La palabra en la palestra

(ilustración: luiggy morales)

El lenguaje inclusivo genera controversias, y una vez más irrumpe la calidad de la palabra como seña ideológica, como arma para dirimir diferencias de pensamiento que desembocan luego en acciones enfrentadas. Apareció en la Constitución dominicana del 2010 sin mayores objeciones, dos años antes de que la Real Academia Española (RAE) sentara cátedra sobre un tema pasible de múltiples lecturas, sin que la ortodoxia o la uniformidad de enfoque en la preservación de ese tegumento que arropa al colectivo —el idioma— sea la última... palabra.

En nuestro país, políticos convencidos lo mismo que caricatos y embaucadores lo han hecho suyo, pero la controversia ha ocupado poco o ningún espacio en la conversación pública, definitivamente urgida de substancia que los influencers en modo alguno aportan. Al contrario.

También las Naciones Unidas, con 75 años recién cumplidos a cuestas, se unió al debate con la publicación de Orientaciones para el empleo de un lenguaje inclusivo en cuanto al género en español, una serie de estrategias para que su personal “emplee un lenguaje inclusivo en cuanto al género”. “Las estrategias”, señala la organización, “pueden aplicarse a todo tipo de situación comunicativa, oral o escrita, formal o informal, con un público tanto interno como externo”.

Tarea nada fácil dada la complejidad que conlleva el uso de cualquier idioma, y adrede omito el adjetivo correcto. Contrario a otras lenguas, en la nuestra el género gramatical incluye desde algunos pronombres hasta sustantivos, adjetivos y artículos. Tal como se indica en las recomendaciones de la ONU a manera de recordatorio, “en los sustantivos y adjetivos existe únicamente el morfema de género masculino y el de género femenino”, y el género neutro se ha conservado en unas pocas palabras.

Otra advertencia: “Es importante no confundir el género gramatical (categoría que se aplica a las palabras), el género como constructo sociocultural (roles, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad determinada en una época determinada considera apropiados para los seres humanos de cada sexo) y el sexo biológico (rasgo biológico propio de los seres vivos). Los principales retos del español para una comunicación inclusiva en cuanto al género son la confusión entre género gramatical, género sociocultural y sexo biológico, el nivel de conocimiento de los recursos que ofrece la propia lengua para hacer un uso inclusivo dentro de la norma y las asociaciones peyorativas que han heredado del sexismo social algunos equivalentes femeninos”.

De antemano, mal parados los dominicanos por la torpeza en la tarea diaria de comunicarnos entre nosotros y de trasladar nuestras ideas. Quizás esa falencia sea razón inequívoca de la ligereza con que se ha acogido el lenguaje inclusivo en algunos estamentos, o el rebrote de expresiones cargadas de sexismo.

Me ha dejado gratamente aleccionado y esperanzado, por el hecho de que las protagonistas son mujeres, un cruce de lanzas verbales entre dos diputadas del Parlamento de Andalucía, a propósito de una proposición no de ley (PNL) relativa a la adopción de medidas para ajustar el lenguaje de la Junta de Andalucía a las recomendaciones de la RAE, presentada por el Grupo Parlamentario Vox durante una sesión este último verano. Palabras traen respuestas, y a doña Ángela María Mulas Belizón, gaditana, le replicaron con el mismo vigor de su predicamento. Solo que la respuesta, por limitación de espacio, vendrá en la próxima entrega de A decir cosas:

—Muchas gracias, señora presidente.

Buenas tardes, diputados y diputadas. Estamos contentos y contentas de verles aquí hoy a todos y a todas, reunidos y reunidas, juntos y juntas. Suena..., ¿suena raro, verdad? Pues sí que lo es. Así es, ciertamente.

Señores diputados, esta PNL que hoy presentamos solo pretende el respeto a nuestra lengua, que en definitiva es nuestra identidad; una lengua que es la segunda más empleada del mundo, porque nuestra lengua, desde Homero, Séneca, hasta Cela o Delibes, pasando por Cervantes o Quevedo, es fruto de un largo proceso cultural, cuajado durante siglos, y que nada ha tenido ni tiene que ver con intereses políticos de ninguna clase.

Rara vez se pronuncia la RAE, aunque una vez lo hizo, precisamente cuando funcionarios y profesores andaluces, todavía bajo el mandato del Gobierno socialista, pidieron su amparo ante la Academia frente a normas que llegaban a obligarles a utilizar en clase el desdoblamiento de género, que, excepto algunos políticos demagogos, nadie utiliza en su día a día porque no corresponde con el uso natural y lógico de la lengua. La artificialidad del lenguaje inclusivo lo convierte en un instrumento ideológico y un medio de control sobre el pensamiento, de represión mental. En español, el plural en masculino implica ambos géneros gramaticales y, junto con el género neutro, son los únicos géneros que existen. Por cierto, los biológicos son sexos, no géneros. Así que, al dirigirse al público, no es necesario ni correcto decir «españoles y españolas», «niños y niñas». Decir ambos géneros gramaticales es correcto solo cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes. Por ejemplo, «hombres y mujeres», «damas y caballeros». Hay que dejar libertad para que la gente hable como quiera. Aprendamos a hablar español de una vez correctamente.

En español existen los participios activos como derivados verbales; no tienen género, es decir, son neutros, y genéricos y válidos, tanto para hombres como para mujeres. Así, el participio activo del verbo atacar es «atacante», el de obedecer es «obediente», el de sufrir es «sufriente», el de existir, «existente». ¿Y cuál es el participio activo del verbo ser? «Ente». El que es el «ente», el que tiene entidad. Por eso, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que define o expresa el verbo, se le añade el sufijo «-ente». Por eso, a la persona que preside se le dice «presidente», no «presidenta», independientemente de su sexo —aunque «presidenta», señores diputados, está admitido por la RAE—. Así se dice «ca- pilla ardiente», no «ardienta»; «estudiante», no «estudianta»; «adolescente», no «adolescenta». El que emigra es «emigrante», no «emigranta»; el que inmigra, «inmigrante», no «inmigranta»; y el que lleva la voz es el «portavoz».

Se hace un mal uso del lenguaje y de la gramática de la lengua española por motivos ideológicos o por ignorancia, no sabemos qué será peor. Pero, bueno, uno de los principios más importantes es el principio de economía de toda lengua. De otra manera, el discurso de «niños, niñas», «compañeros, compañeras», «amigos y amigas», «ciudadanos y ciudadanas», se vuelve tan pesado y cansino que la gente acaba desconectando de su contenido. Ante la polémica por la publicación en los últimos años de guías de lenguaje no sexista, editadas por universidades, comunidades autónomas, sindicatos, ayuntamientos y otras instituciones, en 2012 las máximas autoridades lingüísticas publicaron un documento mostrando el posicionamiento oficial de la Academia. En el documento, los académicos mostraron una posición tajante, contraria al uso del lenguaje inclusivo. Por ello, esperamos que esta PNL, que se caracteriza por tener un contenido sensato, se apruebe, pues esta PNL lo único que pretende es adoptar medidas para ajustar el lenguaje de la Junta de Andalucía a las recomendaciones de la RAE, la cual ve innecesario el uso del desdoblamiento por género del llamado lenguaje inclusivo, sin que ello suponga conculcación de ninguna ley y mucho menos de lo dispuesto en la Ley de igualdad sobre el lenguaje no sexista en el ámbito administrativo ya que el lenguaje no sexista no es lo mismo que el lenguaje inclusivo y desdoblamiento. Son cosas diferentes.

Muchas gracias.

Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Toma una pausa en la diplomacia y vuelve a su profesión original en DL.