Familias y Comercios en torno a El Conde

Camión repartidor de refrescos.

Situándose en su epicentro residencial en el Callejón de Regina, que corre rumbo Sur desde la Padre Billini hacia la calle Arzobispo Portes -cual remate de la José Reyes que desciende desde la terraza del barrio San Miguel, solar todavía de palomas amigables-, Horacito Álvarez Perdomo vertebra sus recuerdos del vecindario que le vio crecer. Nos dice con toda franqueza: "Al llegar al Callejón de Regina, sería un sacrilegio no hablar sobre la casita donde vivimos después que el ciclón San Zenón destruyó la anterior, ya que fue allí donde papá comenzó en el 1931 a producir el Agua Mineral Enriquillo (aún en el mercado) y el refresco de sabores varios La Toma". Los inicios modestos de lo que sería una gran empresa industrial fruto del tesón familiar, narrados con naturalidad, sin afeites.

"En un carro que le facilitara don Ernestico Freites, a quien papá le había servido cuando muchacho de mensajero en la Tabacalera, tras convertirlo personalmente en camioneta, mercadeó su primera producción. El equipo original lo conformaban: un inmigrante inglés de las Antillas Menores lavando botellas en dos medios tanques de 55 galones; papá llenando las botellas y como chofer vendedor; y la última pero no menos importante, mi madre, pegando las etiquetas. Ubicada en la acera Este, esta casita era a la vez hogar y fábrica. El lunes 21 de febrero de 1938, salió a la venta la primera producción de Pepsi-Cola, procesada desde un edificio propio, casi al frente de donde comenzó la industria. Fue así como aquí, en República Dominicana, se produjo por vez primera esta bebida fuera de Estados Unidos bajo franquicia concesionada a un embotellador independiente. Aunque en Cuba ya se vendía, era la casa matriz la dueña de la embotelladora."

Don Horacio Álvarez Saviñón, quien presidiría el gremio de los industriales tras la caída de la dictadura, devendría sinónimo de refrescos al elaborar localmente una marca líder de bebidas gaseosas, a la que sumaría la línea de sabores Old Colony de su Compañía Embotelladora. Compitiendo con Kist fabricado por la familia Trifilio. Coca Cola, Country Club y Ginger Ale, envasados por Refrescos Nacionales propiedad de la familia Wanzer-Stuart que también producía Malta Corona. Dueña a su vez de la Cervecería Nacional Dominicana, que sacaba Canada Dry. Red Rock y luego 7Up de Embotelladora Dominicana, un desarrollo liderado por el gallego Manuel García Costa a partir de la fábrica La Española fundada en San Pedro por su suegro Bernardo Arévalo. El demandado Trópico de chocolate que se servía en el desayuno escolar, manufacturado por mi suegro Pacho Saviñón Trujillo. Ironbeer, una suerte de especiado Dr. Pepper elaborado en Cuba desde 1917 con una etiqueta mostrando un bíceps portentoso. White Rock, con su hada mágica sobre la roca, cuyo burbujeante sabor a lima-limón me deleitaba.

En los 60 surgiría Embotelladora Dumbo de don Juan Dauhajre con las líneas de esta marca venezolana, sumando la franquicia Royal Crown Cola del fracasado proyecto SOPODECO. Los Rojas de Moca lanzarían regionalmente su exitoso Imperio, hoy reforzado con Orange Crush y otras líneas. Los D'Alessandro incursionarían en los 70 adquiriendo la Pepsi -luego vendida a los García Arévalo y éstos más tarde a Ambev- y la empresa de los Dauhajre. Y los Selman operarían Coca Cola, antes en manos de Wometco, transferida ahora a Bepensa, en una sucesión de adquisiciones y fusiones en un negocio globalizado en el que ha emergido avasallante la multinacional peruana Kola Real.

En la continuación de sus memorias, Horacito Álvarez Perdomo amplía su retrato de la Ciudad Colonial recreándonos las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo. Ubicándose en el sector de Regina, transita por el tramo Padre Billini y 19 de Marzo. Registra "a don Enrique Mejía Arredondo, sub-director de la Orquesta Sinfónica Nacional, junto a su esposa Rosita y sus hijos Rhino y Gulún. Luego a los padres de Roberto y Carmencita Mejía. Y al Dr. Núñez, dentista. También a doña Graciela Bernal con su tiendecita de hilos, botones, encajes, fallecida "en un viaje visitando Nueva York. En la esquina, don Rafael (Fello) Pou, su esposa María y sus hijos Bobó, Macitica y Lourdes. Esta última ida a destiempo, casada con el Dr. Pimentel Imbert, madre del apreciado amigo doctor y fotógrafo Thimo.

"Al fondo de la plazoleta vivía don Virgilio Díaz Ordóñez -farmacéutico, jurisconsulto, catedrático y diplomático- con su esposa Lolita y Virgilito Díaz Grullón, quien casaría con la pianista Aída Bonnelly. Así como Roberto Figueroa Carrión, de triste recordación, último jefe del SIM. Ya en el callejón estaba la familia Medina con sus hijos Flavia, muy bonita muchacha, su hermana mayor y Lépido. Un poco más abajo don Armando Rojas, padre de Armandito, abogado, del diplomático y poeta Enriquillo, de Pachín, quien niño se lo lleva la diabetes y de Leda. Presidente de la Sociedad Altagraciana y dueño de una compra venta de prendas antiguas (no casa de empeño) sita en Nouel con Meriño. Negocio éste que tenía enfrente al alemán Carl Hertel, primer importador de los vehículos Mercedes Benz, los carros DKW (hoy Audi) y las motocicletas BMW. La madre de los Rojas Abreu, Teresita, estaba emparentada con Luis E. Burrulote Rodríguez, gloria del béisbol dominicano.

"Casi en la esquina de la Arz. Portes, del otro lado de la acera, se hallaba la familia Corleto. Me parece estar viendo al Sr Corleto llegar a la casa, como lo hacía diariamente, con un pollo colgando de una mano. Eran varios en la prole, pero todos mayores que yo, excepto Pablito. En la esquina, la pulpería de Natividad, un viejo español con malísimas pulgas, pero con un mabí excelente.

En 1938 el referido Carl Hertel vendió un Mercedes Benz a Trujillo, con quien mantenía cordiales relaciones, al grado de traerle en 1936 un mensaje enviado desde Europa por su hija Flor de Oro y el esposo de ésta Porfirio Rubirosa. Aparte de su rol empresarial, Hertel era seguido por la inteligencia americana por sus actividades como representante del partido nazi en el país, al igual que otros alemanes. E italianos prominentes hombres de negocios establecidos en El Conde y sus inmediaciones, fichados por el FBI como miembros activos del partido fascista.

Refiere Horacito que "en la José Reyes vivía el Arzobispo Adolfo Nouel, al lado de Charles de Mondesert y su esposa Margarita Sánchez Lustrino -inmueble que servía de residencia y negocio de perfumería. Los hijos, Enriquito, fundador conmigo de La Salle, Ana María, quien casó con el Dr. Manolito Parra, Olga, víctima de un accidente en Nueva York, y el menor. Luego, la vivienda de José Lebrón Morales, padre de Edna, abuelo de Mariasela Álvarez. Próximo, la Escuela de la Sta. Eva Pellerano. Ahí asistí al kínder, llevando mi pizarrita y mi vaso de aluminio replegable. Cuando la Sta. Eva cerró hubo una escuela pública, cuyo director, el Sr Valdepares, era considerado excelente educador. Entonces los estudiantes de planteles públicos estaban obligados a asistir una vez a la semana a la Escuela de Arte y Oficios, en Nouel con Duarte.

"En la esquina SO, lo que sería el comienzo de R. Esteva y Cia. Allí don Perucho, hermano de don Fello Esteva, daba mantenimiento a las máquinas de coser Singer. La esquina NO la ocupaba la farmacia del Dr. Pedrito Polanco y su hijo Alejandro. Aun llevo la marca de la vacuna contra la viruela que me puso don Pedrito. Casi al llegar a El Conde estaba la familia de don Manuel Arturo Peña Batlle con sus hijos Pilar, casada con Máximo Pellerano, y el cotizado pintor Papo Peña, fundador de La Salle. Ya sobre El Conde, la farmacia de los Mellizos Hernández.

"Justo al medio de la próxima cuadra, la familia Trifilio Estévez. El padre italiano, Francesco, dueño del Colmado Elah (con los famosos caramelos de menta italianos) que ocupaba la esquina NE de El Conde y Sánchez, donde luego estuvo el Panamericano. Con dos hembras y cuatro hijos varones: los mellizos Alberto -esposo de Celeste Hernández- y Humberto, quien llegó a general, casó con la hija de un exiliado político cubano y luego con mi hermana Clementina; el menor, Nucho, buen jugador de baloncesto del equipo de la Normal; y el mayor, por algún tiempo competidor nuestro al representar los refrescos Kist, muy buenos. La fábrica estaba al principio de la Nouel frente al Parque Independencia, en el espacio ocupado más tarde por el Restaurante Nuna. Próximo a la Iglesia de Las Mercedes, la Sala de Socorros. Allí prestaban primeros auxilios a los casos que no ameritaban llegar a un hospital, como la mordida que me dio un perrito de mi tía Tita.

De regreso al inicio de la José Reyes, próximo a la imprenta de Gimbernard, "los talleres de ebanistería del maestro Penson, responsable de la confección de los muebles de la casa nueva cuando nos mudamos al Callejón tras el ciclón. Casa que fuera residencia de la familia Grau. Cerca de la ebanistería, un edificio de cuatro apartamentos. Abajo, la familia de un militar cubano exiliado, con dos hermanas apodadas Las Maracas, ya que eran muy gordas y al caminar sus traseros marcaban un perfecto ritmo oscilante. Luego, don Mario Echenique y doña Consuelo Nanita, con sus hijos Federico, Camén y Juan. Su tío Manuel E. Nanita tenía un carro que estacionaba frente a la Casa de España mientras jugaba póker. Como los sobrinos no conducían y entonces se les dejaba las llaves a los carros, me llevaban como chofer a tomárselo 'prestado'. Tras unas vueltas, se le echaba un galón de gasolina y devolvía a su lugar.

"Sobre los cubanos, Gilberto Sánchez Lustrino casado con Anita Rubirosa y sus hijos, el más famoso, Pirulo, recordado por los crímenes al servicio de Ramfis. Al lado, Pepe Domingo y doña Tinita. Padres de Raúl, casado con una Marranzini. Yolanda, quien perdió el novio en el hundimiento el 21 de mayo de 1942 del barco Presidente Trujillo por el submarino alemán U-156. Y Dinorah, enviada a Cuba a estudiar y matrimoniada allí con un diputado."

Cuando la Era no sólo era un danzón.