Narcotráfico
La guerra contra las drogas es un sinsentido
El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández fue requerido por la justicia de Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico. Alex Saab, un cercano colaborador del presidente Nicolás Maduro, fue informante de la DEA por un año y todo indica que fue el principal responsable de que hayan condenado por esa misma razón en suelo estadounidense a los sobrinos de la esposa del mandatario venezolano, ocurrido hace unos años.
En ambos casos sale a flote la mano oscura del narcotráfico y se pone de relieve la espeluznante realidad de que las redes de la distribución y venta de drogas ilícitas tienen tomados los círculos de poder, lo cual hará todavía más compleja la lucha contra esta desgracia global.
República Dominicana no es un caso aislado de ese escenario y hemos visto cómo algunos diputados o funcionarios de buen nivel han sido acusados por sus vínculos con redes nacionales e internacionales de distribución de narcóticos.
Todo este entramado debe llevarnos a la reflexión y a pensar si la batalla frontal contra el narcotráfico tiene sentido. Soy de los que creen que esa lucha se dio y se perdió, que la guerra la ganaron los narcos, con su astucia y la colaboración de unas sociedades que consumen esas porquerías de manera desatada.
La guerra contra las drogas es un sinsentido. Aparentes triunfos contra personajes como Hernández, Saab o los de corte local, nos llenan el pecho de esperanza, pero lo cierto es que con esas detenciones no se logra nada, porque la máquina sigue corriendo como si nada pasara.
Es tiempo de que las sociedades de consumo se planteen si la guerra frontal es rentable y si financiar esas campañas multimillonarias de enfrentamiento produce más de lo que cuestan. Al final, el que usa drogas lo hace porque toma una decisión personal. Tiene más lógica invertir ese dinero en quien se monta al caballo o en prevenir que lo haga, que tratar de detener un maremoto que ha penetrado con toda su capacidad destructiva.
Detenerse a configuar escenarios de descriminalización, como pasó con el alcohol, se hace urgente, porque por cada Hernández, Saab, diputado, funcionario o policía preso por narcotráfico, existen muchos sueltos haciendo de las suyas en las calles.
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