De feria, libros e historia dominicana
A Bernardo nada de lo humano le es ajeno: ha descollado en antropología, historia, economía, y en todo en lo que incursiona: es una cantera inagotable de talento.
El pasado 15 de noviembre fue inaugurada la Octava Feria del Libro de Historia Dominicana organizada por el Archivo General de la Nación, con el tema central “Visión bibliográfica de la dictadura de Trujillo”, celebrada en forma virtual por razones de fuerza mayor, la pandemia.
El evento fue mucho más allá de lo que ese tópico sugiere, pues se presentaron videos y libros sobre el trabajo especializado que realiza el personal del AGN para acercarlo más a los potenciales usuarios de sus servicios, se organizó un interesante juego interactivo que permite conocer aspectos de nuestra historia, hubo paneles, charlas, conversatorios y se pusieron a circular varios libros.
La Feria fue dedicada a Bernardo Vega, en justo reconocimiento, quien por sí solo acumula 32 títulos publicados sobre la Era de Trujillo. Es quien más ha escrito sobre esa época y lo ha hecho con profundidad y calidad. A Bernardo nada de lo humano le es ajeno: ha descollado en antropología, historia, economía, y en todo en lo que incursiona: es una cantera inagotable de talento.
De Bernardo guardo buen recuerdo de cuando era gobernador del Banco Central, pues me designó asesor económico de la Gobernación, cabeza del grupo de economistas que prestaban servicios en esa importante institución. Allí fui testigo de su inmensa capacidad de trabajo y dedicación, así como de su clarividencia. Para mí fue un reto ganarme la confianza de quien, en los hechos, era un gran maestro. En la práctica me nutrí de su sapiencia. Y di todo lo que tenía para que su gestión fuese exitosa, como lo fue.
Dentro del contexto de la feria, el destacadao genealogista Antonio Guerra Sánchez dictó una cátedra magistral sobre la “Ascendencia procera de los héroes del 30 de Mayo”. Fue una disertación que puso sobre el tapete aspectos ignorados o olvidados. Es como si existiera una cultura, distinto a marcas genéticas, que llevara a líneas familiares, en diferentes épocas, a asumir misiones y responsabilidades de carácter patriótico.
Como presidente del Patronato del AGN me correspondió extender las congratulaciones de rigor a Bernardo Vega por su sobresaliente obra (Bernardo también es miembro de ese organismo). Y anotar que la Feria se celebraba coincidiendo con un aniversario más de la matanza brutal cometida por familiares y relacionados del déspota en Hacienda María, Nigua, el 18 de noviembre de 1961.
Esos hechos quedaron sepultados en los resquicios de las complicidades mutuas de los estamentos de poder. Aquel silencio culpable todavía reverbera con estruendo y ha impedido que hoy en día, 60 años después, se sepa dónde reposan los restos de aquellos patriotas (Roberto Pastoriza Neret, Modesto Díaz Quezada, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejada Pimentel, Pedro Livio Cedeño y Tunti Cáceres Michel), que allanaron el camino de la libertad de nuestro pueblo. Pero también ese silencio ha facilitado que la impunidad echara raíces y se esparciera como hiedra incontrolable.
Ojalá que de la Feria haya salido alguna luz que iluminara el lado oscuro del pasado para que jamás se repitan hechos tan deleznables, ni a nadie se le ocurra asentarse en el poder para oprimir a su pueblo.
Al ver en los videos mostrados en la Feria los testimonios que contienen declaraciones de algunos de los presos políticos que guardaron prisión en la época del terror, sentí como si fuera yo mismo quien se encontrara en esas circunstancias tan deprimentes a la condición humana. Nada es más elocuente para poner de manifiesto la barbarie y truculencia de una tiranía. ¡Qué fortuna poder contar con esos tesoros orales tan vívidos para que la juventud que no guarda memoria sobre aquella experiencia no se deje engañar por cantos de sirena y valore el significado de vivir en libertad!
En el Patronato celebramos con regocijo la buena marcha del Archivo General de la Nación y lo estimulamos a que extienda sus raíces y su alcance para servir no solo como centro pasivo de reguardo de documentos, sino también como lugar activo y vivo de análisis, debates, publicaciones, ejerciendo una importante labor que lo proyecta como centro relevante de cultura.
Extendemos nuestros parabienes a esa institución en la persona de su director, Roberto Cassá, por el logro alcanzado con la celebración de esta Feria y por los avances tan significativos que se han producido en su gestión.
Es verdad que los recursos de que se dispone son escasos, pero la huella de lo bien hecho inevitablemente fructificará y multiplicará el apoyo material y moral necesario. Eso esperamos. Así sea.
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