Repensar el ingreso a CARICOM
El comunicado emitido por la secretaría de CARICOM tras la conclusión de la XXVI reunión de Jefes de Gobierno de la Comunidad del Caribe cierra con tres fuertes párrafos de crítica a la República Dominicana, particularmente contra la Sentencia del Tribunal Constitucional de 2013 sobre la cuestión de la nacionalidad, la decisión del Gobierno dominicano de no extender el plazo para la inscripción de los nacidos en territorio nacional de padres en situación migratoria irregular y la alegada negación del Derecho internacional por parte de República Dominicana a la luz de la reciente sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado dominicano. El comunicado también condena lo que llama “el resurgimiento de un sentimiento anti-haitiano en la República Dominicana” y señala que esa entidad mantiene su postura de “no business as usual” en relación a nuestro país. No refiere, sin embargo, si en dicha reunión se discutió la solicitud de ingreso de República Dominicana a CARICOM, aunque por lo que dice el comunicado se debe deducir que dicha solicitud estaba fuera de consideración en la reunión celebrada en Nassau, Las Bahamas, los días 26-27 de febrero de este año.
La ocasión es propicia para repensar si a República Dominicana le conviene mantener su solicitud de ingreso a CARICOM, la cual lleva desde 2009 sin que la misma haya sido admitida o rechazada. Hay razones de peso para que República Dominicana cambie de enfoque y decida retirar dicha solicitud. Una de esas razones es el hecho mismo de que durante alrededor de seis años no haya habido una respuesta de parte de los quince Estados miembros de esta organización, entre los cuales se incluye a Haití, el último en ingresar a la misma. República Dominicana no puede continuar exponiéndose a esa no respuesta, con la agravante de que cuando CARICOM se ha pronunciado sobre República Dominicana en tiempos recientes lo ha hecho, y parece que lo seguirá haciendo, con un tono tan agresivo que no parece ser la voz de una organización inter-gubernamental.
Otra razón es que si bien para la República Dominicana es importante tener presencia en una variedad de mecanismos regionales y subregionales, el caso de CARICOM tiene la particularidad de que se trata de una organización en la que la mayoría de sus miembros son Estados insulares diminutos, con una pequeñísima población y una economía extremadamente simple, cuya agenda económica, política y social difiere significativamente de la agenda de República Dominicana, país que tiene una creciente integración con Centroamérica y una relación amplia y profunda con Estados Unidos, incluyendo el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos (DR-CAFTA). Desde este punto de vista, la República Dominicana tiene retos de desarrollo e integración bastante diferentes a los que tienen la mayor parte de los miembros de CARICOM.
Otro factor importante es que, de ingresar a CARICOM, República Dominicana se encontraría en la peculiar situación que, siendo el país con la mayor población y, por mucho, la economía más grande, no estaría en condiciones de ejercer un papel de principalía y liderazgo en esa organización, esto así por razones de orden cultural, idiomático, control institucional, prioridades de sus miembros, entre otras. Si el ingreso de Haití a esta organización ha sido bastante problemático, mucho más lo sería el de República Dominicana, especialmente en las presentes circunstancias, cuando hay tanta animadversión por parte de algunos países miembros de CARICOM hacia nuestro país.
Otro aspecto a considerar es que, de pasar a formar parte de CARICOM, República Dominicana estaría altamente condicionada a mover los temas bilaterales de la relación dominico-haitiana a este espacio multilateral en el que nuestro país tendría mucho menos arraigo y simpatía que Haití. Nuestra diplomacia tendría que dedicar mucho tiempo, energía y recursos a cubrir ese frente, pues de no hacerlo correría el riesgo de encontrarse permanentemente en una posición defensiva o, en el mejor de los casos, pasiva en relación a una variedad de temas, incluyendo de manera principal el de la migración haitiana a nuestro país.
Esto no implica que República Dominicana no pueda continuar expandiendo sus relaciones comerciales con los países miembros de CARICOM. Existe un tratado de libre comercio que rige las relaciones comerciales entre República Dominicana y los países miembros de CARICOM, por lo que no debería haber, en principio, ningún riesgo económico para el país si decide retirar su candidatura a miembro de esta organización.
El Gobierno dominicano debe más bien comenzar a pensar en los cambios que se están produciendo en el Caribe para definir una estrategia de largo plazo. Cuando República Dominicana solicitó su ingreso a CARICOM no se preveía que Estados Unidos y Cuba anunciarían la apertura de un proceso de normalización de relaciones diplomáticas. Este hecho transcendental habrá de redefinir las relaciones en el entorno caribeño ya que Cuba, que estuvo en gran medida aislado de los procesos de integración que se han dado en los últimos veinte años, está llamado a cambiar como efecto de esa interacción con Estados Unidos. Por eso hay que comenzar a pensar en un Caribe distinto, con un actor importante como Cuba que estuvo durante mucho tiempo enclaustrado en relaciones dependientes, ya sea con la antigua Unión Soviética o con la Venezuela de Hugo Chávez, y que a partir de ahora comenzará a tener una participación creciente en múltiples espacios para lo cual la República Dominicana debe estar preparada.
En cualquier caso, lo más razonable es que el Gobierno dominicano retire su solicitud de membresía a CARICOM y, en su lugar, canalice esfuerzos y recursos diplomáticos en el sentido de atender sus prioridades principales, entre las cuales están las complejas relaciones bilaterales con Haití, la creciente integración con Centroamérica, la definición de una política de relación con Cuba en el nuevo contexto de su apertura con Estados Unidos, así como su participación en otras organizaciones regionales, como la OEA y el CELAC, en las que confluyen los países de América Latina y el Caribe. Es, pues, momento de actuar, antes de que CARICOM le haga nuevos desaires al país o le cierre las puertas de una vez y por todas.