Ángeles y chacales

Que la sangre tiene más meandros que los ríos, es cosa sabida. En una misma familia y de un mismo tronco, tras dar vueltas y vueltas, retoñan hijos buenos y también hijos malos, como de un mismo naranjo nacen frutas suculentas y otras resecas.

A un padre le puede nacer un hijo felón y otro ejemplar, sin importar que sean mellizos. Una madre pare hoy un santo y después un asesino; más adelante un erudito y quizás termine dando a luz a un jugador empedernido, a un borracho o a quien, con el tiempo, será un recto juez.

¿Y quién le quita la razón Gardel por aquello de que "…contra el destino, nadie la talla"?

La sangre es misteriosa, imprevisible, sorpresiva, milagrosa y también artera. No se profetiza desde ella. No se adivina, por más que se la escudriñe. No se acierta, por mucho que se quiera. En el fondo, la sangre manda y nosotros cumplimos sus órdenes, nos guste o no. Porque todos, sin excepción, no somos, ni seremos, ni más ni menos, que la sangre que nos legaron, la misma que corre por nuestras venas.

He dedicado mi vida al estudio silencio de las paradojas de la sangre. He llenado cientos de libretas con notas genealógicas donde figuran estirpes donde el genio aflora cada tres nacimientos y la imbecilidad cada dos. He sufrido desentrañando el misterio de verdugos y torturadores vesánicos hermanados con estupendos violinistas y generosos filántropos. He bebido lo suficiente de enciclopedias y árboles genealógicos, como para no espantarme de que madres libertinas pariesen hijas beatificadas por la Iglesia y de que obtusos cabos furrieles diesen de sí vástagos emprendedores y nietos poetas. La conclusión final, a la que he arribado, es que no hay nada definitivamente escrito si la tinta es sangre.

Aquí tengo este caso, para no ir más lejos. Y les contaré la historia en orden, sin saltarme nada, porque si se pierden un detalle no podrán comprenderla, ni admitirán, como hace tiempo concluí admitiendo yo, que aparte de todo lo dicho, la sangre es también irónica, o para decirlo en buen criollo, bien jodona, porque siempre termina pasando la cuenta, o peor aún, burlándose.

Esta historia tiene su primera parte en Cuba, en la provincia de Oriente, en 1912, donde un joven teniente del Ejército, llamado Arsenio Ortiz Cabrera sale en campaña para perseguir a los seguidores del Partido de los Independientes de Color, agrupación de negros y mestizos campesinos, jornaleros y artesanos, muchos de ellos veteranos del Ejército Libertador, que cansados de pedir oportunidades y derechos, se habían alzado en armas para presionar al Gobierno, en un gesto más simbólico que bélico. En menos de dos meses las tropas gubernamentales masacraron a más de 3mil personas, civiles y combatientes, entre ellos, al general Pedro Ivonet y al coronel Evaristo Estenoz, líderes del intento. Correspondió al feroz teniente Ortiz matar a mansalva al general Ivonet, quien se hallaba prisionero, gesto que fue muy bien recibido por el entonces Ministro de Gobernación, el general Gerardo Machado. Se dice que, para subrayar sus méritos, aquel joven teniente arribó a Santiago de Cuba llevando una cesta repleta de orejas cortadas a sus víctimas.

El segundo momento de esta secuencia de perplejidades llega durante la recta final de la tiranía del general Machado, que se prolongó de 1925 a 1933 y que solo aceptó abandonar el poder bajo los embates de una huelga general y las ráfagas de la revolución de agosto de 1933. Necesitado de incondicionales que matasen a sospechosos y revolucionarios, Machado designó al ya comandante Arsenio Ortiz Cabrera como Inspector General del Ejército en la provincia de Oriente. En unos pocos meses, Ortiz asesinó a 44 personas, entre ellas humildes emigrantes haitianos y jamaicanos, colgando uno de los cadáveres en la farola ubicada delante de la casa de un probo juez que osó dar curso a una acusación en su contra. Para no ser menos que su jefe, y tras ganar el apelativo de "Chacal de Oriente", este poderoso comandante montó también un sistema de extorsión de prostitutas y comerciantes, protegiendo los juegos ilícitos y el contrabando.

Cuando se hizo insostenible su presencia impune en Cuba, Machado dio a su protegido $ 20 mil pesos y lo mandó, con su familia, a residir en la Alemania nazi, de donde partió hacia la República Dominicana, bajo la protección directa del Jefe y Generalísimo, compadre de su general Machado. Fueron vanos todos los intentos de extradición presentados por las nuevas autoridades cubanas. Al igual que otros esbirros, Arsenio Ortiz asesoró en la represión interna y trabajó en las haciendas del Benefactor, hasta su muerte, ocurrida en 1949.

El tercer momento de esta historia que les cuento, para que no me digan que soy exagerado, ni que estoy obsesionado con los rompecabezas de la sangre, se inicia el 20 de septiembre de 1956, con una carta remitida al Jefe, desde Las Palmas de Gran Canaria, por el capitán del Ejército español, Arsenio Ortiz Moreno, que merece ser citada:

"En esa República murió, hace siete años, Arsenio Ortiz Cabrera, mi pobre padre, a quien vos conocíais y tendisteis vuestra mano amiga en momentos críticos de su accidentada existencia, con la proverbial magnanimidad de vuestra estirpe… He seguido siempre, con vivo interés y simpatía, el desarrollo de vuestra gran obra, guiando a vuestro país a través de una política carente de ambiciones personales y buscando solo el bienestar y felicidad de vuestro pueblo…"

Esta parte de la historia, para no cansarlos, termina cuando en la citada carta, un tanto sulacrana, el capitán Arsenio Ortiz Moreno rogó al Jefe solicitase al gobierno de Franco, el otro Generalísimo y no menos compadre que Machado, que lo designase como profesor en una academia militar dominicana que, por aquellos días, comenzaba a recibir asesores militares franquistas. Y del Jefe se podría decir lo que fuese, menos que no era cúmbila de sus amigos, por eso menos de un mes después, tras ordenarlo, el general Rafael L Trujillo hijo, o sea, Ramfis, teniente general y Jefe del Estado Mayor de la Aviación Militar Dominicana, respondía que "… a pesar de estar completas las plazas de Instructores de la Academia, se hará lo posible para obtener los servicios del sr Arsenio Ortiz Moreno", lo que, por supuesto, terminó lográndose, no faltaba más.

Esta tercera parte de la historia, por el momento un esperado y poco sorprendente recorrido de esta sangre familiar, termina en las sombras, pues poco se sabe, o casi nada se recuerda del desempeño del capitán franquista al servicio del gobierno trujillista. Se puede conjeturar lo que cada uno desee y es posible que más de uno acierte y coincida con lo que yo pienso, pero no voy a decir. Se sabe que, tras la muerte del Jefe, un desconsolado Ortiz Moreno regresó al Ejército español, reapareciendo, en agosto 1967, ya con los grados de comandante, como su padre, al ser designado oficial adscrito a "…los servicios de Información y Seguridad de la provincia del Sahara", nombramiento firmado por el almirante Carrero Blanco.

Bien, admito que hasta aquí no hay ningún giro sorprendente en una historia que, al parecer y hasta este punto, puede parecer corriente y hasta aburrida. Pero a quienes así piensen les pasará lo mismo que a mí al anotar en mis libretas la cuarta y última historia de este caso.

Este tramo final de la sangre nos lleva hasta la guerrillera Piky Lora, alzada por el "14 de junio" en las montañas de la Cordillera Central, en el frente "Juan de Dios Ventura Simó". En noviembre de 1963, al ser capturada, fue atada y conducida junto a otros guerrilleros, entre ellos, uno de nombre Arsenio Ortiz Ferrand. Y aquí ha saltado la liebre, cuándo y dónde menos la esperábamos. Porque seguro se estarán preguntando, como me pregunto yo, si se trata de una mera coincidencia de nombres o hay algo más aquí. Pues yo no lo sé, a ciencia cierta, pero puedo imaginarlo y de eso no hablaré.

Se sabe que después de estos sucesos, Arsenio Ortiz Ferrand, quizás entre los revolucionarios deportados por el Triunvirato, o quizás por otras vías, logró salir del país a donde regresó tras el estallido de Abril de 1965. Enviado por los constitucionalistas a levantar en su apoyo al pueblo de Azua, fue capturado en Las Yayas, asesinado y desaparecido, en junio de 1965. Su nombre figura entre los casos denunciados e investigados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llegada al país. Las autoridades militares declararon que "…Arsenio Ortiz Ferrand, en ningún momento ha sido arrestado, ni existe motivo para su persecución".

Por ahora cierro mis libretas, aunque este no sea un caso cerrado. Ni quito ni pongo, solo supongo lo que me indica el fluir de la sangre, la sucesión de los apellidos, la coincidencia en el tiempo, la lógica de lo ilógico. Y al final no me asombro: ya se sabe que la sangre tiene más meandros que un río y que siempre termina por pasar la cuenta, o por burlarse, o por joder, que para eso es lo más importante, y que un mismo tronco es capaz de dar luces y sombras, o lo que es lo mismo, parir ángeles y chacales. ¿ No lo cree?

La sangre es misteriosa, imprevisible, sorpresiva, milagrosa y también artera. No se profetiza desde ella. No se adivina, por más que se la escudriñe. No se acierta, por mucho que se quiera. En el fondo, la sangre manda y nosotros cumplimos sus órdenes, nos guste o no. Porque todos, sin excepción, no somos, ni seremos, ni más ni menos, que la sangre que nos legaron, la misma que corre por nuestras venas.

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