Narrativa USA del golpe de septiembre (3)

[En septiembre de 1963, Estados Unidos se conmociona por los disturbios raciales en Alabama y por la negativa del gobernador George Wallace de hacer cumplir la ley contra las prácticas discriminatorias, lo que obliga al presidente Kennedy a amenazar a Wallace de que cumpla con la disposición de la Corte Suprema o se vería obligado a enviar las tropas federales para intervenir el estado sureño. / El líder nacionalista Ben Bella logra una aplastante victoria en el referéndum popular celebrado en Argelia, asumiendo las riendas del país en medio de un agravado clima de tensión. / En Roma, el papa Pablo VI inicia el segundo período de sesiones del concilio Vaticano II que reformaría muchos aspectos de la vida eclesial].

Estas eran las principales noticias del mundo, cuando el presidente venezolano Rómulo Betancourt, en la continuación del entramado golpista en movimiento, comunica a la embajada norteamericana en Caracas que encontraba extraña una llamada que le hizo el presidente Bosch desde México [Bosch tenía meses sin comunicarse con su viejo amigo], solicitándole que “no debería hacer un anuncio”. [Betancourt no entendió el escueto mensaje del presidente dominicano] Más tarde, la embajada venezolana en Santo Domingo informa a la cancillería de su país que cuatro dirigentes del PRD, entre ellos Ángel Miolán y el vicepresidente González Tamayo, habían buscado refugio en la delegación diplomática, pero que finalmente habían decidido abandonarla (¿Quiénes eran los otros dos dirigentes?] Resultaba obvio que los asilados creían que estaba en marcha un golpe contra Bosch, instigado por Imbert Barrera, según informaba la embajada USA en Caracas al Secretario de Estado Rusk [Betancourt tenía contactos continuados con los diplomáticos norteamericanos. ¿Pudo haber servido Betancourt a la CIA? ¿Sería esta la razón por la cual Bosch se habría enemistado con el presidente venezolano que tanto había colaborado con la causa antitrujillista?].

La rebatiña militar estaba en pie el 19 de septiembre, con Bosch ya en el país, pero recluido en su hogar a causa de una colitis severa. El embajador Martin informaba al departamento de Estado que el general Santiago Rodríguez Echavarría le dijo a Nivar Seijas que estaba programado un golpe para el 15 de septiembre, que Nivar se lo comunicó a Hungría, que Hungría convocó al jefe de la Marina, al coronel Carbuccia, a Antonio Imbert –quien a su vez llevó al general Belisario Peguero-, al vicepresidente González Tamayo y al ministro del interior Domínguez Guerra, para decirles que él no estaba en ningún golpe, que no participaría en eso y que solo era un rumor de la calle [Seguía sin participar en reunión alguna el coronel Wessin, el único que se escabullía de todas estas reuniones. Parecía autónomo en sus planes y decisiones, o ¿su autonomía era dirigida?] Los rumores en la cadena militar que recogía la embajada USA tenían siete componentes: era un complot de Imbert y Amiama que fue bloqueado por Hungría Morel y Rib Santamaría; fue un simulacro de Imbert para evaluar su propia fuerza dentro de los mandos militares; fue un esfuerzo de Hungría y Rib para fuñir a Imbert y mejorar tácticamente su posición en el ordenamiento militar; era un trabajo estimulado por Chaguito Rodríguez Echavarría, por órdenes de su hermano y bajo instrucciones de los Trujillo por intermedio de Zenón Castillo de Aza [que vuelve a aparecer en este escenario] con el fin de complicar o matar a Imbert Barrera; no pasaba nada y todo era un simple rumor callejero; era una campaña de rumores alimentados por el 14 de junio con la ayuda del Partido Socialista Popular y el MPD; era un complot de Wessin que fracasa cuando Imbert se mueve y los militares involucrados desisten de propiciar la trama. [El barullo es grande. La embajada USA aparenta confundida y lo único que [¿simula?] tener a mano son rumores, planteando posibles orígenes sin llegar a conclusiones claras. Aunque sí, hay una conclusión de Martin: “Todo esto cuadra con la decisión de buscar asilo por parte de Miolán y otros perredeístas”. [Con semejante panorama, no digo yo...]

Estamos ya a 20 de septiembre. El Frente Anticomunista convoca a una huelga general. Son los mismos que patrocinan los mítines de reafirmación cristiana: Enrique Alfau, Mario Read Vittini, Tomás Reyes Cerda, José Andrés Aybar Castellanos. [Eran los duros de la derecha dominicana más radical]. En esa fecha se aclara que solo Miolán había ido a pedir asilo a la embajada venezolana, que se pasó una noche allí y que ni el vicepresidente González Tamayo ni otros dirigentes del PRD estuvieron en esa movida. Los que sí se aparecieron por dicha embajada fueron los dirigentes socialcristianos Yuyo D’Alessandro y Alfonso Moreno Martínez, pero solo fueron a conocer lo que estaba pasando pues el embajador era del COPEY, partido aliado al original PRSC. Todo esto lo comunica el embajador Martin en esta fecha al Departamento de Estado. Y consigna que González Tamayo sí se apersonó donde el embajador de Bolivia, “pero sólo para asegurarse de que el santuario estaría disponible en caso de necesitarlo” [Martin tenía vena literaria].

El 22 de septiembre, ya cercana la fecha cuando los acontecimientos terminaron desbordándose, Martin envía al departamento de Estado un mensaje que combina varios factores [uno se atrevería a decir que era una nota entre Lucas y Juan Mejía]. Primero: dice que su gobierno apoya a Bosch pero que este es inestable; Segundo: los civiles y militares “temerosos” de Bosch y de la “amenaza comunista” están siendo estimulados por “políticos ambiciosos que nunca han aceptado los resultados de las elecciones del 20 de diciembre” [¿?]; Tercero: que “los militares en un grado cada vez mayor lucen insatisfechos, no contentos y preocupados por el crecimiento del comunismo”, para remachar que “Bosch ha perdido autoridad y prestigio” [¡!]; y Cuarto [y por aquí viene la menta con cocorícamo]: “Si Bosch huye o renuncia bajo presión militar nos gustaría mantener al vicepresidente González Tamayo, su sucesor constitucional en el Palacio durante un breve período para dejar un tiempo de maniobra y tratar de iniciar eventos por una ruta constitucional”. Si con González Tamayo no se puede, pues se escogería a Juan Casasnovas Garrido, presidente del Senado como presidente interino [Martin, al fin, comienza a mostrar las uñas. Ya tiene su plan almidonado, da como un hecho la huida o renuncia de Bosch, y se dispone a tomar medidas para conformar un gobierno que aparente regirse por la Constitución, hasta que se decida lo que convenga. ¡Qué castañas pelaba el peje!] El mismo que para avivar el fuego le enviaría ese mismo día otro mensaje al Departamento de Estado donde informaba que le había entregado a Bosch el día anterior los nombres de cuatro castrocomunistas [solo se menciona a Jimmy Durán], que habían salido rumbo a Cuba y Moscú, con el fin de que proponga al Congreso una medida que limite el derecho a viajar. Y dice en su informe, ya finalizando, que le comunicaba esto a Bosch “en un espíritu de ser útil” [¡Qué cachaza!], agregando a seguidas: “y esperando el momento cuando podríamos golpearlo con esa información en forma dura” [¿Y qué quiso decir aquí Martin? ¿Comenzaba el embajador USA a desollar el puerco? ¿Estaban claras ya cuáles eran sus intenciones? ¿Era solo la suya o la del gobierno norteamericano o la de algunas de sus agencias? Faltaban solo tres días. Tres días con sus noches lúgubres, llenas de malos presagios, con un enfermo de pronóstico reservado a quien ya se le estaban preparando las exequias].

El 23 es un día de cruce de cables de todos los calibres. Martin dice al Secretario Rusk que Bosch le dijo que el complot era de Rodríguez Echavarría junto con el ex cura Castillo de Aza [¿Andaba Bosch tan confundido y no alcanzaba a ver que los enemigos estaban frente a sus narices?]; y Martin le informa a Bosch que Manolo Tavárez Justo estaba en contacto con “un hombre militar”, a lo que Bosch –según el informe del embajador- dijo que era probable porque el 14 de junio tenía conexiones con estamentos militares [Esos contactos militares de Manolo nunca se vieron motorizándose a favor del líder del 14 de junio, ni durante estos acontecimientos septembrinos ni dos meses después en Las Manaclas. Manolo no parece que tuvo estamentos militares amigables. En honor a la verdad, Bosch sí pudo haber creído en eso, si así se lo informaban los organismos de seguridad de su gobierno. Bastaría repasar Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, específicamente su capítulo “La juventud desviada” para comprobar que Bosch no mantuvo relaciones cordiales con el 14 de junio. Manolo, empero, se fue a la loma para cumplir su compromiso de defensa de la constitucionalidad y de Bosch. La política se nutre siempre de estos saltos incomprensibles. Pero falta por ver].

(La narrativa de esta historia está basada en su totalidad en el “Addendum. El gobierno de Kennedy y el de Bosch. Un análisis más profundo” publicado recientemente por el historiador Bernardo Vega, junto a la reedición de su libro “Kennedy y Bosch” , cuya primera edición es de 1993. Entre corchetes, el autor de Raciones de Letras introduce sus comentarios.)

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