Carne de laboratorio, alternativa prometedora para reducir emisiones de CO2, según expertos
Su costo de producción sigue siendo alto y aún se carece de datos nutricionales sobre ellos
Expertos de Naciones Unidas recomiendan consumir más proteínas de sustitución, para luchar contra el cambio climático. ¿De qué productos se trata y porqué son más compatibles con la crisis climática?
Comer más productos vegetales permitiría reducir las emisiones de CO2 del sector ganadero y atenuar la crisis climática. Es el mensaje contundente de expertos en agricultura en un nuevo informe sobre las alternativas a la carne animal.
Y es que la producción de ganado para la carne y la leche representa hasta un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además de generar grandes cantidades de metano y de CO2, el sector contribuye a la deforestación para extender los pastos.
En este contexto en que cada gramo de CO2 que evitamos emitir en la atmosfera cuenta, los autores de un informe del Programa de Naciones Unidas para el medioambiente -UNEP) indican que las alternativas a la carne animal constituyen una fuente de proteínas prometedora en un mundo en el que se prevé que el consumo de carne aumente un 50% de aquí a 2050.
La investigadora Ana María Loboguerrero, una de las autoras del informe, habló con RFI de las 3 categorías de productos ricos en proteínas y que no proceden del ganado. Se trata primero de los los alimentos fermentados, como las levaduras o champiñones; de la carne de laboratorio, producida in vitro a partir de células de animales; y de los productos vegetales como la soja, pero parecidos a la carne.
Sobre esta última familia de productos fabricados con “diferentes materias asociadas a productos vegetales, la idea -y ese es el gran reto- es que el sabor y la contextura de la carne pueda ser muy parecidos a los que sale de las vacas”, explica Loboguerrero. Es, según ella, una de las condiciones que deben cumplir las proteínas del futuro “para que haya más aceptación por medio del público”. Existe por ejemplo hamburguesas que no es hecha de vaca, pero tiene el sabor y la sensación muy parecida a la de la carne animal.
Los autores del informe han calculado que estos productos “pueden reducir la huella de carbono, las emisiones de gases efecto invernadero hasta un 90% comparado con las emisiones que deja hacer ganadería de la forma tradicional. Y tiene otro componente importante en términos de reducir incentivos para deforestar”, detalla Ana Maria Loboguerrero, entrevistada en la COP28 de Dubái.
La otra gran familia de productos que los expertos de UNEP exhortan a desarrollar para reducir la huella de carbono de la ganadería es la carne cultivada in vitro que algunas empresas ya comercializan. Se trata de productos producidos en laboratorio a partir de células de pollo, res o pescado, por ejemplo. Mientras que la ganadería requiera hectáreas de tierras que podrían ser dedicadas a producir alimentos, la carne de laboratorio “reduce el uso de suelo”, subraya Loboguerro.
Este tipo de alimentos, aun comercializados en un número limitado de países como Estados Unidos y algunos países asiáticos, tendrán que superar varios obstáculos antes de que lleguen al gran público: su costo de producción sigue siendo alto y aún se carece de datos nutricionales sobre ellos.
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