Relaciones Dominico-Haitianas: un llamado a la cooperación y solidaridad

Las relaciones entre la República Dominicana y Haití se encuentran en un momento de tensión, marcado por la interdependencia de ambos países, especialmente en la frontera

A pesar de la crisis en Haití, algunos sectores promueven un discurso de enemistad que puede afectar la gestión migratoria y la cooperación bilateral. (Fuente externa)

Las relaciones entre la República Dominicana y Haití atraviesan nuevamente un momento de tensión, evocando pasajes conflictivos del pasado, específicamente del siglo XIX, cuando ambos países comenzaron a construir sus Estados-nación. Sin embargo, el contexto actual es diferente: ambos países son interdependientes, especialmente en las zonas fronterizas. Este hecho se evidenció recientemente con la disputa sobre la construcción de un canal de riego en Ouanaminthe, Haití, lo que subraya la necesidad urgente de una política de cooperación y buena vecindad.

Desinformación y retórica divisiva

A pesar de esta interdependencia, algunas voces en los medios y en las redes sociales continúan promoviendo un discurso de enemistad entre ambos pueblos. Estas posiciones no solo buscan influir en las políticas públicas, sino también incitar a los ciudadanos a tomar acciones en áreas delicadas, como la gestión migratoria. Sin embargo, es importante recordar que este ámbito es competencia exclusiva de las autoridades y debe ser tratado conforme a la ley y con pleno respeto a los derechos humanos.

El contexto de la crisis haitiana

La profunda crisis que vive Haití no debería ser motivo para romper la fraternidad y la paz social en la isla. Las recientes manifestaciones de grupos que promueven un nacionalismo exacerbado, junto con la decisión del gobierno dominicano de repatriar hasta 10,000 haitianos por semana, generan preocupación en sectores solidarios de ambos países y a nivel internacional. Esta medida parece ser una respuesta a la falta de acción de la comunidad internacional frente a los llamados de la República Dominicana para mitigar el impacto de la crisis haitiana en su territorio.

Figuras de renombre, como el Papa Francisco, han expresado en numerosas ocasiones su preocupación por la situación en Haití. Más recientemente, el secretario general de las Naciones Unidas señaló que muchos actores internacionales prefieren destinar recursos a conflictos en lugar de apoyar la estabilización de Haití, una crítica que se alinea con la postura dominicana sobre la falta de atención internacional.

Consideraciones humanitarias

Si bien la frustración de la República Dominicana frente a la inacción de la comunidad internacional es comprensible, es difícil justificar desde un punto de vista moral la expulsión de personas que huyen de la violencia en Haití. Actualmente, más de 700,000 haitianos están desplazados internamente, y los recientes ataques de bandas armadas, como “Gran Grif”, han dejado numerosas víctimas. Las infraestructuras de Haití están gravemente deterioradas y carecen de capacidad para recibir a un gran número de repatriados, lo que podría agravar la ya frágil situación humanitaria.

Desafíos de la repatriación

La repatriación masiva en un corto período plantea importantes desafíos humanitarios, legales y sociales. Es crucial que este proceso se lleve a cabo de manera transparente y respetando los derechos de las personas afectadas. El “Protocolo de Identificación de Migrantes Ilegales y su Retorno Asistido”, que propone una colaboración con las autoridades haitianas, es un paso positivo en esa dirección. Si se implementa adecuadamente, este protocolo permitirá una coordinación eficiente y garantizará condiciones dignas para los repatriados.

Asimismo, la formación continua de inspectores en derechos humanos y la lucha contra el tráfico de personas es un avance prometedor hacia una gestión más profesional y respetuosa. Por su parte, las autoridades haitianas deben sensibilizar a las comunidades de la zona fronteriza para disuadir los viajes clandestinos hacia la República Dominicana, cumpliendo con lo establecido en el acuerdo de repatriación firmado en 1999.

La cooperación Internacional

Dado que la situación tiene un carácter transfronterizo, es imprescindible coordinar esfuerzos con organismos como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Estas instituciones, que ya colaboran con el gobierno dominicano, pueden ayudar a asegurar que el proceso de repatriación cumpla con los estándares internacionales y se respete la dignidad humana.

Información y asistencia jurídica

Para evitar repetir errores del pasado en las operaciones de repatriación, es fundamental que los migrantes reciban información clara sobre sus derechos y las opciones legales disponibles. Las ONG y las fundaciones pueden desempeñar un papel clave en proporcionar asistencia jurídica y facilitar la regularización de casos específicos, contribuyendo a un proceso más justo y transparente.

Importancia del diálogo

El derecho soberano de la República Dominicana a repatriar migrantes no debe interpretarse como una acción política contra Haití o sus ciudadanos. Tal percepción podría alimentar la estigmatización y aumentar el rechazo hacia los haitianos en la sociedad dominicana. Es crucial enmarcar este proceso en un diálogo continuo entre las autoridades de ambos países, la sociedad civil y las organizaciones internacionales, a fin de implementar las nuevas medidas de manera efectiva y abordar las preocupaciones de todas las partes involucradas.

Impacto económico y los grupos vulnerables

El cierre de la frontera por parte de la República Dominicana ha afectado severamente la economía, especialmente en sectores como la agroindustria y la construcción. Además, ha provocado la quiebra de empresas que dependen del comercio transfronterizo. Las repatriaciones, en este contexto, tendrán nuevas repercusiones económicas en ambos países, reduciendo las remesas que sustentan a muchas familias haitianas vulnerables.

Es fundamental que se aclare que los dominicanos de ascendencia haitiana y los solicitantes de asilo no están incluidos en estas repatriaciones. También se debe adoptar un enfoque sensible hacia los grupos más vulnerables, como los jubilados, los estudiantes y los niños inscritos en instituciones educativas. El gobierno dominicano debe asegurar que los derechos de estos grupos sean respetados, garantizando que no se vean afectados por este proceso.

Conclusión

La magnitud de la operación de repatriación anunciada por la República Dominicana requiere un diálogo abierto y constante con Haití. Haití debe prepararse para recibir y reintegrar a sus ciudadanos, mientras que las autoridades dominicanas deben garantizar que el proceso sea transparente y respetuoso de los derechos humanos. La colaboración con organismos internacionales es esencial para asegurar que esta operación no solo se ejecute de manera adecuada, sino que también contribuya a aliviar la crisis humanitaria en Haití.

Finalmente, es vital que se reanuden los trabajos de la Comisión Mixta Bilateral (CMB), a fin de normalizar las relaciones y abordar otros temas importantes para ambos países. Como nación con una significativa comunidad migrante, la República Dominicana debe tratar a los migrantes en su territorio de la misma manera en que espera que sus ciudadanos sean tratados en el extranjero: con dignidad, respeto.