Balaguer: ¿con revólver y ametralladora?
Vidal Martínez narra encuentros de Balaguer con armas en tiempos de turbulencia política
Por haber sido sus administraciones gubernamentales las más intensas -tanto en tiempo como en uso de la autoridad- es lógico que las historias y anécdotas de Ulises Hereaux, Rafael L. Trujillo Molina y Joaquín Balaguer sean las más abundantes y especialmente atrayentes a nivel popular.
Pocos de los dominicanos que conocieron -de cerca o lejos- al doctor Joaquín Balaguer en sus años de vigencia política, que fueron muchos, sea en el poder o en la oposición, lo imaginan capaz de manejar un arma.
Pero Rafael Vidal Martínez, quien fue funcionario palaciego al servicio de Balaguer por algún tiempo, lo sitúa en dos ocasiones en posesión de armas. La primera en Nueva York, entre 1962 y 1963, con un revólver y la segunda en Santo Domingo, en 1965, con una ametralladora.
Vidal Martínez, director de Prensa del Palacio Nacional en un tramo del llamado período de los diez años de Balaguer –entre 1986 y 2006- hizo la revelación públicamente hace bastante tiempo, pero la misma fue advertida y comentada por poca gente.
El hijo de Rafael Vidal Torres (con plena lucidez mental, buenas condiciones físicas y residente en Santo Domingo) habló sobre el tema al enjuiciar las relaciones de Balaguer con Estados Unidos a partir de 1916 y negar que su elección a la Presidencia en seis ocasiones fuera producto de la conveniencia política de ese país del Norte.
Explicó que tras salir del país a principios de 1962 –meses después de la muerte del dictador Rafael L. Trujillo- Balaguer estuvo en San Juan, Puerto Rico, y de ahí pasó a Nueva Orleans, para finalmente radicarse en Nueva York, “siempre hostigado tenazmente por el gobierno norteamericano”.
Fue en esta última ciudad donde, según el relator, se produjo la posesión del revólver: “Vivía el doctor Balaguer en el hotel Great Northern, en el corazón de Manhattan, en una humilde habitación, sufriendo los rigores del verano de New York, ya que ni siquiera tenía aire acondicionado. Estaba constantemente vigilado por los servicios de inteligencia, con su teléfono intervenido, y protegido únicamente por un pequeño revolver Colt calibre 38, el cual le fue robado de su habitación por agentes del FBI, para que quedara completamente desarmado. Cuando ese robo se produjo, el doctor Balaguer le confesó a quien esto narra, que él estaba a merced del hostigamiento del gobierno norteamericano y que no valía la pena procurar otra arma, como le propusimos, y prefirió regalarnos la caja de municiones que tenía para su revólver, ya que sabía que se la volverían a sustraer si adquiría una nueva arma”.
Luego de ese hecho, Balaguer permaneció en Nueva York y en 1965 se produjo en Santo Domingo la revuelta constitucionalista, en medio de la cual regresó al país con el pretexto de ver a su madre enferma, residente en la avenida Máximo Gómez. Es en esta época cuando se produce, según la historia de Vidal Martínez, la posesión de la ametralladora por parte del personaje que a la vuelta de unos años se convertiría en hombre fuerte dominicano en dos períodos, uno de doce años y otro de diez.
Veamos lo que al respecto escribió Vidal Martínez:
“Con su madre enferma de muerte, el llamado Gobierno de Reconstrucción que controlaba todo el país, salvo la parte colonial de la ciudad de Santo Domingo, autorizó la entrada del doctor Balaguer solamente para asistir a las últimas horas y al probable deceso de su madre. Esta autorización fue obtenida por el ingeniero Alejandro Zeller Cocco, quien era miembro del gobierno colegiado de Reconstrucción. Balaguer llegó al país desde Nueva York vía Puerto Rico y se instaló en su residencia situada en el número 25 de la calle Máximo Gómez, la cual había quedado ubicada dentro de lo que se llamaba la zona de seguridad, protegida por las fuerzas de la Organización de Estados Americanos (OEA), presididas por soldados americanos, ya que en dicho entorno se hallaban las principales embajadas extranjeras. Cuando la madre del doctor Balaguer mejoró milagrosamente con la presencia de su hijo, éste fue conminado a salir de nuevo del país en cumplimiento del plazo que se le había otorgado, a lo que Balaguer se negó, provocando inclusive que el ingeniero Zeller Cocco amenazara con suicidarse al sentirse responsable frente a sus compañeros del gobierno por la permanencia del doctor Balaguer”.
Siguió diciendo Vidal Martínez: “En esa situación algunos amigos sugirieron que se solicitara a las fuerzas de la OEA protección para el doctor Balaguer, lo cual fue tajantemente rechazado por él. Tampoco es cierto que Balaguer considerara irse a la zona colonial bajo la supuesta protección de los militares y civiles que estaban confinados allí, ya que su casa era más segura por quedar fuera de la jurisdicción del gobierno de Reconstrucción que era quien reclamaba su salida. La única defensa personal que se habilitó en aquel momento para el doctor Balaguer, consistió en dos ametralladoras que quien esto escribe suministró personalmente a Balaguer, una para el señor Juan Pichardo Castillo quien hacía guardia en la puerta del dormitorio del doctor Balaguer, y otra para el uso del mismo Balaguer, quien nos solicitó que le enseñáramos a operarla. Pichardo fue luego integrado a las fuerzas armadas cuando Balaguer asumió la presidencia, y resultó mutilado al abrir una carta bomba que elementos terroristas le enviaron cuando era comandante en San Francisco de Macorís”.
Vidal continuó: “La orden del gobierno de Reconstrucción Nacional de que Balaguer tenía que salir del país, y la rotunda negativa de éste, produjo una crisis que mantuvo a todas las partes en ascuas durante varios días. Como la residencia del doctor Balaguer estaba situada como hemos señalado en la llamada zona de seguridad bajo el control de las fuerzas de la OEA, el gobierno de Reconstrucción presidido por el general Antonio Imbert Barreras no podía ejercer ninguna medida de fuerza para obligar al doctor Balaguer a salir de la misma, pero Balaguer tampoco podía salir fuera de la referida zona sin exponerse a ser detenido y deportado por el gobierno. Ante esa conflictiva situación, el doctor Balaguer fue invitado por el general Antonio Imbert, presidente del gobierno de Reconstrucción y a quien se sindicaba como el principal oponente a la permanencia de Balaguer en el país, a una reunión que se efectuaría en la casa de un pariente del general de nombre Ramón Imbert (Moncho), ubicada en la misma calle Máximo Gómez, pero fuera de la zona de seguridad. El doctor Balaguer, dando de nuevo una prueba de su extraordinario valor, decidió concurrir a esa reunión sólo, acompañado únicamente por Francisco Augusto Lora y el ya mencionado Juan Pichardo Castillo. En esa reunión, contrariamente a lo que se pensaba, todo quedó resuelto, y se convino en que el doctor Balaguer podía permanecer en el país y dedicarse a la organización de su partido”.
Un amigo y compueblano diletante de la historia, ha asegurado al autor de este artículo que existe una fotografía de los sucesos de 1930 en Santiago alrededor del movimiento cívico contra Horacio Vásquez, en la que aparece Balaguer con revólver al cinto, estando dentro del grupo dirigido por Rafael Estrella Ureña (aupado soterradamente por el brigadier Rafael L. Trujillo) que se levantó contra Vásquez provocando su caída. No lo dudo, pero es la primera vez que oigo hablar de esa fotografía, por lo que apreciaría noticias concretas de cualquier persona con información de valor.
En lo que se refiere a historias y anécdotas de Balaguer, hay mucho más…
“Estaba constantemente vigilado por los servicios de inteligencia, con su teléfono intervenido, y protegido únicamente por un pequeño revolver Colt calibre 38, el cual le fue robado de su habitación por agentes del FBI, para que quedara completamente desarmado.”
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