Cine, literatura y películas dominicanas

Cine dominicano de calidad.

A José Rafael Lantigua

Elevar la calidad del producto cinematográfico dominicano es un clamor casi generalizado. Pero pocas veces las exigencias de calidad que se le hacen a las películas dominicanas va acompañada de sugerencias viables para lograr este propósito. Es por eso que me permito hacer estas reflexiones en voz alta sobre la importancia de la literatura en la realización cinematográfica, con la esperanza de que nuestros jóvenes realizadores tomen consciencia de que la lectura de buena literatura influirá enormemente en la calidad del cine que se quiera hacer.

El cine es deudor de la literatura. No sólo por las historias que le toma prestada para hacer versión cinematográfica, sino, y es lo más importante, por las estructuras narrativas literarias que influyeron e influyen significativamente en lo que hoy llamamos "lenguaje cinematográfico".

El norteamericano David W. Griffith (1875-1948) y el soviético Sergei M. Eisenstein (1898-1948) están considerados los padres del lenguaje cinematográfico, los que más contribuyeron a la conformación de lo que hoy llamamos Séptimo Arte. Ellos dejaron testimonios escritos de esta importante influencia.

Griffith manifestó en una oportunidad que la estructura narrativa de sus películas "El nacimiento de una nación" (1915) e "Intolerancia" (1916), las había concebido luego de leerse las obras de Mark Twain (1835-1910), a quien William Faulkner calificó como «el padre de la literatura norteamericana».

Eisenstein, cuya película "El Acorazado Potemkin" (1925) es referencia obligada a la hora de estudiar el lenguaje cinematográfico, dejó constancia textual de cuanto influyó en él, al momento de realizar su importante obra cinematográfica, la lectura de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha", de Don Miguel de Cervantes (1547-1610).

Más cercano a nuestros días tenemos dos ejemplos ilustrativos: Francis Ford Coppola y Steven Spielberg.

Director de la que muchos consideran como la mejor película del cine norteamericano, "El Padrino", Coppola hizo una versión visual de la novela "The Godfather", de Mario Puzo (1920-1999). En una experiencia de trabajo que deberíamos tomar de referencia por estos lares, Coppola trabajó conjuntamente con Mario Puzo en la redacción del guión de la película, detalle éste que influyó significativamente en la calidad de la película, así como en la calidad de los diálogos de la laureada serie de filmes sobre la mafia italiana en Estados Unidos.

Steven Spielberg es el director más emblemático del cine estadounidense. Ha sido el más exitoso en términos comerciales y ha hecho películas que han merecido calurosos elogios de la crítica especializada de su país, y fuera de él.

Como en nuestro país, algunas de las personas que están haciendo películas toman a Spielberg de referencia, es bueno que sepan que la literatura ha jugado un importante papel en el éxito comercial de sus películas.

Su primer gran éxito taquillero, la película que lo posicionó en el mercado cinematográfico internacional fue "Tiburón" (1975), y el argumento que le sirvió de base a la historia lo tomó de una obra literaria, la novela del mismo título (Jaws) del escritor norteamericano Peter Benchley (1940-2006). Su otro gran éxito comercial "Jurassic Park" (1993) está basada en la novela de Michael Crichton (1942-2008).

Tres de sus mejores películas, al decir de la crítica especializada, están basadas en obras literarias. "La Lista de Schindler" (1993), basada en la novela del escritor australiano Thomas Keneally (1935-…): Schindler's Ark (1982). "El Color Púrpura" (The Color Purple-1985), basada en la novela de la escritora afroamericana ganadora del premio Pulitzer Alice Walker y "Caballo de Guerra" (2011), basada en el libro del novelista inglés Michael Morpurgo "War Horse", publicado en 1982.

Es mucho lo que se puede decir de la relación del cine y la literatura. Pero lo dicho hasta aquí me parece suficiente para afirmar que sin la lectura de buena literatura difícilmente se pueda hacer buen cine.

¿Cómo hacer para que nuestra incipiente industria del cine se nutra de la tradición narrativa dominicana, al tiempo de aprovechar el legado de la literatura universal?

¿Qué hacer para que los guiones de nuestras películas oferten historias atractivas, coherentes, sustanciosas… que nos enriquezcan espiritualmente sin aburrirnos?

Creo que el producto cinematográfico dominicano aumentaría significativamente su calidad, si logramos que los profesionales de la palabra escrita se incorporen a trabajar en la industria del cine que recién inicia en nuestro país. Si logramos que los escritores dominicanos, especialmente dramaturgos, novelistas y cuentistas, pasen a formar parte de los equipos de producción de las futuras películas.

Fue a la luz de estas reflexiones que invité a José Rafael Lantigua a una reunión privada en mi oficina frente al mar. Pensé, y pienso, que Lantigua tiene el aval suficiente para lograr establecer vasos comunicantes entre los escritores dominicanos y los organismos e instituciones responsables del desarrollo de nuestra industria cinematográfica.

Veinte años estuvo Lantigua dirigiendo el suplemento cultural "Biblioteca", el cual circuló dentro de varios periódicos de circulación nacional, donde se reseñaba, comentaba y analizaba la mayoría de libros que se publicaban en nuestro país. Esto le permitió conocer al autor y su obra, al tiempo de establecer relaciones directas con la mayoría de los escritores dominicanos. Además de convertirlo en uno de los mejores conocedores de la literatura dominicana contemporánea.

Adicional a esto, estuvo ocho años al frente de la política cultural del Estado dominicano. Tomando en cuenta estos datos, traté de convencerlo para que encabezara gestiones que viabilicen la incorporación de los escritores dominicanos al quehacer cinematográfico de nuestro país. Esa fue mi propuesta.

En su sorpresivo artículo "Respondiendo a René", (Diario Libre 24/5/14) Lantigua nos ofrece un listado de obras de la literatura dominicana de las cuales considera pudiesen salir buenas películas. Ese gesto debemos agradecerlo, sobre todo los cineastas en busca de historias para llevar a la pantalla grande.

Ahora bien, la adaptación de una obra literaria no garantiza una buena película. Para lograr calidad cinematográfica intervienen varios factores, aparte del talento y la experiencia del director, creo que contribuye mucho la participación del autor de la obra en el proceso de creación del guión. Como hiciera Francis Ford Coppola con Mario Puzo en "El Padrino" o Steven Spielberg con Thomas Keneally en "La Lista de Schlindler", o Tomas Gutiérrez Alea con Edmundo Desnoes en "Memorias del Subdesarrollo".

En caso de no estar disponible el autor de la obra, por las razones que fuere, entonces lo ideal sería que el director contratase los servicios de un profesional de la dramaturgia, que trabaje con él en el guión. Específicamente en la construcción de personajes, supervisión dramática, diálogos y corrección de estilos, entre otros aspectos.

De adaptaciones literarias han salido malas películas, y Lantigua cita algunas en su articulo. Pero estas no deben servir de referencia. Las que debemos celebrar, volver a ver y aprender de ellas, son aquellas grandes obras del cine cuyo argumento procede de una obra literaria.

Comparto con ustedes algunos títulos que recuerdo con agradecimiento. Agradecimiento por lo mucho que la disfrute, por lo que aprendí y por los sueños que acaricié al verlas.

"Lo que el viento se llevó" (1939). Dirigida por Víctor Fleming, basada en la novela del mismo título de la escritora norteamericana Margaret Mitchell (1900-1949).

"Doctor Zhivago" (1965). Director: David Lean, basada en la novela del mismo título del escritor soviético Boris Pasternak (1890-1960).

"Memorias del Subdesarrollo" (1968). Director: Tomás Gutiérrez Alea, versión cinematográfica de la novela de escritor cubano Edmundo Desnoes (1930-…)

"Lo que quedó del día" (1993). Director: James Ivory, basada en la novela del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (1954-…): "The Remains of the Day", (1989).

"El secreto de sus ojos" (2009). Director: Juan José Campanella, basada en la novela del escritor argentino Eduardo Sacheri (1967-…): "La pregunta de sus ojos" (2005).

"Ojos negros" (1987) Director: Nikita Mikhalkov, basada en cinco cuentos cortos del escritor ruso Antón Chejov (1860-1904): La dama del perrito, El aniversario, Una mujer, Mi esposa y La fiesta de cumpleaños.

"En el nombre de la rosa" (1986). Director: Jean-Jacques Annaud, basada en la novela del mismo título de Humberto Eco.

"El primer maestro" (1966). Director: Andrei Konchalovsky, basada en un relato del escritor ruso Chinguiz Aitmátov (1923-2008).

"Blade Runner" (1982). Director: Ridley Scott, basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968).

"Arráncame la vida" (2008). Director: Roberto Sneider, basada en la novela de la escritora mexicana Ángeles Mastretta.

Es importante señalar que no sólo de la literatura narrativa se hacen versiones cinematográficas. También se han hecho películas tomando como base la poesía y el ensayo. Recientemente vi la película de la directora argentina María Luisa Bemberg (1922-1995) "Yo, la peor de todas" (1990), sobre Sor Juana Inés de la Cruz, basada en el ensayo de Octavio Paz Las Trampas de la Fe.

Y del conocido poema de Edgar Allan Poe "El Cuervo" se han realizado varias versiones cinematográficas.

Como puede verse el cine dominicano tiene muchas fuentes disponibles de donde tomar argumentos para sus historias.

El asunto está en saberlas contar, contarlas bien y con calidad.

Tengo fe que en un futuro no muy lejano el cine dominicano alcanzará los niveles de calidad suficientes para ocupar un lugar de honor en el mundo del cine.