Los efectos de la variación o diversidad lingüística

Cuando la lengua juega, anécdotas de malentendidos en español

CASO 1.- El recordado cura Avelino Fernández (1934-2011), aquel que todas las mañanas realizaba un programa de televisión junto al periodista Huchi Lora, contó en una ocasión lo que le sucedió a un colega suyo en un encuentro católico celebrado, al aire libre, en Uruguay. Para protegerse del sol, el referido religioso portaba una gorra, prenda de vestir que en la República Dominicana también se conoce con el nombre de «cachucha», término que en Uruguay se considera una palabra “tabú”, por cuanto lo mismo que en Argentina, significa “vulva” o “vagina”. 

Conociendo el padre Avelino el sello prohibitivo o tabuizado de dicha palabra, le advirtió a su amigo que cuidado si se le ocurría mencionarla delante del público presente. Apenas habían transcurrido unos minutos, cuando una fuerte brisa le tumbó la gorra, la que por desconocer su dueño adónde había caído, y olvidada la advertencia, voceó a todo pulmón: «¡La cachucha!» «¡Mi cachuuuucha…!». Ya todos pueden imaginarse la dimensión de la sorpresa y el escándalo que allí se produjo.

CASO 2.- En octubre del año 2000, participé en Ciudad México en un curso de formación profesional, coordinado por la Asociación Mexicana de Capacitación Profesional (AMECAP). Para anunciar un descanso en una de las sesiones de trabajo, el expositor o facilitador indicó: «Ahorita tenemos un receso de diez minutos…» El público asistente, en su mayoría mexicano, abandonó de inmediato sus asientos. Yo en cambio, bastante confundido, permanecí en mi lugar hasta que recordé que en el español de México, al igual que en otros países hispanoamericanos como Bolivia, El Salvador, Honduras, Perú, Nicaragua y Ecuador, el adverbio de tiempo «ahorita» significa “Ahora mismo” y no “Dentro de un momento, después”, como ocurre en la variante dialectal dominicana. En esta modalidad, para indicar que una acción debe realizarse “al instante”, “ahora mismo” o “en este momento”, se emplea la forma adverbial «Ahora».

CASO 3.- En ese mismo territorio norteamericano también escuché a un mexicano galantear o decirle a una compatriota: «¡Oye!, chaparra; pero tú estás muy cuero…». La amiga, sonriente y visiblemente satisfecha, le dio las gracias.  De haber sido dominicana o puertorriqueña la dama galanteada, su reacción hubiera sido muy, pero muy distinta, por cuanto tanto en Puerto Rico como en la República Dominicana el vocablo «cuero» (adjetivo/sustantivo), también está estigmatizado o tabuizado, toda vez que entraña un significado éticamente injurioso y socialmente insultante: “Persona que ejerce la prostitución”. Para los mexicanos, por el contrario, «cuero» es una “Persona guapa y atractiva”.

CASO 4.-  En el año 2002 estuve de visita en La Habana, Cuba. Una noche cualquiera, el taxista que me condujo al hotel donde me hospedaba, tan pronto recibió el pago del servicio prestado, muy cortésmente  me dijo que si yo podía darle; aunque fuera una «monjita extra». Al notar que no entendí lo que me solicitaba, entonces procedió a explicarme y decirme que “monja “, en Cuba, es una moneda de cinco pesos.

¿A qué se deben las variantes léxicas expresadas en los casos antes relatados?

 Se deben a la naturaleza cambiante, dinámica y evolutiva de la lengua. Sencillamente a que las lenguas cambian. Y cambian porque la sociedad donde se habla y las personas que las hablan también cambian.  La lengua necesita, pues, adaptarse constantemente a los cambios que se originan en el seno de la comunidad y, en tal virtud, responder a las necesidades comunicativas de los hablantes.  A que si bien en un país o región se habla la misma lengua, esta será siempre diversa o heterogénea, nunca homogénea.   Por eso en todo sistema lingüístico se habla de la variedad dentro de la unidad.

De ahí que se produzcan las llamadas variantes dialectales, lo que significa que el idioma español y, como parte de este, el español de América, por ejemplo, muestra notables diferencias entre una región y otra (Variación diatópica); entre un nivel sociocultural y otro (Variación diastrática); entre una época y otra (Variación diacrónica) y entre una circunstancia o situación y otra (Variación diafásica).  Cada una de esas modalidades afectan a los diferentes aspectos de la lengua: fonético, fonológico, sintáctico, morfológico y léxicosemántico.

Es por eso que aprecian claras diferencias entre español que se habla en México y el de la República Dominicana; entre el de Argentina y el de Colombia; entre el de Venezuela y el de Puerto Rico; entre el de España y la República Dominicana. Igualmente, y por esa misma razón, son claras las diferencias entre la lengua española hablada por un joven y la de un anciano; entre los hablantes del Cibao y los de la capital; entre la de un abogado y la de un obrero.

El español de América posee diversos rasgos lingüísticos que son comunes entre los diferentes países que lo hablan (hispanoamericanos), los cuales permiten el entendimiento, la comprensión y la intercomunicación entre todos los hablantes; pero al mismo tiempo, y como parte de su proceso evolutivo, también presenta variantes o modalidades que, en última instancia, se constituyen en rasgos diferenciadores. Para validar este juicio, nada más ilustrativo que los versos que conforman la copla del tradicional, famoso y popular son cubano:

«En Cuba merengues hacemos,

sancochados en una paila,

lo que en Quisqueya se baila,

en Cuba nos lo comemos…»

¿Cuál es el sentido profundo que entrañan estos versos?

Sencillamente, que para los cubanos, «merengue» es un dulce especial elaborado en base a azúcar y clara de huevo; mientras que para los dominicanos, en cambio, no es más que su principal ritmo o baile folklórico.      

El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura dcaba5@hotmail.com