Iberoamérica: más diálogo y menos polarización
Iberoamérica, en su historia, ha demostrado ser una región resistente, resiliente y dotada de ciudadanos con una capacidad innata para reinventarse ante cada reto
La XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno inicia con una América Latina que aún busca recuperarse de los duros golpes socioeconómicos de los tres últimos años. A un crecimiento económico que bordearía el 1.8 % este 2023, debemos sumarle las divergencias existentes entre algunos gobiernos de la región, una mayor crisis de confianza hacia la clase política, y la impotencia social generalizada ante el aumento drástico del costo de la vida, elementos que vienen alimentando un clima de polarización nada saludable.
Llevando esto a los datos con apoyo de la IA, en LLYC identificamos que el nivel de polarización en Iberoamérica creció un 39 % en los últimos cinco años. Aquí también se identifica que la adicción en la región a polarizar crece un 11 % el mes que se declara la pandemia, y no para de crecer desde entonces a un ritmo del 8 % anual.
Partiendo de esto y haciendo un zoom en el sentir luego de iniciada la pandemia, se observa que las diferencias crecen año a año de manera preocupante. ¿Esto qué significa? Que temas tan relevantes para la región como el desempeño de nuestros representantes o cuestiones vinculadas a los desafíos sociales o los derechos humanos, en lugar de promover un intercambio de ideas en pro de soluciones, vienen provocando un cruce de opiniones muy emocionales y muy poco racionales que se traducen en intolerancia hacia quienes no piensan como o parecido a nosotros. ¿Caldo perfecto de cultivo para los populismos? Algo sobre lo que conversar, no sobre lo que polarizar.
En un momento así de desafiante se celebra esta Cumbre, un escenario donde todas las naciones participantes tienen la oportunidad trabajar con miras a marcar un antes y un después en la gestión de este proceso de recuperación. ¿Qué tenemos a nuestro favor? Iberoamérica, en su historia, ha demostrado ser una región resistente, resiliente y dotada de ciudadanos con una capacidad innata para reinventarse ante cada reto. En definitiva, un potencial que debe ser aprovechado por nuestros líderes con miras a unificar para construir prosperidad y no a dividir para destruirla. Más diálogo y menos polarización.
En esta necesidad de reordenar prioridades e identificar oportunidades gana peso la sinergia entre gobernantes y el sector privado, algo que parece estar latente en el encuentro empresarial que también se lleva a cabo en estos días. Se palpa en una agenda en la que, por ejemplo, se conversará sobre el peso del turismo como palanca de la recuperación a través de políticas y acciones creadas en conjunto (autoridades, empresas y ciudadanos. En ello, República Dominicana, país anfitrión, tiene muchas lecciones que compartir luego de un año de récords en la atracción de turistas a sus destinos. Y otro de los grandes temas de debate, el de la sostenibilidad, hace hincapié en el real impulso de una economía verde en nuestra región. La pandemia confirmó que el desarrollo va de la mano de ello. Esto hoy es innegociable. Más sobre lo que construir puentes en lugar de distancias.
Finalmente, y por ello no menos importante, debemos conversar, y no polarizar, sobre la transformación digital, que evoluciona hacia la transición digital, conforme lo establece la “Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en Entornos Digitales” que se aprueba en esta Cumbre, como el mejor camino para una innovación productiva, inclusiva y, también, sostenible, que incluso puede ayudar a los iberoamericanos a superar desafíos que la revolución industrial no ha sido suficiente. Somos testigos de que las nuevas tecnologías, especialmente las relacionadas con la Inteligencia Artificial, que, por ejemplo, nos permiten acceder y analizar grandes masas de datos, no solo han derribado barreras o suministrado elementos que nos ayudan a ser más certeros en la toma de decisiones estratégicas, tanto a nivel institucional como, y extraordinariamente, empresarial. También, y sobre todo, nos apoyan en la labor de entender las corrientes ciudadanas con las que se hace necesario conectar más que nunca dado su creciente empoderamiento, derivado, precisamente, del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Estas también son la base de nuevos nichos de negocio de los jóvenes profesionales iberoamericanos, que hoy se enfocan, por ejemplo, en el diseño e implementación de startups con una visión de negocio transformador de la economía y de las sociedades, algo que no debería de extrañarnos al conocer la ilusión emprendedora que identifica a nuestros países.
En conclusión, en este encuentro iberoamericano, se trata de extender puentes para promover conversaciones fundamentales para evolucionar de manera positiva y beneficiosa para los ciudadanos, las comunidades, las empresas y las instituciones. Nuestros líderes deben demostrar un liderazgo conversador y no polarizante, inclusivo, que sea un ejemplo para nuestros ciudadanos con miras a restablecerse de profundas heridas sociales mediante el respetuoso intercambio de ideas y grandes capacidades para escucharnos, y escuchar también a actores que irrumpen en un territorio al que todo el planeta mira. Como los recientes hechos nos han demostrado, muchas tragedias se iniciaron en un momento de incomprensión… E Iberoamérica no puede darse el lujo de volver a caer en uno de ellos. ¿Una Iberoamérica justa y sostenible es posible? Sí, y necesita de todos los iberoamericanos, cada cual en lo que mejor pueda aportar desde la conversación, y no desde la polarización.
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