La trampa del 4 por ciento

En materia presupuestal los porcentajes son fatales, pues comprometen de antemano recursos que el desarrollo de la sociedad puede probar que son más necesarios en otro sector, y nuestro Presupuesto está lleno de ellos. La parcelación del Presupuesto es tan mala como el endeudamiento improductivo, y es consecuencia de nuestra incapacidad de cumplir con sanas políticas de inversión de los fondos públicos.

Lo del 4% fue una consigna y, como tal, no permitió pensar. Nadie negaba que la educación necesitaba más recursos, pero los recursos se apropian en la medida en que pueden ser gastados eficientemente. Fue lo que pasó en el primer año de funcionamiento, que no se pudo gastar, y lo que va a pasar en los próximos cuando se agote la capacidad de construcción de aulas y comiencen los inventos para justificar un gasto cada vez más ineficiente.

Educación necesita lo que haga falta para mantener un estándar de calidad. Puede ser el 4, el 6, o el 8%. O también el 2, o el 1%. Depende de las circunstancias del momento. Cuando se haya dado el impulso inicial a la educación, quizás sean necesarios recursos para resolver el problema de la salud, o de la energía eléctrica, o del agua potable. ¿Podremos hacerlo con la camisa de fuerza de los porcentajes?

Presupuesto se queja de que el crecimiento del 4% impone una carga pesada al Gobierno. Son 10,000 millones de un año para otro. Eso no lo gastan ni los diputados que son tan buenos despilfarrando el dinero ajeno. ¿Podremos resistir esa carga, con tantas necesidades sin ser atendidas? Esa es la trampa del slogan del 4%.

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