Diplomacia haitiana de la compasión

Si todavía a alguien le quedaba alguna duda, o precisaba de la presentación de pruebas, para creer en el plan que contra nuestro país se monta desde finales del siglo pasado, luego de todos los acontecimientos que se han derivado de la Sentencia No. 168/13, del TC dominicano, sobre la regulación de la entrada de extranjeros a RD; solo tiene que reflexionar, para convencerse de su existencia, sobre el impacto que dicho asunto produjo en la comunidad internacional a un punto tal, que en julio del pasado 2014, atrajo la llegada a nuestro país, coincidiendo prácticamente en el mismo espacio de tiempo, de tres de las supremacías más representativas de dicha comunidad, tanto en el ámbito unilateral y multilateral, como fueron el VicePresidente de los EUA, John Kerry, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Kee Moon y, el Presidente de la Unión Europea.

No obstante, la visita de Estado de estos altos dignatarios a RD, en un momento en que su atención en función de sus roles protagónicos a nivel mundial debían de estar fijos en los dramáticos enfrentamientos que han estado sacudiendo a Ucrania, el oriente próximo, más el entorno árabe; de una importancia tal, que podrían introducir cambios impredecibles, en la correlación de fuerzas internacionales. Esta sola reflexión, nos debe dar una idea del interés que esta cuestión migratoria haitiana tiene para las potencias involucradas en la misma, por lo cual además de reflexionar al respecto; debemos preocuparnos profundamente, si lanzamos una mirada retrospectiva a nuestra historia republicana y apreciar, que dicho interés, nunca ha sido coherente con el nacional.

Razón por lo cual hemos puesto dicha visita en contexto, para aplicarle la lupa del análisis objetivo, con la cual nos daremos cuenta de que la misma ha sido potencialmente rica en sacar a flote los indicadores y elementos ocultos de la trama. Aparte de los que están surgiendo en el narco de la agudización de la crisis desatada por la implementación del citado Plan de Regularización, justamente un año después de la emblemática visita. Es como dicen los psicólogos, que las crisis suelen ser necesarias, porque actúan como catarsis liberadoras.

Un indicador contundente, en esta cuestión, lo constituye, sin lugar a dudas, la acción inédita del citado Secretario General de la ONU, cuando en el marco de la referida crisis insular, en un estallido incontrolable de “conmiseración” reclamó, en el Congreso Dominicano, “compasión” para los indocumentados haitianos, grito que se percibió como fuerza liberadora, de una presión muy fuerte, de esa que de seguro venían ejerciendo sobre él sus acompañantes, que dado el interés de la misión que cumplían, abandonaron sus despachos respectivos, de donde ya vimos, mueven las fichas del ajedrez geopolítico mundial. Todo eso, para cerciorarse de que él, el Secretario General de la ONU, iba a entregar el mensaje. Porque al fin y al cabo, para ellos, él es solo eso: Un mensajero. Oficio dispensador de responsabilidades.

No siempre. Pues haciendo un símil de una frase usada en otro contexto, depende de cuantas estrellas luzca en su fachada, y en la de este comisionado, dado el escenario en que se mueve, hay más de cinco. Para que un Secretario General de la ONU se rasgue sus vestiduras, interviniendo flagrantemente en un “affaire” ligado a asuntos de soberanía, como es el derecho consagrado por las normas nacionales e internacionales de reglamentar todo lo relativo a la entrada y salida de extranjeros del territorio de los estados respectivos; queda poco espacio para la duda, de lo que realmente estaba detrás de la visita. Porque cuando dicha autoridad diplomática mundial, ignorando las formalidades propias de su oficio, sin ningún atisbo de comedimiento, se atrevió de manera pública y frontal, demandar al Congreso Dominicano “compasión” para los indocumentados haitianos en nuestro territorio; estaba haciendo causa común con una de las partes envueltas en el conflicto, lo que viola abiertamente, la imparcialidad que él como árbitro natural del citado organismo que liderea, debe mantener en un “affaire” que afecta a dos miembros de pleno derecho del mismo.

De aquí se desprenden varias reflexiones importantes ligadas al aprovechamiento que de estas situaciones podemos hacer en el marco de nuestra política exterior en un futuro inmediato o mediato, ya que en el momento en que tuvieron lugar estos acontecimientos, nuestra Cancillería dormitaba en esa especie de “bobarismo” diplomático, en la que ha estado sumida por años. No obstante, como por ahí, se habla de un soplar de nuevos vientos, hemos decidido, como lo apuntamos antes, contextualizar tales episodios, ante la eventualidad, entre otros aspectos, de que la crisis surgida entre RD y Haití, por la cuestión del Plan de Regularización de los indocumentados del oeste, pudiera convertirse en un conflicto.

Porque la interposición de la ONU en un posible escenario de confrontación de esa índole, como ente mediador o arbitral, estaría viciada de parcialidad, lo mismo, que en otro tenor, se le imputa a la OEA, ante una posible diligencia de la misma, en la mencionada crisis, tema que se mantiene en el centro del debate nacional. También, porque es motivo de enorme irritación e indignación popular, la posibilidad de que, en este trance, se le de participación, a un organismo de la región, que no solo frustro el proceso democrático de un país, sino que por la interpretación interesada de dicha causa a favor de un tercero, rubrico y dictamino la Intervención militar de una potencia extranjera, como fue la de EUA a un estado soberano como la República Dominicana, en el marco de la Revolución Constitucionalista de abril, en 1965. Este, es un”fait acompli”.

Lo de la parcialidad de la ONU con Haití, también lo es, aunque incursiona en otro nivel de cuestionamiento. Porque el reclamo de “compasión” en boca de su máxima autoridad, publica y abiertamente, en un ámbito de jurisdicción legislativa, tal como sucedió en nuestro Congreso, entra en un perímetro jurídico incuestionable a confesión de parte, relevo de pruebas”. Por lo menos, en lo que respecta a la injerencia. Aunque lo de la parcialidad también es imputable y perfectamente demostrable. Porque no hay un uso trasparente de la compasión, aparte de que dado el escenario en que se hace el reclamo, todo apunta a que se trata de hacerle daño a nuestro país, enfrentándonos a Haití, por aquello del Plan.

Porque otra cosa fuera, si se tratara de sentir e inspirar ‘compasión, para enfrentar real y efectivamente las injusticias históricas que ha sufrido ese pueblo, o las catástrofes derivadas de la naturaleza, como fue por ej., el terremoto del 2010, el más devastador de estos últimos, y sus secuelas trágicas, una de las cuales se le imputa a una dependencia de la propia ONU. Nos referimos a la acusación que se le ha hecho al sector africano de los soldados de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití -MINUSTAH- que de acuerdo a serias investigaciones de acreditadas universidades extranjeras como la norteamericana de Vale, lanzaron al río Artibonite, sus desechos fecales contaminados del virus del cólera. El mismo, se ha cobrado la vida de decenas de miles de haitianos, sin contar las altas cifras de enfermos, en el oeste, situación que se ha reflejado en la vecina RD.

La tímida reacción de sectores importantes de la comunidad internacional organizada, como es, justamente aquella, quien por razones obvias, mas le concierne, como es la ONU, para hacerle frente a este recuento trágico, no solo con respecto a Haití, sino a nuestro país, nos lleva a la conclusión, de que el referido llamado de B. K. Moon entra en el plano de la “compasión Iigh”, con fines, que van más allá de la reclamada piedad, para entrar en otros ámbitos, como es por ej., el geopolítico. Porque la “compasión”, es el mecanismo psicológico por excelencia, con que las clases dominantes y por ende gobernantes de Haití y sus socios extra insulares, manipulan el caballito donde montan la campaña contra la RD, basada en una supuesta violación en la que esta última incurre, contra los derechos humanos de los citados indocumentados. Aunque la percepción de la existencia de este mecanismo, existía hace tiempo en los laberintos soterrados de la intuición, me vi precisada a objetivizarla intelectualmente, cuando en un trabajo que en el 2007, presentamos en una acreditada universidad neoyorkina, mostramos como la dinámica contradictoria de la historia, había llevado a Haití, a invertir su pasado heroico ‘haciendo de la debilidad, la razón de su fuerza. Expresión, que aunque popularizada de cierta manera en círculos de la ilustración local, desconocían quizás la fuente nutricia de la misma, altamente ligada a ese espíritu insurgente que instintivamente brota, para contrarrestar algo que nos duele, como fue el sinuoso manejo académico, que sobre la versión citada de violación de derechos humanos y migración, ya circulaba contra nuestro país.

No obstante, nada ni nadie podía haber dado la dimensión exacta de la ideología emergente que sustenta esa diplomacia de la compasión, donde Haití se victimiza para matricular a RD, en la dinámica culposa de la trama señalada, de la que se hizo eco B. K. Moon,co, y a la que se refirió el ministro haitiano, Evans Paul, promotor y vocero oficial, en un afamado centro mediático de la ultra derecha en EEUU. Sucedió, cuando su Excelencia, con alusiones directas hizo el reparto de los roles de esa “Opera Prima” donde Haití es la víctima y RD, la victimaria. En dicho guión, escrito por la señalada clase dominante del oeste, y sus aliadas, las potencias occidentales involucradas en el proceso de explotación colonial y neocolonial que llevó al país vecino al más profundo subdesarrollo, y por tanto, a su pueblo en un ente, secularmente emigrante. Es aquí justamente, donde entra en acción la capacidad manipuladora de la invocada “compasión”, porque su rol en este contexto alienante, es el de desviar hacia el este, o sea a RD las responsabilidades históricas arriba señaladas, que como antiguas metrópolis, contrajeron con Haití.

Como también quieren buscarle una respuesta dominicana a las necesidades expansivas, que en la actualidad tiene el capital yankee, en el marco neoliberal, como lo tuvo a principios del pasado siglo XX, en el, neocolonial, cuando realizo, la ira, Intervención norteamericana a la isla, en 1915-1916, para la instalación de un proyecto azucarero, que satisficiera las demandas del dulce, bloqueadas por la Primera Guerra Mundial. En ambos casos a pesar del tiempo transcurrido, entre uno y otro, la estrategia diseñada para lograr tales objetivos sigue siendo la misma: el que viaja, es el capital. Ella garantiza ventajas incalculables: comienza por el ahorro de los gastos de viaje, viáticos, etc., y si son ilegales, mucho más, ya que esa situación justifica los salarios infames, la no concesión de prestaciones laborales, sociales, etc. como las que ofrecen los indocumentados haitianos en RD, lo que no sucedería si se quedan en su país. Por eso y mucho mas fue que la citada ocupación a la isla, aparte de que le enseñó a los trabajadores haitianos que el “Masacre se pasa a Pié”, tampoco se preocupó por dotarles de documentación alguna, como lo hizo ahora el Gobierno haitiano, y como lo siguió haciendo de generación en generación, en todo el transcurrir de un siglo: 1915-2015.

Es sobre este campo minado de intereses, por donde transita, contraponiéndolos, el Plan de Regulación y sus derivaciones, entre ellas, las repatriaciones. El primero porque legaliza lo que debe permanecer ilegalizable, lo segundo, porque contraría el otro plan, el original, de buscarle una solución dominicana a la problemática secular haitiana. Despejado el misterio, que motivó la visita de la troika internacional citada, aunque siempre quedan enigmas pendientes, cuando de RD y de Haití se trata, lo veremos, en otra entrega.

Marelmunoz@hotmail.com