Cuasifiscal, intereses y estabilidad

Desafíos y estrategias para reducir un déficit cuasifiscal persistente

Recientemente se ha mencionado el déficit cuasifiscal del Banco Central como un riesgo a la estabilidad económica. En el caso dominicano, este se origina en la crisis bancaria de 2003, cuando la autoridad monetaria asumió los pasivos de los ahorrantes de 3 bancos para evitar un efecto contagio al resto del sistema financiero. Estos depósitos se convirtieron en certificados del BCRD que devengaban intereses, generando un costo normalmente cubierto por la función de prestamista de los bancos comerciales, función que el BCRD no ejerce.

Lograda la estabilización, la captación de depósitos por el BCRD mediante la emisión de certificados financieros continuó utilizándose como mecanismo de contracción monetaria para evitar presiones inflacionarias y devaluatorias. Y así han quedado las cosas, en una economía incapaz de absorber su ahorro doméstico y convertirla en inversiones productivas. De hecho, en promedio desde 2005, los depósitos exceden los préstamos en un 30%.

Desde 2004 el saldo de los valores en circulación del BCRD ha aumentado de 101,966.3 millones (ya absorbidos los depósitos de las instituciones financieras en dificultades) a 1,052,017.7 millones en abril de 2024. En términos de M2 (la masa monetaria que consiste en monedas, billetes y depósitos), los certificados del BCRD han pasado de representar el 2.5% de M2 en 2001 a representar el 34.1% en 2004 y el 53.5% de este agregado monetario a abril 2024.

En vista de las pérdidas operacionales resultado de esta práctica se formuló en 2007 la Ley 167 de Recapitalización con el objetivo de “reducir el Déficit Cuasifiscal del Banco Central y, oportunamente, el balance de los certificados”. El plan original consignaba pagos durante diez años (2007-2016) en el cual “el BCRD recuperaría su fortaleza patrimonial por la vía de convertir en forma gradual pérdidas operacionales en superávit y garantizar con ello la preservación de la estabilidad macroeconómica y la autonomía e independencia de la institución”. A partir de 2017 estas transferencias del gobierno central no podrían ser inferiores al 1% del PIB hasta saldarse las deudas emitidas.

¿Qué ha ocurrido en la realidad? Ni lo uno ni lo otro. Desde 2007 el Ministerio de Hacienda ha transferido al BCRD RD$ 361,664.4 millones, de los RD$598,760 millones previstos por la ley. De estos, las 2/3 partes, o RD$238,790.6 millones, ha sido por concepto de intereses y solo RD$ 122,873.8 millones como transferencias de capital. En suma, estas transferencias -de impuestos cobrados a la actividad económica real- han cubierto el 38.1% del incremento en los instrumentos emitidos por el BCRD para controlar la liquidez financiera en aras de cumplir su función como estabilizador monetario, por lo el BCRD se registra cada vez más deficitario.

A pesar de no ser lo ideal, esto no ha afectado ni la independencia, ni la credibilidad del BCRD. Al contrario, se ha registrado un estable crecimiento económico y una inflación moderada, promediando ambas tasas un 4.7% desde 2007.

Sucede que el capital de un banco central no consiste en fondos invertidos por accionistas para responder ante un requerimiento de fondos. La define la eficiencia con que podrá ejercer su función de control monetario oportunamente, y esto el BCRD lo ha venido logrando, si bien con un costo.

Visto que los bancos centrales por definición no pueden ser insolventes, solo no-creíbles, el saldo de su déficit contable es relativamente inmaterial. Las recientes alzas en las tasas de interés han convertido en deficitarios a la Reserva Federal de Estados Unidos, al Banco de Canadá, al Bundesbank de Alemania y al Banco Central Europeo. El reto a futuro sería la sostenibilidad de este esquema con tendencia creciente, en adición a otras implicaciones económicas si se contempla solventar con impuestos y no mediante un manejo monetario.