La nueva invasión china
El gobierno de Biden, a través de la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sus siglas en inglés), ordenó el incremento de los aranceles bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974 a productos importados de origen chino
China está ejecutando un nuevo ataque a la economía global. Ese movimiento complementa sus prácticas desleales de comercio que ha aplicado desde la primera década del presente siglo y que han perjudicado a sus socios comerciales, destruyendo empleos y bienestar tanto en las economías avanzadas como en los países en desarrollo. En esta coyuntura, además del comercio desleal, el gobierno del presidente Xi Jinping, en coordinación estratégica con la Rusia de Vladimir Putin, está adoptando medidas financieras que podrían repercutir negativamente sobre la estabilidad económica mundial.
La desaceleración de la demanda interna en China ha llevado a su gobierno a intensificar medidas de dumping para promover las exportaciones. Ese tipo de práctica comercial consiste en vender mercancías en el país importador a precios inferiores al costo de producción o por debajo del valor normal en el país de origen. Con esa práctica desleal de comercio se busca desplazar a la rama de producción del país importador, provocando la pérdida de mercado, la disminución de la rentabilidad y un aumento de la probabilidad de quiebra.
En Estados Unidos, la administración del presidente Joe Biden ha decidido enfrentar esa política comercial mediante un significativo incremento de las tasas arancelarias “para proteger a los trabajadores y empresas estadounidenses de las prácticas comerciales desleales de China.”
Específicamente, el gobierno de Biden, a través de la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sus siglas en inglés), ordenó el incremento de los aranceles bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974 a productos importados de origen chino. Esas importaciones representan un conjunto de productos relacionados con energía limpia, como vehículos eléctricos, paneles solares, baterías, así como minerales críticos como el acero y el aluminio. Esos bienes están vinculados con actividades económicas consideradas como vitales para el futuro económico y la seguridad nacional de Estados Unidos.
De acuerdo con un comunicado de la Casa Blanca, la tarifa arancelaria sobre el acero y el aluminio se incrementará de 0%-7.5% a 25% en 2024. El arancel que afecta a los semiconductores pasará de 25% a 50% en 2025. La tarifa arancelaria de las baterías y sus componentes se incrementará de 7.5% a 25% en 2024. Y el arancel sobre los paneles solares se elevará de 25% a 50% en 2024.
En el caso de los vehículos eléctricos chinos, se propone elevar el arancel de 25% a 100% en este año. El objetivo es proteger a la industria de vehículos eléctricos estadounidense, algo que cobra una gran importancia si se tiene en cuenta que Tesla ha ido perdiendo participación de mercado no solo en Estados Unidos sino a nivel mundial. Por su parte, los europeos están investigando los subsidios estatales que otorga China a la industria de ese tipo de vehículos y, en función del resultado, es muy probable que también se adopten medidas para proteger su mercado.
Dado que Estados Unidos y Europa constituyen los principales mercados a nivel global, el establecimiento de medidas arancelarias contra el dumping de china provocará que ese gigante asiático redireccione su producción excedente hacia otras naciones. Latinoamérica es un mercado muy atractivo, pues tiene una industria inexistente o menos competitiva que la estadounidense o la europea, al tener una menor escala de producción y un proceso de innovación considerablemente más lento.
La República Dominicana, que ha sido víctima del dumping chino, debe estar preparada para nuevas olas de importaciones a precios subsidiados. Pienso que la Comisión de Defensa Comercial, que ha realizado un trabajo extraordinario investigando y enfrentando oportunamente los casos de dumping que han afectado el país, seguirá siendo la clave fundamental para evitar que ese tipo de práctica comercial desleal destruya la industria nacional.
Hay que destacar que en esta ocasión el ataque chino no solo se limita al área comercial, sino que incluye aspectos monetarios y financieros. China y Rusia han estado colaborando para reducir el uso del dólar en las transacciones comerciales y financieras. Según Sergei Lavrov, ministro de Exteriores ruso, ambos países han reducido el uso del dólar en su comercio internacional, realizándose más del 90% de las transacciones en sus propias monedas. El objetivo de esa estrategia es disminuir la demanda de dólares y, dada la oferta total de esa moneda de reserva, provocar una pérdida de su valor en los mercados internacionales. Esa posible depreciación del dólar aumentaría los precios de bienes básicos denominados en esa moneda, como alimentos y petróleo, elevando la inflación global.
De acuerdo con expertos internacionales, un siguiente paso del gobierno de Xi Jinping es la reducción de su tenencia de bonos del Tesoro de los Estados Unidos. La venta de esos instrumentos financieros actualmente en posesión de China provocaría una reducción de su precio y un aumento de su tasa de rendimiento. En vista de que esos títulos financieros sirven de referencia en los mercados financieros globales, se produciría un incremento de la tasa de rendimiento de los bonos soberanos de la mayoría de los países, impactando negativamente sobre la sostenibilidad de la deuda pública. Ese resultado deterioraría la estabilidad macroeconómica en el mundo.
Claro está, no todo sería color de rosa para los chinos y los rusos. Después de la invasión de Rusia a Ucrania y del establecimiento de las sanciones de los países occidentales aliados a Ucrania, los rusos han estado aumentando la participación del yuan en sus reservas internacionales. Dado que el rublo y el yuan tienen mayor volatilidad que el dólar, es muy probable que la colaboración entre ambos países, que busca reducir la importancia de la moneda estadounidense, genere mayor incertidumbre en los precios de bienes y servicios, así como de sus instrumentos financieros denominados en sus respectivas monedas, desembocando en inestabilidad macroeconómica, evento que sería perjudicial para su población.
Así las cosas, se puede prever que la ampliación de esta nueva invasión o perturbación china será perjudicial para todos. Y cuando se deterioran las condiciones económicas internas de países poderosos, se colocan sobre la mesa otras opciones militares y de política económica totalmente incompatibles con el bienestar de la gente y la paz mundial.
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