“Remodelación” Hospital Dr. Darío Contreras: una cuestionable obra que se debe explicar e investigar
El ambicioso proyecto iniciado con visión de una futura integración en un Sistema de Centro de Trauma-Shock a nivel provincial y regional, ha sido eliminado por una política sanitaria donde predomina el fachadismo hospitalario
En un diario leí una queja del candidato del PLD, Abel Martínez, cuestionando el manejo de los hospitales, específicamente sobre el supuesto abandono de la Unidad de Hemodiálisis del Hospital Cabral y Báez. Celebro como médico que denuncias de este tipo por parte de quienes aspiran a un mejor sistema de salud sean responsablemente expuestas. Pero me gustaría comentar algunos problemas que afectan la salud del dominicano.
El 9 de noviembre del 2017, en un texto de Francisca Siebert publicado en uchile.cl. de la Universidad de Chile, se anunció la inauguración de una cámara hiperbárica donada por la empresa fabricante, Osorio hermanos. En uno de los párrafos se destaca que “no hay ejemplos en el mundo en que una cámara hiperbárica esté instalada en dependencia de un hospital público”. La del Hospital Dr. Darío Contreras se estableció hace 21 años.
En 1996 se instaló en ese centro una cámara hiperbárica monoplaza (para un solo paciente). Por gestión del maestro de la anestesiología dominicana, Juan O. Coronado, se envió al Dr. José Caro Newman a Miami para subespecializarse en medicina hiperbárica en adición a su condición de anestesiólogo. Varios años después, se instaló una nueva cámara de seis plazas. No detallaré todos los beneficios, incluyendo la caída dramática de amputaciones por gangrena gaseosa, pie diabético, síndrome de aplastamiento, así como baja mortalidad por embolia grasa, edema cerebral, mal de descompresión del buzo, angina de Ludwing, etc…
Desde 1997, en congresos nacionales, revistas y tesis universitarias (tres tesis registradas en la UASD desde el año 2000 al 2015) se puede comprobar en la realidad lo que estamos aseverando. Ahora viene la pregunta: ¿Qué pasó con ese servicio y sus cámaras después tras la deplorable remodelación del hospital? Esto debe ser investigado por el ministerio de Salud, el SNS y el Ministerio Público. Entretanto, si un paciente del Darío Contreras u otro hospital requiere oxigenación hiperbárica para salvar su extremidad o su vida, deberá acudir a un centro privado (creo que hay cinco en la capital y uno en Santiago). Afortunadamente, el Hospital Dr. Ney Arias Lora, dirigido eficientemente por Julio Landrón, inauguró una moderna cámara hiperbárica con fondos propios, lo que contribuye a paliar la frustración que generó la desaparición de ese servicio en el Hospital Dr. Darío Contreras.
Otro resultado deplorable de la famosa “reconstrucción” del Darío Contreras por la OISOE fue la eliminación del departamento de Anatomía Patológica y desaparición de todos sus equipos, incluyendo un costoso criostato necesario para las biopsias por congelación, así como micrótomo, microscopios, etc...
Debo señalar que cuando dirigí el hospital, no había tal departamento a pesar de que Pedro Berges estaba nombrado como patólogo y analizaba las muestras en el hospital Gautier, realizando grandes esfuerzos. Cuando creamos el departamento aprovechando el área que una vez ocupó el tomógrafo axial computarizado, que inexplicablemente dejó de funcionar y Salud Pública no lo reparó. En esa área se inauguró con el nombre del fallecido Dr. Bergés, el departamento de Anatomía Patológica en el cual aportó su experiencia y asesoramiento Jim Welsh, profesor emérito de patología de la Universidad de Filadelfia, de visita en nuestro país en esa época.
Se nombró a las patólogas Rosa González, Ivelisse López (EPD) y Jiménez Tejada. Con ese servicio funcionado a plena capacidad y participando sus patólogos en las discusiones de casos clínicos y asesoramiento de tesis, la condición de hospital docente del Darío Contreras estaba fortalecida. Pero actualmente, tan vital servicio es cosa del pasado, un esfuerzo realizado que terminó en una desgraciada frustración que las almas del Dr. Pedro Bergés y la Dra. Ivelisse López, desde su retiro eterno de este mundo, deben estar padeciendo.
El Centro de Trauma del Hospital Dr. Darío Contreras era una edificación de dos niveles levantada en el área frontal, como parte de un proyecto inicial de trauma-shock, exclusivo para la atención de emergencias traumatológicas con un alto potencial de amenaza vital.
Desde Julio 1993 se empezó a concebir la posibilidad de crear un centro con esas característica aunque fuera de un nivel cuatro de complejidad (el menos complejo de acuerdo a la categorización establecida del 1 al 4 por el Colegio Americano de Cirujano en el año 1979) con proyección a subir de categoría.
Los primeros contactos fueron a través del profesor Louis Lareng, creador del sistema de emergencia SAMU de Francia; luego, con el Dr. Felipe Rodríguez, del Instituto de Emergencia y Desastres de la Universidad de Massachusetts; el Dr. Richard Aghagabian, decano de la escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, y el Dr. Jorge Neira, de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía del Trauma. Con los consejos y opiniones de esos eminentes extranjeros y la participación activa de los profesores Tomas Lambertus, Osvaldo Marté Duran, Guillermo García Lorenzo y Rudyard Corona por el Hospital Dr. Darío Contreras, surgió la base ideológica del proyecto. Luego de varios inconvenientes, el proyecto cuajó gracias a un acuerdo entre la Unión Europea (Lomé IV) y la secretaria de Salud (SESPAS). Finalmente, 14 años después empezó a ofrecer eficientemente sus servicios con un criterio más ajustados a un centro de trauma-shock y con proyección a una mejor organización y ampliación física para modernizar su flujograma.
Todo marchaba positivamente hasta que OISOE decidió demoler el Centro de Emergencia de Trauma y remodelar el hospital como está actualmente: un hospital de traumatología y ortopedia con un área de emergencia, unidad de cuidado intensivos, quirófanos, salón de conferencias y otras dependencias. O sea, la disposición arquitectónica convencional y organizativa de cualquier hospital de un nivel 3 de atención en nuestro sistema de salud. Pero no un centro de trauma/shock como estuvo proyectado acorde a los lineamientos del Colegio Americano de Cirujanos y que, con mucho entusiasmo, pretendíamos aplicar hasta el punto de que SESPAS envió al ingeniero Eric Cishek al Centro de Trauma de San Juan y Ponce, en Puerto Rico, para conocer su estructura y funciones.
En ese mismo tenor, visité el Jackson Memorial Hospital de Miami; el Saint Joseph Hospital and Medical Center de New Jersey y además, contacté con los bomberos de Miami Metro Dade gracias al rescatista y paramédico internacional Douglas Jewett, quien me ilustró acerca del funcionamiento del sistema prehospitalario 911 y su íntima relación con las emergencias hospitalaria. Precisamente de ahí se conformó mi idea de comparar un sistema de emergencias médicas con una estructura feto-placentaria, concepto que he divulgado en conferencias, artículos y en mis cátedras universitarias y docencia con residentes de emergenciologia, especialidad que nació en nuestro país en el hospital Dr. Darío Contreras con el precedente de la Escuela Técnica de Emergencias Médicas, dirigida por la paramédico internacional Zaida Gómez Mirabal.
Hoy, ese ambicioso proyecto iniciado con visión de una futura integración en un Sistema de Centro de Trauma-Shock a nivel provincial y regional, ha sido eliminado por una política sanitaria donde predomina el fachadismo hospitalario, la sobrevaluación, el equipamiento inconsulto al margen de los responsables departamentales y con proveedores improvisados o impuestos por el poder político para generar ganancias compartidas a costa del erario público.
Hoy, ese ambicioso proyecto iniciado con visión de una futura integración en un Sistema de Centro de Trauma-Shock a nivel provincial y regional, ha sido eliminado por una política sanitaria donde predomina el fachadismo hospitalario, la sobrevaluación, el equipamiento inconsulto al margen de los responsables departamentales y con proveedores improvisados o impuestos por el poder político para generar ganancias ...
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