Qué razones justifican los subsidios
Lo más habitual es que el Estado subsidie algún bien o servicio para proteger a la población más pobre
Existen tres razones “razonables”. 1) proteger a los pobres; 2) proteger al medioambiente, y 3) proteger la producción nacional. Ninguna de las tres aplica a los combustibles. No todos están de acuerdo conmigo en eso; incluso habrá economistas que piensan que no hay razón alguna para subsidiar. Y otros encontrarán muchas más razones, incluyendo la politiquería barata. Por eso enfatizo el término “razonables”.
Lo más habitual es que el Estado subsidie algún bien o servicio para proteger a la población más pobre; también puede subsidiar el consumo de un bien para incitar a la población a consumirlo, con tal de que deje de usar otro que daña el medioambiente. Y tercero, si un producto o servicio es de vital importancia para el país, principalmente por seguridad alimentaria o de salud, y los productores corren el riesgo de quebrar o dejar de producirlo, es posible que se justifique aplicar un subsidio.
Vamos por partes. Proteger a los pobres; esto es muy correcto, pero solo se justifica si se conoce fehacientemente que quién va a recibir el subsidio es más pobre que quien lo va a pagar. Porque todos los subsidios se pagan, de eso no tenga la menor duda. ¿Quién lo paga?: el contribuyente que va a aportar los impuestos para cubrirlos, o los hogares que ya no podrán recibir los servicios que el Estado dejará de proveerles para destinar los fondos al subsidio.
Quién lo recibe. En el caso de los combustibles, no hay dudas de que sus precios afectan a los pobres; sus usuarios están diseminados entre todos los estratos sociales, y en algunos casos, se constituyen en insumos para otros bienes o servicios que también son usados por múltiples estratos; lo que no es cierto es que a quienes más afectan sea a los más pobres. De acuerdo a la última encuesta de presupuestos familiares (ENGIH-2018), una persona ubicada en el 40% más pobre de los hogares gastaba mensualmente 435 pesos en transporte como promedio mensual, mientras una del 20% más rico gastaba 3,962 pesos; es decir, por cada peso de subsidio que recibe un pobre, el rico recibe nueve.
Veamos ahora quién lo pagaría. Es un lugar común en la República Dominicana decir que los pobres pagan más impuestos que los ricos. Eso no es verdad, pero lo cierto el que el sistema tributario no es tan progresivo como se desearía, y que los ricos pagan menos que lo que deberían. De todas formas, es razonable pensar que, en una razón de nueve a uno, es difícil que el subsidio sea progresivo.
Y si lo que hace el Gobierno es subsidiar por vía de dejar de cobrar un impuesto, o dejar de prestarle los servicios a la población, ahí si es que los pobres cargan pesado. Está muy estudiado y arto demostrado que cuando se recortan o funcionan mal los servicios de salud pública, policía, educación, de agua o asistencia social, quienes más pierden son los pobres. Está claro que, de hacer esto, el Estado estaría actuando como Hood Robin (se dice que Robin Hood les quitaba a los ricos para beneficiar a los pobres).
Proteger el medioambiente. Hace unos meses, la Secretaría General de la ONU recurrió a una original campaña para llamar la atención sobre la crisis climática, utilizando la tecnología para simular un dinosaurio irrumpiendo virtualmente en la Asamblea General, para expresar su estupefacción por el hecho de que los humanos, sabiendo que la extinción no es nada bueno, estén provocando su propia extinción al gastarse el dinero público en unos subsidios a los combustibles fósiles.
Proteger la producción nacional. Si bien esta es la razón que provoca más discrepancias entre los economistas, casi todos están de acuerdo en que hay circunstancias en que se necesita preservar, por la vía que sea, la producción de determinados bienes o servicios, y que esto amerite subsidios fiscales. Un caso típico es lo que pasó en el país con la fiebre porcina, o cuando los agricultores corren el riesgo de quebrar por las malas cosechas o por las excesivamente buenas que deprimen los precios.
Otro caso ilustrativo ocurrió al iniciarse la crisis del COVID-19, en que muchísimos gobiernos del mundo descubrieron que se había llegado demasiado lejos en la privatización de servicios básicos, como los hospitales, o en el descuido de la producción de insumos o equipamiento médico y haber pasado a depender demasiado de industrias establecidas muy lejos.
Entonces, si se trata de preservar la producción nacional, ayudar al ambiente y al mismo tiempo beneficiar a los pobres, lo lógico sería subsidiar el arroz, los víveres o los frijoles antes que los combustibles. Aunque la forma por excelencia de subsidiar a los pobres, es mediante transferencias monetarias. Por eso me sorprende escuchar tantas voces, incluso de economistas reputados, postulando por subsidiar combustibles.
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