La diplomacia energética en las américas
La República Dominicana destaca como ejemplo de diplomacia energética en el Caribe, demostrando cómo las políticas energéticas pueden fortalecer la seguridad y la cooperación internacional
En las Américas, dentro de la subregión Caribe, la República Dominicana es un caso paradigmático a la hora de evaluar las ventajas de contar con una diplomacia sensible a los desafíos que encierra la dependencia, producción y comercialización de los combustibles primarios.
Al igual que hablamos de diplomacia cultural, deportiva, turística o gastronómica, utilizamos la idea de “diplomacia energética” para capturar experiencias singulares de negociación y reformular los objetivos propios de la acción exterior. Su creciente relevancia es un gesto de congruencia con una época marcada por la inestabilidad en algunas regiones que son estratégicas por sus reservas de hidrocarburos y por su incidencia en el transporte de combustibles fósiles. También es una derivada de los consensos internacionales sobre mitigación del cambio climático y de la apuesta política por construir sistemas eléctricos más fiables, seguros y asequibles.
La diplomacia en su vertiente energética tiene múltiples propósitos: a) contrarrestar la incertidumbre generada por movimientos tectónicos en los mercados de la energía; b) encauzar la cooperación hacia un horizonte sostenible; c) elevar la seguridad energética nacional; d) fomentar una idea de país más atractiva para la inversión extranjera; e) aumentar el poder de influencia.
El ministro de Energía y Minas de la República Dominicana, Antonio Almonte, ha subrayado en distintas intervenciones el vínculo existente entre mercados energéticos estables y relaciones bilaterales sólidas. Uno de los aciertos de su gestión es haber logrado, en un momento de extraordinaria complejidad, una mejor inserción de la nación en el mapa global de la energía. Cabe recordar que el país ha impulsado numerosas acciones en el ámbito internacional, cuyo trasfondo respondía a causas de naturaleza energética.
Por ejemplo, los acuerdos con Colombia respecto a las compras de carbón en el último trimestre de 2021, las conversaciones iniciadas con Corea del Sur sobre distribución, los memorandos de entendimiento firmados con la República Cooperativa de Guyana y los canales de comunicación abiertos con Surinam en materia de hidrocarburos. Una proyección con eco en foros multilaterales: pienso en la IX Cumbre de las Américas (el país moderó la mesa de renovables) y en la XXVIII Cumbre Iberoamericana (promovió la declaración conjunta sobre transición energética).
La elección de República Dominicana como sede de la 6ª reunión ministerial de la “Alianza de Energía y Clima de las Américas” (Ecpa) representó un nuevo paso en esa trayectoria y supuso un reconocimiento implícito a la voluntad de sus autoridades de continuar la expansión de las energías limpias, preservando el principio de la seguridad energética. Dicho evento contó con 17 representantes de delegaciones internacionales, hubo más de 700 inscritos y congregó a personalidades del sector público y privado en Punta Cana, los días 14 y 15 de marzo.
A lo largo de las jornadas, República Dominicana firmó acuerdos de colaboración con Chile y Panamá, varios países se adhirieron al protocolo CertHilac para la certificación del hidrógeno limpio en las Américas y organismos multilaterales como Olade y Cepal hicieron un llamado conjunto a la acción para acelerar las transiciones energéticas justas, inclusivas y sostenibles en la región. Asimismo, fue importante el rol jugado por la OEA, Irena, Oiea, Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Cabe subrayar el valor del discurso de la vicepresidenta Raquel Peña en lo concerniente a los procesos de asociación estratégica vía fuentes renovables y las palabras del canciller de la República, Roberto Álvarez, acerca de “la interconexión entre la energía, la geopolítica y la diplomacia” como eje crucial para interpretar el mundo contemporáneo. Las dos intervenciones hicieron mención a la relación directa entre consolidación democrática y transición energética. La capacidad de articular esa perspectiva sitúa a la República Dominicana junto a las naciones líderes en energías limpias y da sentido a los niveles alcanzados de cooperación técnica bilateral con potencias como Alemania.
El encuentro ministerial de Ecpa deja acuerdos relevantes para la gobernanza regional como los ya citados, pero también transmite enseñanzas de carácter interno, entre ellas, ayuda a comprender por qué la energía ha liderado durante tres trimestres consecutivos la inversión extranjera directa, invita a que la conversación pública no se limite en exclusiva a los retos del subsector de la distribución y llama la atención sobre los aciertos de coordinación entre los tiempos de la diplomacia y los temas de la agenda energética.
Lo vivido en Punta Cana fue un ejemplo extraordinario de diplomacia energética, simbolizó el nuevo rumbo de la energía dominicana y evidenció que esa dirección tiene sentido de Estado.
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