El dinosaurio

Es muy difícil, pero no diré que imposible, sacar a Nicolás Maduro y a su equipo del poder por votos o negociaciones

Es muy difícil, pero no diré que imposible, sacar a Nicolás Maduro y a su equipo del poder por votos o negociaciones. Mientras escribía este artículo, me enteré que el prestigioso The Economist asegura que los Estados Unidos ha ofrecido garantía de impunidad a Maduro en negociaciones para que él abandone el poder y Edmundo González asuma la presidencia de Venezuela.

Esa misma oferta se la hizo dos veces el gobierno norteamericano a Trujillo y este no la aceptó.

No dudo que Maduro, de no aceptar, termine su carrera política de la misma manera que terminó la de Trujillo.

Desde la segunda mitad del siglo XX, América Latina ha sido el campo de juego de Estados Unidos y la Unión Soviética.

Después de la Segunda Guerra Mundial estas dos potencias, cada una por sus medios, intenta imponer su modelo político a otros países.

Buscando su hegemonía en la región, las dos potencias, Estado Unidos y Rusia, buscan establecer gobiernos aliados en otros países sin importar que estos sean legítimos o no.

Esto ha dado lugar a dictaduras como la de Pinochet en Chile que se valió de la represión, la violencia, el crimen y la censura para mantenerse en el poder.

Lo mismo ocurrió con la tiranía trujillista que duró 31 años con el apoyo norteamericano fusilando, encarcelando y desapareciendo a opositores, hasta que un grupo de valientes con el visto bueno de la potencia occidental, lo ajustició un glorioso 31 de mayo de 1961.

En Argentina, el general Rafael Videla se hizo con el poder mediante un golpe de estado en 1976 y gobernó hasta 1981, dejando un rastro de miles de desapariciones forzadas, asesinatos de civiles y quema hasta de libros opositores. Fue condenado por crímenes de lesa humanidad.

En Paraguay, el general Alfredo Stroessner, (1954-1989) lideró un golpe de estado. Gobernó bajo las directrices de los de Estados Unidos y fue un anticomunista rabioso. Asesinó entre tres mil a cuatro mil personas y abolió la libertad de prensa y la libertad política. Nunca fue juzgado ni condenado por sus crímenes.

En Bolivia, Hugo Banzer (1971-1978) lideró un gobierno fue fruto de un golpe de estado con el apoyo de Washington y fue colaborador de la Operación Cóndor, un plan de Estados Unidos para establecer gobiernos afines en Latinoamérica. Banzer persiguió y encarceló a sus opositores e ilegalizó los partidos políticos y sindicatos. Nunca fue juzgado por sus crímenes.

En Nicaragua, Anastasio Somoza (1937-1979). Tres miembros de la familia Somoza gobernaron por 42 años, siguiendo los intereses de Estados Unidos. A través de la Guardia Nacional, eliminaron la oposición. La revolución sandinista los derrotó.

François Duvalier (1957-1971). Llegó al poder democráticamente, pero al año de su mandato suspendió todas las garantías constitucionales y se autoproclamó Presidente Vitalicio. Se calcula que más de 30 mil personas murieron por razones políticas durante su mandato. Cuando murió, Haití era, y sigue siendo, el país más pobre de América Latina.

Fulgencio Batista (1952-1959). Gobernó Cuba en distintos períodos. En el último lo hizo dictatorialmente. Suspendió los derechos constitucionales y aprobó diferentes leyes para favorecer los intereses de Estados Unidos. Huyó en 1959. Fidel Castro asumió el poder. Con los años impuso el sistema comunista y rompió relaciones con Estados Unidos.

En Guatemala, Carlos Castillo Armas, con el apoyo de Estados Unidos, dio un golpe de estado contra el gobierno izquierdista de Jacobo Arbenz. Muchas empresas norteamericanas tenían monopolios de cultivos en el país. La dictadura prohibió los comités agrarios y los sindicatos y persiguió a los intelectuales “comunistas”.

Dado este historial, termino con el cuento de Augusto Monterroso, conocido como el más corto jamás escrito: “Cuando despertó, todavía el dinosaurio estaba allí.