La visita de Sherman
Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado estadounidense, parará en República Dominicana esta semana
Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado estadounidense, parará en República Dominicana esta semana para, entre otras cosas, conversar con el presidente Luis Abinader y el canciller Roberto Álvarez. El tema haitiano pinta como el principal de la agenda, que también buscará “fortalecer los estrechos lazos bilaterales”, según el comunicado oficial del Departamento de Estado.
No hay que ser un genio para darse cuenta que las relaciones bilaterales no andan del todo óptimas y que la causa principal es la crisis en Haití y los temas que de ella se desprenden, entre ellos la migración irregular.
Sherman no es un personaje menor. Es la mano derecha del secretario Antony Blinken y no sería extraño que su visita sea una avanzada para un eventual encuentro entre cancilleres y, sin ser descabellado, una potencial reunión entre los presidentes Biden y Abinader.
Estados Unidos sabe que no puede darse el lujo de perder a República Dominicana como socio, en un momento en que los extremos ideológicos permean en la región, pero esa visión se ve eclipsada por su insistencia en la regularización de haitianos, cuando ellos no están dispuestos a hacer lo mismo con los migrantes que llegan a sus tierras desde México y Canadá.
Ahora, si bien Estados Unidos se equivoca en ese punto de vista, también es correcto decir que no podemos siempre querer halar la brasa a nuestra sardina. Me parece que es hora de que el Gobierno dominicano ponga la acción en la palabra y respalde las sanciones económicas que han promovido Canadá y Estados Unidos contra aquellos que se señalan como responsables de financiar las bandas criminales que generan gran parte de la crisis. No es fácil, claro que no, pero toca, y con dicha acción se dará un golpe a aquellos que desde este lado de la isla también sacan provecho de ese escenario de violencia en Haití.
Eso sí, Sherman tendrá que aguantar los boches de parte del gobierno dominicano en los puntos que tiene razón, porque los socios no deben andarse dando fuete públicamente y sí lavar los trapos sucios en la trastienda.
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