¡Vota!
Soy Mario Dávalos y NO soy candidato a un cargo público en estas próximas elecciones. Pero no estar nominado no me impide participar, como votante y ciudadano, como espero que el hecho de no estar involucrado directamente en ninguna organización política, tampoco le impida a ningún dominicano, comprender la importancia de lo que estaremos decidiendo en el 2020.
Que no exista duda: estas nos son unas elecciones cualquiera. En el proceso electoral que se aproxima, no estamos solamente eligiendo quienes nos gobernarán y nos representarán en el Poder Ejecutivo, en el Congreso y en los municipios, estamos decidiendo, de manera colectiva, qué tipo de nación queremos construir.
Vivimos una coyuntura muy especial, una transición generacional que tiene la voluntad y el poder de cambiar profundamente nuestra manera de comprender la relación de la población con el gobierno.
La historia nos presenta oportunidades de influenciar nuestro destino y el 2020 es una de ellas. ¿Queremos ser un país que ponga la conveniencia personal por encima del bienestar colectivo? ¿Queremos una nación que justifique sus fallas con retórica política? ¿o queremos ser un país que busque y valore la verdad, que ponga la transparencia y la honestidad y el compromiso de los individuos por encima de la administración del poder político?
La queja no cambia los países: solo la acción lo hace posible.
Ninguna nación en la historia ha superado los obstáculos que se le presentan desde el lamento, la resignación o el fatalismo. Nunca. Nunca. Nunca.
Ortega y Gasset nos sugiere poner la vitalidad de las naciones por encima de la perfección de los estados y la vitalidad de la República Dominicana somos nosotros. Vitalidad es luchar para identificar la verdad entre tanta mentira, es pensar en ser útiles antes que ser importantes; vitalidad, como yo la entiendo, es producir un cambio tan drástico en nuestro propio comportamiento, que los que utilizan la desinformación y la mentira, los que apuestan a crear confusión para su beneficio propio, los que prefieren la derrota colectiva porque la entienden como victorias personales, queden aislados, solos y expuestos ante una población que se levanta por encima de la mezquindad.
La democracia nos permite elegir, pero no nos obliga a participar; nos permite tener una voz, pero nos pide respaldarla con acciones concretas.
La democracia no nos pide votar por partidos, sino por individuos con la capacidad de liderar y el deseo de gobernar. La democracia no nos pide votar por quién va a ganar, si no por quien debe ganar... cuando la política, las políticas y los políticos, trabajan para ganar, perdemos todos, cuando trabajan para gobernar... gobernar bien, gobernar para la gente, ganamos todos.
Estas elecciones no son solamente para elegir gobernantes. En el 2020 estaremos eligiendo nuestro futuro inmediato y los valores que definen a la República Dominicana. En todos los partidos hay gente buena y gente mala, gente seria y gente deshonesta, gente con capacidad y también incapaces, hay pusilánimes y valientes. La democracia, esa que tanto trabajo nos ha dado lograr, mantener y administrar, nos permite separar uno de otro.
Sin nosotros, la democracia no es democracia.
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