¿Se pueden subir las industrias dominicanas a la tercera ola mexicana de nearshoring?

La inversión extranjera en México y su relación con las oportunidades dominicanas

El tan mencionado nearshoring o localización cercana de las cadenas de suministros no es un fenómeno nuevo para México, país que lleva 60 años haciendo nearshoring. Una primera ola surgió en la década de los 60 gracias al programa de la industria maquiladora que buscaba incentivar las exportaciones. El modelo económico de sustitución de importaciones había generado una escasez de materias primas e insumos a precios competitivos, por lo que el gobierno mexicano creó un régimen de excepción, limitado a la franja fronteriza, que permitía importar insumos y materias primas sin aranceles siempre que se dedicaran a la producción de bienes para la exportación. Una segunda ola de nearshoring llegó a en el año 1994, con la firma del TLCAN que, de cierta forma, quiso extender al resto del país y de los sectores productivos los beneficios de importar a precios competitivos. La tercera ola llega en la actualidad al conjugarse una serie de factores: primero, los altos aranceles impuestos por el presidente Trump en 2016 a las importaciones chinas, aún vigentes en la administración Biden; segundo, la pandemia, que hizo evidente la necesidad de contar con cadenas de suministros no solo cercanas, sino también redundantes; y tercero, factores políticos y geopolíticos, como la guerra entre Rusia y Ucrania, o los conflictos entre China y Taiwán, que han demostrado que no solo es importante hacer negocios cerca, sino también con socios y proveedores confiables, concepto que recientemente, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los EEUU, acuñó con el término friendshoring.

¿Cuáles grandes ventajas tiene México frente a esta tercera ola de nearshoring? Evidentemente, su ubicación geográfica salta a la vista, como tambiénla ausencia de barreras arancelarias en virtud del T-MEC, a lo que se añade que ya, hoy, México cuenta con importantes clusters y cadenas regionales de producción con EEUU y Canadá, forjadas a lo largo de 30 años, que abarcan sectores como el electrónico, automotriz, aeroespacial y dispositivos médicos, entre otros. Por ello, México adquiere un rol protagónico en el mercado regional, habiendo desplazado el año pasado a China como mayor socio comercial de EEUU, con un comercio bilateral de 784,000 MM de dólares, que se estima alcance los 900,000 MM de dólares al cierre del 2023.

Este panorama debe prender un foco de atención en el sector productivo dominicano, haciendo reflexionar sobre la oportunidad que brindaría el forjar encadenamientos productivos con las industrias mexicanas de forma que se inserte producción dominicana en las cadenas globales de valor en las que México participa. Nuestra proximidad geográfica, nuestras buenas relaciones diplomáticas con ese país, aunado a nuestra capacidad productiva, especialmente para la fabricación de bienes intermedios y para la provisión  de servicios, nos coloca en una situación ventajosa. ¿Por qué no pensar en una especie de nearshoring dominicano para el nearshoring mexicano? La respuesta implica reflexionar en la palabra redundante arriba mencionada. Si bien es cierto que la República Dominicana, como México, tiene la capacidad para convertirse en punto de nearshoring con respecto al mercado de Estados Unidos, también puede hacerlo frente  a la demanda de la industria mexicana, de modo que el país tenga oportunidades redundantes de integrarse a las cadenas de suministros del mercado estadounidense tanto directamente, como también por conducto de las significativas cadenas productivas que México ya tiene forjadas. Ahora bien, ¿es realista pensar en esta posibilidad en ausencia de un acuerdo comercial con México? La respuesta es sí, conforme a los hallazgos de un reciente estudio elaborado por la CEPAL, a solicitud de la embajada de la República Dominicana en México y presentado recientemente por el Ministerio de Relaciones Exteriores (MIREX).

El estudio indica que tanto las reglas generales del T-MEC como algunas flexibilidades en sus reglas de origen, así como los distintos programas mexicanos de fomento a la exportación nos permiten exportar a México ciertas mercancías libres de aranceles o con aranceles reducidos, aun en ausencia de un acuerdo comercial entre ambos países. En este sentido, el estudio resalta que las reglas generales del T-MEC permiten la incorporación de insumos de terceros países en las exportaciones mexicanas y que sus reglas de origen ofrecen posibilidades para forjar encadenamientos productivos, como es el caso de las reglas de origen aplicables al sector químico y el eléctrico-electrónico, identificados como estratégicos para los encadenamientos entre México y la República Dominicana.

Por otra parte, el estudio destaca que el Programa de Fomento a la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX) permite que las empresas que cuenten con una certificación IMMEX importen maquinarias, insumos, partes y componentes libres de aranceles, bajo un régimen temporal, para realizar un proceso productivo, siempre que el producto terminado sea reexportado. Además, los Programas de Promoción Sectorial (PROSEC) también permiten que personas morales puedan importar a México, bajo un arancel ad-valorem preferencial, insumos para ser utilizados en la elaboración de 24 categorías de productos específicos, sin que los productos finales tengan que ser exportados de México. Entre estas categorías se encuentran la industria eléctrica, electrónica, del mueble, juguete, calzado, metalúrgica, química, medicamentos y equipo médico, entre otros.

Del comercio total de México, aproximadamente un 60% de la exportación y el 45% de la importación la realizan empresas con certificación IMMEX, por lo que la CEPAL recomienda trabajar prioritariamente en la vinculación entre exportadores dominicanos y empresas IMMEX de los sectores de oportunidad identificados por el estudio. Siguiendo esta recomendación, la sección comercial de la embajada de la República Dominicana en México está analizando un listado que incluye alrededor de 6,000 empresas IMMEX, que representan más de 12,000 plantas industriales en todo México, con el objeto de identificar cuáles componentes e insumos de los actualmente importados por esas empresas se producen en la República Dominicana, por lo que pudieran ser suplidos desde nuestro país o, incluso, en ausencia de producción actual, pudieran ser nichos de oportunidades.

Las empresas IMMEX no necesariamente son mexicanas, sino muchas multinacionales instaladas en México, país que, por las razones antes enunciadas, es cada vez más atractivo para la inversión extranjeras. El sector automotriz es de especial interés en esta dinámica, con la reciente llegada de una mega planta de Tesla y de distintas marcas asiáticas, lo que vaticina que México pronto se convertirá en el mayor fabricante de autos eléctricos de América Latina, especialmente considerando que el gobierno de EEUU extendió a los autos eléctricos fabricados en México un crédito fiscal originalmente aplicable únicamente a los norteamericanos..

Conforme a los hallazgos de la CEPAL ¿cuáles industrias dominicanas tienen oportunidad para aportar contenido en la producción mexicana? Basado en un índice de complejidad económica de producto (IPC) y en la ventaja comparativa revelada (VCR) el estudio identifica los bienes de producción dominicana con mayor complejidad de producción, que se traduce en un mayor valor agregado, así como bienes en los que la República Dominicana es un exportador eficiente y que coinciden con sectores de exportación que México ha identificado

como estratégicos. Este análisis reveló que nuestras industrias química, farmacéutica, plástica, metálica básica, de ferroaleaciones, de manufacturas eléctricas, electrónicas y de instrumentos médicos tienen oportunidad para encadenamientos con México. Asimismo, identificó la capacidad de suplir cajas de cartón, botellas y bombonas, entre otros materiales de empaque, para todo tipo de bienes exportados desde México, lo que está permitido bajo el T-MEC y representa una gran oportunidad para la exportación del sector nacional hacia el país azteca. Además, reveló oportunidad para exportar productos terminados dominicanos que puedan ser reexportados desde México en juegos o surtidos, para también tomar ventaja de las preferencias que para éstos contempla el T-MEC. Del régimen agrícola, el estudio identificó como productos con oportunidad para encadenamientos con México el cacao, la melaza, los plátanos y el tabaco. Aunque, este último, no para su inserción en las cadenas de valor con EEUU debido a barreras derivadas de las reglas de origen aplicables.

Resulta muy interesante que entre los sectores identificados también se incluyen productos exportados por el régimen nacional, no exclusivamente bajo el régimen de zonas francas. En este sentido, la CEPAL indica que se pueden potenciar las exportaciones dominicanas desde el régimen nacional, considerando que el 46% de la tarifa del impuesto de importación de México está exento, lo que implica el libre acceso al mercado mexicano del 70% de las exportaciones dominicanas realizadas bajo el régimen nacional.

Finalmente, la CEPAL señaló como conveniente profundizar sobre la posibilidad de fomentar cadenas de servicios entre ambos países, tomando en consideración la eficiencia dominicana en la provisión de servicios. En este sentido, se deberá considerar las etapas previas y posteriores al proceso productivo relacionadas con la organización, administración y operación de las cadenas globales de valor. Este hallazgo requerirá de mayor estudio a fin de detectar cuáles son las oportunidades concretas para encadenamientos en el sector de servicios, lo que necesariamente requerirá de innovación, creatividad y plataformas digitales.

Frente a este panorama de oportunidades ¿se subirán las industrias dominicanas a la tercera ola mexicana de nearshoring? Lo cierto es que la diplomacia económica dominicana está trabajando para facilitar que puedan lograrlo mediante encadenamientos con la industria mexicana y con las cadenas globales de valor en las que México participa.

Nuestra proximidad geográfica, nuestras buenas relaciones diplomáticas con ese país, aunado a nuestra capacidad productiva, especialmente para la fabricación de bienes intermedios y para la provisión de servicios, nos coloca en una situación ventajosa.

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