El PLD del Siglo XXI
Para recuperar la confianza y liderazgo, el PLD debe concluir un proceso de transformación y renovación integral
La renovación en el liderazgo político no se limita a un factor etario, como se ha entendido en muchos sectores. Es una parte importante, sí, pero es un concepto integral que implica una adecuación de visión, filosofía, ideas, discursos, capacidad y potencialidad que muy bien pueden ser promovidos por nuevos actores políticos, pero también por actores políticos tradicionales que han sido capaces de evolucionar con la sociedad.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha sido, a partir de sus gestiones de gobierno, el principal promotor de los grandes avances económicos, sociales e institucionales de la República Dominicana, desde finales del siglo XX y en lo que va de siglo XXI.
Analizando los indicadores históricos de cualquier sector de la vida nacional, nos daremos cuenta del gran salto cualitativo que experimentó la industria, la producción agropecuaria, el turismo, la educación y la salud, la minería, las infraestructuras viales, entre otros, gracias a las políticas públicas implementadas por los gobiernos del PLD.
Como partido, el PLD dominó durante mucho tiempo el espectro político nacional, y mantuvo un liderazgo cohesionado y maduro que supo convivir con otras fuerzas políticas, lo que permitió a su vez que la República Dominicana mantuviese además la estabilidad política que en otros países de la región no ha sido posible lograr y que, lamentablemente, ha dado al traste con el desarrollo en esas naciones.
Todo lo anterior fue posible gracias a una cantera de dirigentes formados, comprometidos, capaces y eficientes que dedicaron gran parte de su vida al PLD y, por ende, a contribuir a que nuestro país se enrumbara por senderos de desarrollo, progreso y bienestar para las grandes mayorías. Todos ellos merecen nuestro respeto, reconocimiento y gratitud eterna. Y, a pesar de que algunas personas puedan pensar que muchos de esos dirigentes no encajarían en un proceso de renovación o relevo institucional en el PLD, lo cierto es que sí es posible.
La renovación en el liderazgo político no se limita a un factor etario, como se ha entendido en muchos sectores. Es una parte importante, sí, pero es un concepto integral que implica una adecuación de visión, filosofía, ideas, discursos, capacidad y potencialidad, que muy bien pueden ser promovidos por nuevos actores políticos, pero también por actores políticos tradicionales que han sido capaces de evolucionar con la sociedad. Un ejemplo de lo anterior es el ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica quien, a sus casi 90 años, sigue siendo un referente de primer orden para actuales y futuras generaciones en ese país.
A pesar de ello, estamos conscientes que las sociedades cambian, evolucionan y hay ciclos que se cierran y otros que se abren. En tal sentido, actores políticos que ayer jugaban ciertos roles podrían desempeñar otros en el futuro.
Sin embargo, la sociedad dominicana le habló al PLD en estos últimos 4 años, pero no la escuchamos o no entendimos el mensaje y, hasta la fecha, por no escucharlos o no entender el mensaje enviado, la mayoría de esa sociedad aún no está preparada para volver a mirar a este PLD.
No tiene mucho sentido tratar de explicar a la gente nuestras ideas porque no nos escuchan. Nuestros planteamientos no han resonado en todo este tiempo ni resuenan con fuerza todavía y, parte de ello, es debido a que no hemos sido capaces de concluir el proceso de transformación y relevo institucional que esa sociedad reclama para sentirse en capacidad de escucharnos nuevamente, volver a poner la atención a nuestra organización política, y ver el PLD como el instrumento a través del cual el pueblo dominicano cifre sus esperanzas para lograr las conquistas económicas y sociales que le permita su desarrollo pleno, de forma igualitaria, equitativa y progresiva, dentro de un marco de libertad individual y de justicia social.
Los partidos políticos con vocación de poder tienen que responder a las demandas de la sociedad, y el PLD no debe estar ajeno a ellas. Por lo tanto, nuestra organización política deberá decidir si se levanta del polvo, se sacude, evalúa lo que ha ocurrido a través de un proceso de crítica y autocrítica sincera, y concluye la transformación y el proceso de relevo que inició en el año 2020 o si, por el contrario, decide esperar a que sea la sociedad del siglo XXI la que cambie y decida entender nuestra cultura y no a la inversa.
La vida no es lo que uno quiere sino lo que nos sobreviene. Las grandes crisis son escenarios de grandes oportunidades. Por eso, veo esto como una gran oportunidad para relanzar al PLD para este nuevo ciclo de la política dominicana. El X Congreso deberá ser el escenario del cual nuestra organización política resurja transformada, renovada y con un relevo en el liderazgo que, idealmente, combine actores nuevos y tradicionales capaces de promover una visión, filosofía, ideas, discursos, capacidad y potencialidad, como lo espera y lo demanda hoy la sociedad dominicana. Solo así el PLD podrá recuperar la confianza social y, con ella, volver a ganarse el corazón del pueblo dominicano.
El PLD es un activo de la democracia dominicana que hay que preservar, pero, para que sobreviva, tenemos que abocarnos a asumir el concepto integral de la renovación que mencioné anteriormente. No me cabe dudas que el presidente Danilo Medina, una figura de una estatura enorme en el PLD y en la política nacional, será el padre y guía de ese proceso para construir un PLD del siglo XXI.
Los líderes predican con el ejemplo. Por ello, si el presidente Medina no está optando por mantenerse en la presidencia del PLD, es porque entiende que nuestra organización política tiene que concluir una gran transformación, y no un acomodo para que todo siga igual; y porque entiende además que llegó el momento de legarle a la sociedad dominicana un partido con la visión, ideas, discursos y actores políticos que ella quiere ver y escuchar, para que vuelvan a poner atención a los grandes logros de nuestra organización política y pensar en el partido de la estrella amarilla como la opción que les permitirá obtener los medios que le permita al pueblo desarrollarse plenamente.
Y que nadie se llame a engaño pues, como dijo el apóstol San Pablo en su carta a los Corintios, podemos estar atribulados, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.
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