Llegan las lágrimas del cometa Halley

Salvo que las nubes lo impidan, la lluvia de estrellas se verá perfectamente en el hemisferio sur

En su viaje, el cometa Halley desprende pequeñas partículas metálicas que traspasan la atmósfera terrestre (Fuente externa)

La semana se despide con la lluvia de meteoros más importante de la primavera, la eta acuárdidas, que vivirá su momento álgido en la noche del domingo al lunes, en torno a las 21 GMT.

Salvo que las nubes lo impidan, la lluvia de estrellas se verá perfectamente en el hemisferio sur porque coincidirá con la luna nueva, que se producirá el 8 de mayo.

Esta lluvia de meteoros es visible todos los años entre el 19 de abril y el 28 de mayo y, aunque su observación es más favorable en el hemisferio sur y en los lugares cercanos al trópico, también puede disfrutarse en el hemisferio norte.

Al igual que las oriónidas de octubre, las acuáridas están asociadas al cometa Halley, un cuerpo celeste grande y brillante que orbita alrededor del Sol en una órbita de 76 años. 

En su viaje, el Halley desprende pequeñas partículas metálicas que traspasan la atmósfera terrestre, se desintegran y se convierten en las estrellas fugaces que se ven.

Por eso, aunque ahora mismo el cometa se encuentre en las profundidades del Sistema Solar exterior (no volverá a la Tierra hasta 2061), es posible ver los restos de la cola de este astro.

Radiante en la constelación de Acuario

Los meteoros de la eta acuáridas tienen una tasa de actividad de entre 40 y 85 meteoros por hora y una velocidad bastante alta, unos 66 kilómetros por segundo, según el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) español.

Todas las lluvias de meteoros parecen tener un único centro de origen, un punto que se denomina "radiante" y cuya localización se utiliza para nombrar a la lluvia de estrellas. En este caso, la eta acuáridas tiene su radiante en la estrella eta de la constelación de Acuario.

Para disfrutar de este fenómeno, solo hay que buscar un lugar con cielo oscuro, lejos de obstáculos como edificios, árboles o montañas, y de la contaminación lumínica de las ciudades.

"Lo más cómodo es tumbarse y esperar a que la vista se acostumbre a la oscuridad", aconseja el OAN.

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