso de los matorrales y un 1,5 en el de los prados, en comparación con lo que se creía hasta ahora, “es decir, prácticamente el doble de lo que se había estimado”, comenta Peñuelas.
El proyecto también muestra la variabilidad de la respuesta a la sequía en los ecosistemas de pastizales y matorrales, lo que ofrece tanto una revisión de los efectos globales del cambio climático como una idea de qué zonas sufrirán más estrés o serán más resistentes en los próximos años, apunta la Universidad de Colorado.
Los más vulnerables son los ecosistemas más secos y aquellos con menos riqueza de especies vegetales son menos resilientes.
Peñuelas dice que, según observaron, las “zonas que tienen un clima más seco, como algunos países del Mediterráneo, se verán más afectados”
Los datos “sugieren que las pérdidas son mayores en los lugares más secos", pero si se llega a los extremos -que es lo que se prevé- "en general podemos esperar -agrega Smith- pérdidas sustanciales independientemente del lugar del mundo en el que nos encontremos".
El equipo comprobó que incluso las pérdidas moderadas por sequías menos graves pueden “tener graves consecuencias para las poblaciones que dependen de estos sistemas. Además, hay que tener en cuenta la pérdida combinada de funciones en todo el planeta".
El equipo está examinando los datos recopilados durante los cuatro años del proyecto para evaluar ahora el impacto de las sequías plurianuales en todo el mundo.
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