Maquillaje

La democracia puede llegar a ser una pesadilla. Especialmente cuando los votos llevan al poder a los que desprecian la democracia y justifican sus arbitrariedades en el resultado de las urnas.

Venezuela es el ejemplo más cercano. Una ideología totalitaria y militarista que llega al poder por los votos, impone una ideología demostradamente inútil, deshace el tejido social, invita a largarse a todo aquel que tiene ideas, emprendimiento, dinero o cualquier otra forma de generar riqueza y se dedica a repartir lo poco que le queda con criterios populistas.

La democracia es antes que nada equilibrio de poderes y supervisión. Anulados estos dos factores, lo que queda es votar, que como ya se sabe, no siempre sirve de motor de cambio o de mejora. ¿Cuál es nuestra realidad, nuestra actualidad? Obviamente, los sistemas de supervisión son nulos o casi nulos. No sólo no supervisan adecuadamente, sino que ni siquiera lo disimulan. Y cuando aparentemente lo hacen... no se les cree.

La supervisión deficiente convierte el sistema democrático en una farsa. Todo parece tener el sello de legalidad que se requiere, pero es pura fachada. Además, la democracia es equilibrio de poderes y de eso estamos bastante huérfanos. Sin supervisión y sin equilibrio vivimos en una democracia maquillada para parecer políticamente correcta.

Ya metidos en una campaña electoral complicada y masiva, vamos a ver y oír de todo por los próximos meses...

IAizpun@diariolibre.com

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